Novelesco presenta AMARNA JONES. La literatura, el cine y los videojuegos siempre han sido claros referentes para mí. Hace poco volví a disfrutar del reboot —videojuego— de una de mis sagas favoritas, «Tomb Raider». La historia gira en torno a una Lara muy joven e inexperta que acaba de terminar la carrera y se enfrenta al primer reto de su vid, una aventura que la marcará para siempre. Y un batiburrillo extraño comenzó a dibujarse en mi cabeza.

Está claro que la señorita Croft se inspiró en «Indiana Jones», otra saga de mi infancia, y de las favoritas. A todo esto vamos a sumarle que si no recuerdo mal, hoy estrenan una nueva versión de «La Momia».  ¿Adivináis? ¡También es otra película que me encanta!

A partir de esa mezcla de ideas y varios conceptos ha surgido este loco homenaje. Un batiburrillo que espero, disfrutéis. He de decir que me lo he pasado bien escribiéndolo. ¡Un saludo! ; )

—¡Vaya, vaya, vaya! —dijo, apartándose el gastado sombrero de la cara.

Aquel rincón casi en penumbra había sido el lugar apropiado para sorprender al camarero. Las viejas y polvorientas bombillas que colgaban sobre la barra del antro iluminaban el local con una luz ténue y sucia.

—No hay nada mejor que toparse con un chico guapo en el culo del mundo.

—Maldita sea, Amarna Jones… ¿Qué diablos haces aquí?

La joven contempló como el chico fruncía el ceño y arqueaba una de sus cejas pobladas y sexis. Pensó en lo mucho que había añorado aquel gesto. Además quedó sorprendida con la mejora de su Inglés, que sonaba casi nativo.

—Te dije que soy una mujer obstinada —se sinceró ella, guiándole un ojo—. Y que te seguiría hasta el mismísimo infierno. Aunque esperaba uno menos gélido, tratándose de ti.

—¡Es una lástima que a la señorita no le guste el Tíbet! —exclamó él, esbozando una sonrisa afilada—. ¿Tal vez podría sugerirle las cálidas aguas de Cancún?

A los dos acudieron recuerdos del pasado, transcurridos quince años atrás durante un tórrido verano lleno de aventuras y encuentros pasionales. El cuerpo y la mente de Amarna habían madurado desde entonces. Pero en apariencia, él seguía exactamente igual de guapísimo, aunque ahora presentara un aspecto descuidado y guarro, muy acorde con el tugurio que regentaba.

—Me han dicho que en Cancún el whisky es horrible.

La mujer captó un brillo púrpura en las pupilas de su viejo amigo. Luego observó cómo regresaba a la barra, para volver a la mesa con unos vasitos de aspecto sucio y una botella llena de telarañas.

—Tenga usted, señorita Jones —dijo él, quitando el tapón de corcho con la boca y escupiéndolo al suelo.

El olor espantaba incluso desde la distancia y Amarna se esforzó en parecer impávida.

—¡Venga hombre, alegra esa cara! ¡Hace mucho tiempo que no nos vemos!

El chico se dejó caer en un taburete y rellenó ambos chupitos. Luego cogió uno en silencio y mediante un gesto de cabeza, le indicó a que hiciera lo mismo. Ella lo miró resignada y ambos bebieron al mismo tiempo.

—¡¿DIOS MÍO, QUE MIERDA ES ÉSTO?! —soltó la joven después de un ataque de tos, con la voz quemada.

—¿No decías que el whisky de Cancún era terrible? Yo no lo recuerdo así. Quizá se esté volviendo una princesita, señorita Jones.

La mujer ignoró el último comentario, alertada por su sexto sentido. Sintió que alguien los espiaba y miró a unos caballeros que estaban sentados al otro lado del cuchitril. Uno de ellos tenía rasgos caucásicos, a pesar de compartir una clara alergia hacia cualquier tipo de higiene.

—Quiero que te vayas, Jones. Ha sido un ratito interesante, pero no más —dijo el camarero, hosco, levantándose de golpe.

—¡Venga ya, Swag!

