Novelesco se complace en presentar «EN UN INSTANTE», un relato escrito para San Valentín. He de ser sincero y añadir que me he visto tentado a ponerle un final malote. Aquí os lo dejo, descubrid si me he atrevido a hacerlo. Espero que os guste ; )

“Llovía a cántaros y hacía frío. Ambos se miraron a los ojos, conociéndose mutuamente desde la distancia. Entonces avanzaron al mismo tiempo hasta quedar parados el uno frente al otro. Y durante un instante la gente que corría por la plaza con sus paraguas desapareció junto a todo lo demás, volviéndose una parte brumosa del decorado nocturno.

 —Hola —le dijo él, dedicándole la más tierna de las sonrisas.

Sonia notó un rubor intenso en la cara. Sentía que por primera vez en su vida, el universo le había hablado de verdad. Y ahora seguía haciéndolo a través de aquellos finos labios y aquellos ojos verdes que le transmitían la más pura sinceridad.

 —Hola —logró responder.

El hombre le tendió la mano y ella la aceptó, notando un cosquilleo interior…”

 

Sonia volvió en sí, sentada tras la mesa decorada con una bola de selenita y unas flores de plástico. No se sentía preparada aquella noche, no le apetecía trabajar.

—¡Todos a sus puestos! —indicó el productor al equipo—. En el aire en tres, dos, uno…

La melodía del programa inundó el plató, consiguiendo que a la chica le dieran ganas de vomitar. A pesar de eso miró a cámara, esbozando una sonrisa vacía mientras sus manos jugueteaban con un voluminoso zaco de cartas. Al instante quiso hablar, pero sus labios continuaron congelados en el gesto artificial, desobedientes.

“Menuda mierda” pensó ella. Seguía en aquel trabajo porque tenía miedo, miedo de acabar más sola de lo que ya estaba, miedo de no encontrar otro empleo y de no pagar las facturas, miedo de terminar viviendo bajo un puente o pasando las noches en un banco del parque.

Haciendo el paripé ganaba un buen sueldo y su programa tenía mucho éxito, pero… ¿A costa de qué? ¿De nutrirse de la desesperación de los demás? ¿Para eso había nacido con un don errático que despertaba cuando le daba la gana?

—¡Venga Bredos, JODER, reacciona de una puta vez! —le llegó la voz de Heras a través del auricular—. ¡ESTAMOS EN DIRECTO!

La sonrisa de la mujer se terminó de forma gradual. Respiró hondo y despegó.

—Buenas madrugadas, queridos telespectadores. Bienvenidos a la sesión especial de San Valentín de Videncias Lunares.

—Bien, bien, sigue así —le dijo producción. La presentadora deseó arrancarse hasta la oreja.

—Vayamos a por la primera llamada de la noche, el amor se siente en el aire…

La nueva melodía sonó ante esas palabras, pastelosa e igual de nefasta que las demás. La irritación de Sonia crecía a cada segundo.

“¿Qué diablos haces aquí?”

Un rápido aviso le bastó para saber que habían aceptado el primer invitado, como solían llamarlos. Pero de gratuito no había nada de nada.

—¡Hola! —se oyó una voz de señora.

La vidente pensó que era mayor.

—¡Buenas noches! ¿Con quien tengo el placer de hablar?

—Me llamo Germinia y tengo 70 años. Siempre veo su programa…

La sonrisa falsa apareció de nuevo, y no porque la deseara. Tenía que realizar su papel, continuar usando la máscara. “Que no sea ese tipo de llamada, por favor” rogó en silencio.

—¿En qué podemos ayudarla, Germinia?

—Ya sé que hoy es San Valentín pero mi consulta trata sobre otra cosa.

—No se preocupe, sobre lo que usted quiera.

“Eso no, por favor”.

—Verá, hace un año mi marido Paco y yo avalamos a nuestro único hijo, y tanto a él como a su mujer los despidieron…

“Mierda”.