Al oír esa palabra el hombre frunció el ceño otra vez.

—¡No me llames así nunca más! —exclamó, con un brillo malicioso en los ojos—. ¡Lo detesto!

—¡Al principio te gustaba, Swaggy! —añadió la joven, apoyando las palabras con un gesto de dab.

—¡¿QUÉ DIABLOS QUIERES DE MÍ, AMARNA JONES?!

Los veteranos del bar miraron al extranjero sorprendidos, ya que nunca lo habían visto enfadado.

—La he encontrado, amor. La primera mitad del Ojo.

Entonces la mujer comenzó a abrirse varias capas de ropa térmica hasta llegar al escote, sobre el cual descansaba un collar de aspecto exótico.

Primero el chico le miró el canalillo, que dibujaba a dos viejas amigas que pese a los años, seguían perfectas. Luego estudió el colgante, enmudecido. Notaba su poder.

—¿Dónde?

Ambos se miraron con intensidad.

—Cerca de Cancún, hace dos lustros. Nos equivocamos de tumba, Ramsey.

«Ramsey» repitió el joven de forma mental, un poco aturdido. Hacía quince años que nadie lo llamaba así, que ella no pronunciaba aquel nombre que tanto había significado para él.  Y se dio cuenta de que había añorado tanto a Amarna… Continuó escrutándola, con la apremiante necesidad de encontrar en aquellos ojos verdes algo que llevaba mucho tiempo esperando y que llegó a creer imposible. Pero allí estaba, lo percibía con total claridad.

—Por todos los dioses de Egipto —soltó, con un hilo de voz—. Por fin has madurado, Jones.

—Lo hice cuando comprendí que te había perdido.

El chico iba a responderle cuando notó un silbido y captó algo por el rabillo del ojo. Con un movimiento veloz cogió al vuelo un pesado machete, que supuso destinado a ella.

—Veo que en eso no has cambiado nada —le recriminó—. Como siempre, ¿Haciendo nuevos amigos?

Amarna le regaló una sonrisa.

—Me han seguido desde la ciudad de las luces. Buscan El Ojo.

Ramsey suspiró. Madre mía, hacía tiempo que no pensaba en París. Y se dio cuenta de que también la echaba de menos.

—Supongo que vas preparada…

—¡Ya me conoces! ¡Soy una princesita muy cañera!

Un grito los alertó y el camarero cogió la mesa, como si fuera de papel. Se sucedían ráfagas de disparos cuando ésta voló por el local, hasta estamparse contra tres de los criminales. Los clientes huyeron despavoridos, algunos sin pagar la cuenta.

Jones sacó dos pistolas y respondió abriendo fuego, antes de parapetarse tras su ex.

—¿Quieres una?

—¡Sabes que no las necesito!

El chico se volvió y lanzó el cuchillo a su dueño occidental, justo cuando éste se disponía a coger la metralleta caída de uno de sus compañeros, dándole en la mano.

—¡Son terriblemente malos! —exclamó, decepcionado.

Y de repente una de las paredes del antro reventó con gran estruendo, levantando una nube de polvo y nieve. El matón salió despedido hacia ellos, junto a varias mesas y sillas. Ramsey agarró a Amarna por la cintura y esquivó los proyectiles, cayendo al suelo. Ambos se miraron a los ojos. A ella siempre le había gustado estar encima, incluso parecía disfrutar del extraño giro de los acontecimientos. La estructura del pequeño edificio crujió y el techo descendió unos centímetros de forma peligrosa.

—Creo que cada vez se pone más interesante la cosa… ¿No te parece? —añadió la joven, al ver que una camioneta de proporciones mastodónticas se había estampado contra el antro, hasta introducirse casi entera en el interior.

—¡Serán hijos de puta! ¡MI BAR!

—Yo creo que le venían bien algunas reformas…

El resplandor en los ojos del chico se tornó eléctrico. Iba a replicar cuando una de las puertas laterales del vehículo se abrió lentamente, de forma pomposa.