—Los desahuciaron el mes pasado y ahora vivimos todos juntos, pero con la pensión mía y de mi marido no nos llega. Me gustaría saber si mi hijo y mi nuera encontrarán trabajo pronto.

Había algo en el tono de la mujer que alertó a Sonia. La desesperación siempre le ponía los pelos de punta. “Pobrecita”.

—Veamos lo que dicen las cartas, Germinia. Espere.

Sus manos se movieron de forma autómata, como movidas por un marionetista. Comenzó a mezclar los naipes, notando la creciente angustia interior pese a su rictus sereno y congelado.

 

“Los músicos tocaban Jazz y ellos escuchaban, uno sentado junto al otro, disfrutando de la velada mientras saboreaban dos copas de vino. Ya llevaban unos meses juntos y ella nunca había sido tan feliz.

 —¿Quieres una rosa? —le preguntó él, nada más terminar la canción.

 Con un gesto galán el hombre indicó a un vendedor ambulante que se acercara y le compró una flor.

 Sonia aceptó el regalo y lo besó en los labios. Olía de maravilla, incluso desde la distancia notaba el aroma.

 —Eres todo un caballero —le dijo después.

 Entonces él estornudó tres veces seguidas.

 —¿Estás bien? —quiso saber ella, preocupada.

 —Sí, sí, me ha venido de golpe —le respondió su novio, con los ojos un poco hinchados.

 —Hay cariño, creo que tienes alergia al polen, o algo así.

—La verdad es que lo sé desde pequeño. A los diez años acabé en urgencias por eso. Pero eres tan mágica que el riesgo bien merece la pena, con tal de verte sonreír…»

 

Deja de mezclar y tíralas ya, llevas un par de minutos le llegó el mensaje del productor.

“Mierda, se me ha ido la cabeza”.

Veamos lo que nos dice la buena fortuna reaccionó ella.

Sus dedos colocaron las cartas formando la cruz celta, una posición a la que había cogido auténtica manía.

Bien Germinia, aquí dice… al mirar la tirada con mayor detenimiento comprobó que las cosas no salían muy favorecedoras. En la posición central, el nefasto naipe de La Torre se cruzaba con La rueda de la fortuna. Necesitó respirar hondo antes de hablar—. Dice que su situación económica es muy complicada y habrá un cambio…

“Los van a desahuciar” tuvo esa certeza.

Si, si, ¿pero dice algo bueno? preguntó la señora, alarmada ante sus silencios.

Dice que tanto su hijo como su nuera han tenido entrevistas que no han salido bien.

¡Ay sí! ¡Eso es verdad! ¿Habrá algún cambio?

Sonia se sintió desfallecer. Llevaba unos meses odiando su empleo con toda la fuerza de su corazón. Aquella buena mujer no requería los inflados precios de una pitonisa televisiva, le urgía un auténtico milagro, un despertar en la sociedad actual, en la consciencia global del mundo.

“Miente, no le destroces más el corazón y no alargues la llamada. Necesitará ese dinero”

Las cartas reflejan que tendréis que apretaros el cinturón, al menos durante una temporada. Pero que al final las cosas volverán a su cauce, ya lo verá.

La vidente se forzó a mirar a cámara, sonriente. Por dentro notaba el vacío de la mentira piadosa.

—¡Aaaaay, que alivio! —exclamó la anciana— ¡Muchas gracias preciosa, guapísima!

Cuando ésta colgó, la mujer suspiró mientras recogía las cartas.

 

“—¿Cómo te hiciste esa herida? —quiso saber curiosa, viendo como él se duchaba a través de la mampara. En la nalga izquierda tenía una cicatriz con forma de media luna.

 —Cuando era pequeño me arañó el gato de una amiga de mi madre.

 —¡Vaya! —exclamó ella, estallando en una sonora carcajada—. Algo le harías al pobre animal…

 —Creo que le di un tirón de la cola y se vengó —le contestó su novio, cerrando el agua—. ¿Te gusta?