—¡Como me alegro de haberlos encontrado, señorita Jones! —sonó una voz masculina y particular, con un claro y marcado acento británico. Entonces un hombre extrañamente bien vestido hizo acto de presencia, bajando del furgón. Su traje de raya diplomática desentonaba con el decorado, incluso con el gélido clima.

El camarero lo miró entornando los ojos.

—¡Bienvenido a la fiesta, Mr. Echron! —lo saludó Amarna, mostrándole una forzada sonrisa desde el suelo—. Veo que va tan guapo como siempre, aunque está claro que nadie le avisó de que la velada iba a celebrarse en el Tíbet.

Los jóvenes se levantaron y sacudieron el polvo.

—¡Mi preciosa arqueóloga favorita! —dijo el recién llegado, abriendo los brazos—. Incluso con capas de ropa nada favorecedora y rodeada de mugre sigue estando encantadora. Veo que por fin ha encontrado lo que buscaba con tanta pasión…

—¿Quién diablos es éste?

El recién llegado prestó atención a Ramsey y lo estudió con sumo interés, quedando embelesado con el resplandor que chisporroteaba en el interior de sus pupilas.

—Es maravilloso —soltó, tendiéndole la mano—. Mucho mejor de lo que hubiera sido capaz de imaginar. Ahora entiendo esa locura que nuestra querida Amarna siente hacia usted. Y su inglés me parece muy completo.

El chico entornó los ojos y no se movió. Después de unos segundos con la mano flotando en el aire, Mr. Echron se dio por vencido.

—Nadie ha contestado a mi pregunta —inquirió.

En ese momento varios soldados armados y totalmente equipados salieron del vehículo, quedándose detrás del caballero. Jones supuso que se trataba de mercenarios contratados para la ocasión.

—Yo no soy importante, Ramsey —respondió el inglés—. Aunque voy a permitirme la licencia de llamarlo por su nombre verdadero, Ramsés. La señorita Jones demostró ser muy aguda al adaptarlo del egipcio.

—Veo que conoce los detalles Mr… ¿Echron?

—En efecto. Nuestra amiga en común marcó un precedente para ser una joven inmadura e inexperta. Al perderse durante su primera excavación arqueológica llevó a cabo uno de los descubrimientos mas sorprendentes de la humanidad. Uno que ocultó de forma magistral incluso a mí, hasta el turbio asunto de Cancún.

—Creo que todos los aquí presentes conocemos esa historia —añadió la mujer, apuntándolo con las pistolas—. No veo necesario perder más el tiempo.

Los soldados la encañonaron y el caballero les indicó que se relajaran, con un gesto sutil.

—Hay algo que no comprendo —soltó el joven entonces, mirando las armas de los mercenarios—. ¿Usted es?

—Yo soy el profesor Echron. Y quien debería de haber tenido el privilegio de realizar su descubrimiento, amigo mío. Algo que me habría hecho muy rico, grande y poderoso.

—¡Oh, ya entiendo! ¡Usted era el tutor, mentor y supervisor de Amarna! ¡Creía que se llamaba Lechran!

—Eso es un protector solar —puntualizó el británico, con una repentina mueca de asco dibujada en la cara—. Pero volvamos al tema que nos interesa, si me lo permite…

Ramsey se cruzó de brazos y asintió con un gesto de cabeza.

—Al día en el que una malcriada niña de apenas veinte años —Amarna mostró una amplia sonrisa al oír aquello— decide desobedecer a los mayores, movida por un sentimiento de orgullo juvenil y la enorme presión de su apellido, internándose sola en el interior de una pirámide enterrada hasta perderse sin remisión. »Y justo cuando cree que va a morir, encuentra una cámara funeraria. Absorbida por el descubrimiento abre el sarcófago, topándose con una momia de más de tres mil años de antigüedad. Parece un hombre, pero no está segura. Entonces decide, con los últimos y mortecinos haces de luz que le quedan a su antorcha, leer la inscripción que hay en los vendajes del difunto, sin darse cuenta de que ocultan una curiosa maldición. Atraer la vida hacia alguien que siempre ha deseado permanecer en la oscuridad de la muerte…

Los dos jóvenes aplaudieron al mismo tiempo.