 —Me parece muy sexy.

 —¿Solo la cicatriz? —preguntó el hombre, saliendo de la ducha aún mojado. Como de costumbre, se había olvidado de prepararse la toalla.

 —Todo tú, hermoso —respondió Sonia, lanzándole una junto a un beso invisible…”

 

 —¡JODER! ¡¿HOY HAS VENIDO COLOCADA O QUE TE PASA?! —la riñó Heras, bastante enfadado—. Luego vamos a tener una charla muy seria, Bredos, te lo juro. Prepárate, que viene el segundo invitado de la noche.

La chica sonrió de nuevo. El productor era un auténtico gilipollas, en todos los sentidos.

—¡Hola! —sonó una voz femenina, que en aquella ocasión parecía más joven.

—Bienvenida a Videncias Lunares. ¿Con quien tengo el placer de hablar?

“¿Realmente NO deseas escapar?”

—Me llamo Puri y tengo cuarenta años.

—Encantada. ¿Quieres saber algo del amor?

Al decir eso los de producción pusieron el estridente sonido de una vuvucela. Luego volvió la pastosa sintonía especial de la noche.

“Voy a morir de asco” pensó Sonia. La pobre señora Germinia seguía revoloteando en su cabeza.

—En efecto, me gustaría ver si voy a encontrar novio este año. Soy divorciada y ya me he cansado de la soledad.

—Muy bien, Puri. Veamos lo que dicen los astros.

La mujer mezcló los naipes otra vez. Un minuto después los colocó de nuevo en aquella posición aberrante.

“Menos mal, un poco de esperanza” pensó, al ver que la tirada gozaba de un balance positivo.

—Estás de suerte, guapa —soltó, esforzándose en parecer agradable. Por dentro deseaba ser un ogro, aunque aquella telespectadora no tenía la culpa de su ánimo alterado—. El amor flota en el aire. Aquí me dice que has conocido a dos hombres.

La vuvucela otra vez. Quiso matar a sus compañeros de produ.

—Pero vigila, también veo que uno de ellos está casado o ya tiene una relación estable.

—¡Es verdad! —exclamó Puri.

—Pues olvídate de ese, te lo aconsejo. Las cartas me dicen que te centres en el otro, el que te atrae menos físicamente. Añadiré que te escuches a ti misma cuando estés con él, ya lo verás.

Otra llamada menos. La noche transcurría lenta, sin pausas. Los “invitados” siguieron sucediéndose sin parar y solo un tercio demandaban la buena fortuna en el amor. La inmensa mayoría deseaba saber sobre temas tan complicados como desagradables, la situación económica de mucha gente se jodía día a día.

“Venga, que solo faltan tres horas” reflexionó Sonia, mirando de reojo a su reloj.

Pronto llegó el doceavo invitado. Y algo en su interior pugnaba por salir a la superficie. Definitivamente, estaba harta de vivir así.

“Déjalo ya, no quieres marchitarte aquí”.

—Hola —dijo una voz de hombre.

—Buenas noches, bienvenido a Videncias Lunares. ¿Con quien hablo?

—¿No lo sabes? —dijo el televidente, en un claro tono jocoso—. Pues vaya mierda de adivina.

“El chistoso de la noche”. Al menos había sido breve.

—Hoy estás regulera, señorita Bredos —le dijeron a través del pinganillo—. Espero que no sea otro cretino, ahí tienes al siguiente…

“Tu sí que eres un jodido cretino” le contestó ella de forma mental.

—Hola, buenas noches —entró al aire el invitado número trece.

Esa voz masculina dejó a la presentadora sin aliento. No sabía explicarlo, pero… en un instante había sentido que… ¿Lo conocía?

 

“—Sonia, solo llevamos un año juntos pero… 

 La lluvia caía incesante contra el techo de la parada de autobús, un refugio improvisado que la pareja se había visto obligada a buscar ante el inesperado aguacero. Ella se ajustó la cazadora de su chico sobre los hombros y lo miró a los ojos, prestando atención a lo que decía.

 —Te amo… —continuó hablando él—. Desde la primera vez que te vi en ese programa de la tele tan horroroso. Llegué a verlo mil veces solo para oírte hablar, sonreir…

 Esas palabras provocaron en la chica un repentino escalofrío, percibía como el don volvía a despertar y de repente sabía lo que iba a suceder a continuación.

 Entonces, como un Romeo empapado y de cabello revuelto, él se agachó. El bolsillo del pantalón estaba tan pegado a su piel que le costó un gran esfuerzo sacar el pequeño estuche, que tras ser abierto, mostró un precioso anillo.

 —¿Quieres casarte conmigo?

 La mujer contuvo el aliento. Los ojos verdosos de su novio relucían mas que la joya, cautivadores… En ellos se veía reflejada a sí misma, un rostro ligeramente demacrado por las desgracias de la vida que cambiaba al sentir ese calor, volviendo a relucir.

 No hubo un gritito, ni un salto de alegría. Ella lo ayudó a ponerse en pie, dedicándole la más sincera de las sonrisas y luego lo besó en los labios, abrazándolo bien fuerte.

 —A partir de ahora no volverás a estar sola —le susurró el hombre, feliz ante la clara respuesta afirmativa—. Yo seré tu padre, tu hermano, tu mejor amigo, tu confidente, y tu siempre fiel y enamorado amante…”

 

 —¡MALDITA SEA BREDOS! —exclamó Heras a través del auricular, furioso—. ¡TE LA ESTÁS JUGANDO!

—Buenas noches —reaccionó ella, ignorando al productor—. Bienvenido a Videncias Lunares. Con… ¿Con quien tengo el placer de hablar?

 —Me llamo Rodolfo, pero todos me llaman Rodi. Suelo… suelo veros cuando tengo insomnio.

—Es muy común Rodi, encantada de atenderte.

—Me gustaría decir una cosa antes de preguntar nada.

La mujer sonrió a cámara, la primera sincera de la noche. ¿Qué diablos le sucedía?

—Me gustaría decirte que lo único que se salva de este programa eres tu.

—Gilipollas —dijo Heras por el pinganillo—. A este lo cortam…

—¡Ni se te ocurra! —lo interrumpió Sonia—. No hablo contigo, Rodi, es con producción…

—¡COMO COJONES TE ATREVES A CUESTIONARME EN DIRECTO, JODIDA IMBÉCIL!

Aquello fue la chispa, la gota que colmó a rebosar un barreño lleno de mierda. La mujer se quitó el pequeño auricular y lo tiró al suelo.

—Estás de suerte Rodi, porque me despido —añadió.

—Vaya… —dijo el hombre al otro lado de la línea.

—Vas a ser mi última consulta y tenemos poco tiempo. El cabronazo de mi jefe puede cortar la señal en breve así que… ¿Deseas saber algo del amor?

Se oyeron risitas de varios miembros del equipo.

—Pues si…

La mujer mezcló las cartas y formó la cruz celta con movimientos rápidos. Una energía mágica imperaba en el aire y había algo más… La reina de copas, comúnmente llamada como “La vidente” salía en una privilegiada posición.

—¿Nos conocemos de algo? —inquirió Sonia, mirando a cámara.

—No, la verdad es que no. Pero me encantaría… ¿Sale algo positivo en la tirada?

—Tu alma gemela te aguarda, Rodolfo…

Heras hizo acto de presencia en plató acompañado por el productor general, destripándola con la mirada. Mientras tanto, su superior la escrutaba en silencio con una chispa reluciendo en los ojos, como si acabara de conocerla. Y parecía gratamente sorprendido por el giro del programa.

—¿Y sabes como lo sé?

—¿Las cartas?