—¡Bravo! ¡Bravo!

—Muy novelesco todo, sí señor —lo felicitó la chica—. El punto de la antorcha es magistral, dramático… Solo me gustaría matizar que llevaba conmigo una linterna muy grande y baterías para varios días, sin mencionar las mascarillas y un par de bombonas de oxígeno, por si hacía falta. Además, fui buena y me quité de en medio, dejándole el descubrimiento para usted solito, profesor.

Echron le dedicó una mirada cargada de resentimiento.

—¡Claro que sí! Sólo me robó al difunto.

—¡Oiga, que no soy de nadie! ¡Y más bien diría secuestrar! —dijo Ramsey—. Tuvo que ser frustrante para usted enterarse de mi existencia mediante la caja tonta, ¿Imagino?

—Desde luego. Que un ejército de momias mayas atacaran a la ciudad mexicana fue un revuelo mundial, sin lugar a dudas, toda una revolución mediática. Es más, se intensificó para mí cuando ustedes dos fueron captados por un reportero, abandonando el emplace del descubrimiento arqueológico.

—Al menos saldría guapa, espero.

—Salieron estupendos, sobre todo nuestro querido Ramsés. Es poco usual encontrar un rostro idéntico al de una máscara funeraria verdaderamente antigua, tan clavado a la efigie que podías compararlos sin notar ninguna diferencia. No obstante, lo que provocó mayor revuelo en mi corazón fue el descubrimiento de su identidad, junto a la completa traducción de las vendas… Fue todo un detalle que me las dejarais, por cierto.

—Puedo asegurarle que me despisté. Y en cuanto a la identidad de la momia, déjeme adivinarlo: ¿La de un fontanero del faraón? ¿La de Mario Bros? ¿Luigi?

Los dos hombres ignoraron a Amarna, aunque alguno de los soltados reprimió una sonrisa.

—La de Ramsés, hijo de Thot, Dios de la sabiduría. Siempre creí que todos los semidioses serían griegos, un craso error por mi parte.

Ramsey se rascó la barba de varios días, antes de hablar.

—Lamento que los acontecimientos le provocaran frustración, caballero. Pero creo que usted desconoce lo que realmente significa esa palabra.

—¿Ah si? —quiso saber el profesor, altanero.

—Imagínese que un día resucita después de tres mil años de plácida oscuridad, totalmente desorientado, en una época desquiciada a la que ya no pertenece y en la que hasta su idioma ha pasado a mejor vida. ¡Jones casi tuvo que volver a enseñarme a andar, a hablar, hasta a hacer mis necesidades solo!

El inglés abrió mucho los ojos.

—Y todo porque se equivocó al interpretar un par de jeroglíficos del hechizo. Mi cuerpo necesitó alimentarse de su energía vital para solventar el problema, estuve a punto de matarla. Pero eso no es lo peor…

—Oh, dígamelo, se lo suplico…

—Lo peor fue… ¡QUE LA MUY HIJA DE PUTA ME LLAMÓ SWAG!

—¡Oh, venga ya! —exclamó Amarna—. ¡Tenía veinte años! Estaba loca y me sentía muy agobiada por todo, no sabes la presión que se siente al tener mi apellido. ¡Y eso por no mencionar que logré resucitar a una momia, algo que rompió todos mis esquemas sobre el mundo que creía conocer! ¡Encima eras la cosa mas increíble, bonita y molona que había visto en mi vida!

La pareja comenzó a discutir, hasta que Echron hizo un gesto y los soldados formaron un círculo alrededor de ellos. Al ver la amenaza, callaron al instante.

—Lamento tener que interrumpirles, pero nunca he soportado las ñoñerías románticas —se excusó el británico—. Además, me esperan en otro lugar. Así que si es tan amable, señorita Jones, deme el Ojo. Y usted, Ramsés, va a acompañarnos también. Seguro que mis socios estarán deseando hacerle pruebas.

Al oír eso, una llamarada de enfado chisporroteó en los ojos del chico, que guiñó un ojo. Ella captó el mensaje y se preparó.