—Tienes los ojos verdes, ¿verdad? —respondió ella con otra pregunta.

El silencio ocupó la línea telefónica durante un instante.

—Si, son verdes. ¿Cómo lo has sabido?

Sonia volvió a sonreír. De repente había comprendido que el universo le hablaba, que lo había estado haciendo durante toda la noche, mostrándole piezas de un puzle que debía componer. Se le humedecieron los ojos.

—Del mismo modo que sé que eres un romántico empedernido, galán y que te gusta el Jazz…

—¡Cierto! —exclamó el hombre,  sorprendido—. Lo de galán no lo tengo claro, pero lo otro es verdad.

—También sé que eres alérgico al polen y te llevaron a urgencias a los diez años, y que siempre te olvidas de prepararte la toalla cuando te vas a duchar…

—Joder, joder…

Sus compañeros de programa la miraban totalmente hipnotizados. Incluso Heras callaba y observaba, atónito.

—Sé que tienes una cicatriz con forma de media luna en una nalga, el regalo del lindo gatito de una amiga de tu madre…

—¡OH, DIOS MÍO! ¡ESO ES…! ¿CÓMO DIABLOS…? ¿PERO QUÉ…?

—¿Sabes como sé todo eso? —le preguntó Sonia entonces, visiblemente emocionada.

“Escapa pajarito, sal volando y siente la libertad”.

—Porque has llegado a ver mil veces este programa horroroso, solo por verme sonreír, por oírme hablar…

—Me estoy asustando, me da vergüenza admitirlo pero eso también es cierto… Tú… ¡Tú eres real!

—¿Quieres conocerme de verdad?

—¡SÍ, DE VERDAD QUE SÍ !

—Quedamos en una hora, en Plaza Cataluña, justo en el centro. Y va a llover mucho, que lo sepas.

Los de producción detuvieron la llamada, pero a Sonia ya le daba absolutamente igual. Se levantó, cogió las cartas y las tiró al aire, pequeños trozos de cartón estampado que flotaron grácilmente a su alrededor durante unos segundos. Después miró a cámara por última vez, sabía que a ella no la iban a cortar.

—Y vosotros, mis queridos telespectadores, antes de irme y no volver me gustaría deciros varias cosas: creo que hay videntes reales entre nosotros, gente que tiene un don. Quizá sea, simplemente, que está más despierta en algún sentido o que ha desarrollado algo con mayor intensidad, sin ser por ello peor o mejor persona que nadie. Pero por desgracia también creo que existen un sinfín de fantoches que se alimentan de las atrocidades ajenas para ganar mucho dinero. »Sed listos, escucharos a vosotros mismos porque muchas veces, es en el templo del corazón donde se hallan las verdaderas respuestas y no en programas como este. Todos tenemos intuición innata, aprended a oírla, tal vez acabéis despertándola tanto como yo. Aquí se despide Sonia Bredos, hasta nunca.

 

 “Los rayos del sol entraban por los pequeños agujeros de la persiana bajada. Él dormía plácidamente a su lado, medio desnudo, y ella lo contemplaba en silencio, esbozando una sonrisa al ver como su barriguita subía y bajaba de forma acompasada.

 La noche anterior había sido maravillosa, tanto la boda civil como el convite fantásticos, rodeados por sus familiares y los amigos más allegados.

 El don había vuelto a despertarse esa mañana. Sonia sabía que en unas horas, en su interior germinaría un pequeño guisante…”

 

Llovía a cántaros y hacía frío. Ambos se miraron a los ojos, conociéndose mutuamente desde la distancia. Entonces avanzaron al mismo tiempo hasta quedar parados el uno frente al otro. Y durante un instante la gente que corría por la plaza con sus paraguas desapareció junto a todo lo demás, volviéndose una parte brumosa del decorado nocturno.

—Hola —le dijo él, dedicándole la más tierna de las sonrisas.