—¿Sabe una cosa, señor Lechran? —soltó Ramsey, hosco—. No estoy a favor de la experimentación con animales. Y para que le quede bien claro, soy una persona y ni Amarna ni yo vamos a obedecerle.

—Me llamo Echron, ya se lo dije antes. Y no tienen más remedio, querido amigo.

El camarero se encogió de hombros, dando por sentado que no iba a conseguir una vía pacífica. Entonces, sin previo aviso, lanzó a la chica hacia la viga que tenían sobre sus cabezas. Ella se agarró y dio una vuelta digna de una trapecista, hasta subirse encima. Los soldados comenzaron a dispararla cuando corría a través de la madera, devolviéndoles los tiros con sus pistolas.

—¡Mierda! —gritó ella, al darse cuenta de que había perdido el sobrero.

Mientras tanto Ramsey aprovechó la dispersión del grupo y cogió a uno de los mercenarios como si pesara lo mismo que un ladrillo, para usarlo de maza y golpear a diestro y siniestro con él. Sus ojos desprendían chispas púrpuras que dibujaban estelas en el aire,  el suelo se llenó de balas…

Las maderas crujían bajo las botas de Jones, que al quedarse sin munición se vio forzada a tirar las pistolas a uno de los soldados, que ya la tenía en el punto de mira. El tronco cedió obligándola a saltar, vio como las armas le daban en las manos y desviaban la ráfaga. Cayó sobre él, ambos rodaron por el suelo y Ramsey acudió a socorrerla, agarrando al soldado por uno de los pies y tirándolo a través del hueco que había dejado la camioneta en la pared.

Pronto no quedó ni un enemigo en pie y ambos jadeaban exhaustos, mirándose mutuamente como si no hubiera un mañana.

—Estas jodidas balas escuecen, joder —se quejó Ramsey. Por fortuna Amarna estaba ilesa, con alguna herida sangrante, pero nada que pareciera necesitar atención urgente.

—No te quejes tanto, guapo. Para ti son picotazos, para mí mortales de necesidad.

Él frunció el ceño. Y de repente la besó, inclinándola hacia atrás. Oh, Dioses, había sido un idiota engañándose de aquella manera durante tanto tiempo. Supo que jamás iba a abandonarla de nuevo.

Un crujido los alertó y ambos miraron en su dirección. Echron se detuvo al ver que había sido descubierto cuando intentaba subirse al vehículo.

—Acabo de recrodar que me esperan en otro sitio —dijo poco convincente.

Una parte del techo se derrumbó del todo, dejando un hueco inmenso por el que al instante comenzó a colarse la nieve. Ramsey suspiró. Aquello ya no tenía arreglo.

—Caballero, ese vehículo queda requisado ahora mismo —le dijo al inglés—. Y tenga por seguro que usted y lo que quede de sus hombres se van a quedar aquí. Ella y yo nos vamos ahora.

Amarna sonrió. Entonces vio su preciado sombrero no muy lejos y se acercaba para cogerlo, cuando entre los escombros salió el tipo del machete e intentó apuñalarla en el cuello con él. La mujer lo esquivó con un movimiento veloz y le propinó una patada en la entrepierna. Después se caló la prenda sobre la cabeza, esbozando una radiante sonrisa.

Había tardado trece años en comprender ciertas cosas. Su inmadurez y falta de respeto ante la nueva realidad del mundo estuvo a punto de costarles un enorme precio en Cancún. Aquel había sido el motivo por el que el hombre de su vida la había dejado, al percatarse de que esas cualidades negativas, en una combinación tan explosiva como su relación amorosa, resultaba demasiado peligrosa para ella misma y para todo quien los rodeara. Pero por fin sentía que había madurado y ahora comprendía muchas cosas que antes le resultaban imposibles. Y supo que a partir de aquel momento, nada podría separarla de su momia favorita, llena de swag.

Licencia Creative Commons
Amarna Jones, en busca del ojo perdido por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

14 Comentarios

  1. María

    Genial, me has tenido en vilo todo el relato. Me ha encantado esta aventurera y su momia.
    Estaba viendo una película mientras leía.
    Un besillo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, María! Me alegro de que te haya gustado esta pequeña locura. Un fuerte abrazo! ; )

      Responder
  2. Julia C.

    ¡Qué relato tan trepidante y bien escrito, Ramón! Ha sido toda una aventura leerte, te lo aseguro. Creo que a tus protas aún les quedan más aventuras que correr, porque una momia y una chica como Amarna no pueden pasar desapercibidos mucho tiempo. Me ha encantado, ha sido todo un alarde de imaginación :))

    ¡Un abrazo!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, Julia! Me alegro de que te haya gustado esta loca aventura, jeje. De momento no tengo pensado seguir escribiendo sobre Amarna y Ramsey, aunque no lo descarto en un futuro. Pero por ahora voy a centrarme en cerrar series en vez de ir abriéndolas, jajajaja, como Nativity, por ejemplo, que me está dando mucha guerra. Un fuerte abrazo! ; )

      Responder
  3. David Rubio Sánchez

    Un divertido homenaje al maravilloso género de aventuras. Es un acierto haber situado la acción en esa taberna y que la historia sea narrada a través de los diálogos, diálogos muy bien elaborados junto a unas escenas de acción visuales. Vamos, te aseguro que he echado de menos las palomitas para que el momento de lectura hubiera sido perfecto. Un abrazo!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, David! Me alegro de que te haya gustado y entretenido a partes iguales. Además, el comentario sobre las palomitas me ha parecido muy cachondo y te lo agradezco de verdad, porque me hace pensar que he conseguido plasmar lo que deseaba con bastante soltura. Un fuerte abrazo! ; )

      Responder
  4. Irene F. Garza

    Estupendo este loco homenaje Ramón, 🙂
    Lo he disfrutado de principio a fin, con un cambio muy acertado convertido en momia, jeje (eso sí que es imaginación).

    Un abrazo, compi!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, Irene! Me alegro de que te haya gustado! Bueno, la verdad es que de imaginación voy bastante bien servido, jeje. Un fuerte abrazo, compi! ; )

      Responder
  5. Mila Gomez

    Un loco homenaje a tres series que también son de mis favoritas, y que te ha quedado tan genial diálogo y escenas, que he podido disfrutar de tu relato casi como si de una película se tratara. Trepidantes movimientos y con sentimientos que van madurando. Buen espectáculo, Ramón, entretenido y con final apropiado para el caso.

    Por imaginación no será.
    Gracias por el agradable rato.
    Un abrazo-)

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias a ti por leerme y comentar, Mila! Me alegra mucho que te haya gustado el relato. Es una de esas historias que van surgiendo solas, casi sin darte cuenta. Y aunque escribirla me ha costado un poco, por vuestros comentarios siento que he logrado transmitir lo que deseaba. Entretener y hacer pasar un buen rato. Un abrazo! ; )

      Responder
  6. Ziortza Moya

    ¡Bravo Ramón! Qué imaginación y qué estupendos diálogos…, cómo comentan los compañeros ha sido todo un espectáculo. Una brillante aventura que nos retrotrae a esas películas que todos tenemos en mente. Pero lo que más me ha gustado es la forma en que has manejado los diálogos, increíble.
    Me ha encantado, Ramón, enhorabuena.
    Un fuerte abrazo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar y por el tremendo halago, Ziortza! Me alegro muchísimo de que te haya gustado esta pequeña aventura. Dar detalles en los diálogos suele ser un trabajo duro, aunque admito que en esta ocasión surgieron solos, a medida que se iba dibujando la trama. Supongo que tener tan claro como eran los personajes casi desde el principio me ayudó en la labor, jeje. Y se agradecen mucho vuestros comentarios, de verdad. Un fuerte abrazo! ; )

      Responder
  7. Jordi Rocandio

    Genial. Muy bien escrita y una historia muy original. Felicidades

    Responder
    • Ramón Márquez

      ¡Muchas gracias por comentar y por el halago Jordi! Me alegro de que te haya gustado esta loca aventura. ¡Un abrazo! ; )

      Responder

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