Sonia notó un rubor intenso en la cara. Sentía que por primera vez en su vida, el universo le había hablado de verdad. Y ahora seguía haciéndolo a través de aquellos finos labios y aquellos ojos verdes que le transmitían la más pura sinceridad.

—Hola —logró responder.

El hombre le tendió la mano y ella la aceptó, notando un cosquilleo interior.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

12 Comentarios

  1. María

    Me ha encantado. Perfecto para este día, lleno de magia y de amor.
    Precioso. Me has enganchado desde la primera letra.
    Un besillo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar y por los halagos, María! Me alegro que te haya gustado el relato y que te haya mantenido en vilo hasta el final, que perfectamente podría haber sido catastrófico, jeje. Un abrazo! ; )

      Responder
  2. Julia C.

    Un relato absolutamente precioso, Ramón, y me quedo corta. La historia de amor entre tus protagonistas resulta «refrescante» y original. Por una vez el don de la chica sirvió para traer algo realmente bueno a su vida. Y la forma de narrar también me ha gustado mucho, nos haces ir intuyendo poco a poco, ir encajando las piezas. En definitiva, que me ha parecido muy ameno y que me ha encantado 🙂

    ¡Un abrazo!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar y por los halagos, Julia! Me alegra que te haya gustado el relato. Hay ocasiones en las que si le damos una vuelta de tuerca a la narrativa, a la manera de contar la historia, puede darnos un resultado un poco diferente pero chulo. Y la idea me vino así desde el principio, como un puzzle. Un abrazo! ; )

      Responder
  3. Mamen Piriz García

    Me ha gustado tu relato, como has ido engarzando el relato con la echadora de cartas. donde ella misma iba forgandos u propio destino. Un abrazo

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar Mamen! Me alegra que te haya gustado. Un abrazo! ; )

      Responder
  4. R. Ariel

    Ramón, no es la primera vez que llego a tu blog, lo que sucede es que lo encuentro cambiado, aunque sigue vigente el gran escritor que eres. Debo decirte que tu relato es magnífico. Hay muchos atributos para destacar pero hay uno que me llegó profundo y que es la intensidad. Todo es muy bueno en esta historia, la trama tejida con parlamentos y pensamientos, la arquitectura externa e interna, la rotunda construcción de los personajes, tanto los principales como los secundarios, el ritmo y la claridad del narrador. Todo suma, pero hay algo detrás de las palabras, del estilo cuidado que posees, que a mí, en particular me importa mucho y es la emoción y el sentimiento que trasunta. Y de esto tiene mucho, o casi todo. Por eso te quería comentar lo de la intensidad, porque me ha llegado de ese modo. Pones en juego las emociones al servicio de la historia, o tal vez más, al servicio del argumento, del mensaje contra la hipocresía, de la pregunta implícita acerca de qué hacer si con la compasión no alcanza para solucionar el drama de las gentes que sufren, por ejemplo a manos de los infames poderes financieros. Una historia magnífica narrada con tu magnífica pluma.
    Te mando un gran abrazo.
    Ariel

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por volver a pasarte por aquí y por tus palabras, Ariel! Me ha encantado y me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario, de verdad. Desde el principio tenía muy claro lo que deseaba transmitir, y tras leerte, por un instante me he sentido genial al ver que lo había conseguido. Espero que también te haya gustado el nuevo aspecto del blog y solo me queda decirte que vuelvas siempre que quieras. Un gran abrazo! ; )

      Responder
  5. Ziortza Moya

    Hola Ramón, precioso relato. Y también intrigante, ya que ibas intercalando momentos del «futuro» de la protagonista con esos angustiosos del presente. Yo creo que al leerlo, todo el mundo piensa que se trata de algo pasado, de ahí la sorpresa final inesperada cuando realmente nos percatamos de que eran premoniciones de Sonia. Muy buenos los diálogos con ese Heras que realmente da grima.
    Mi enhorabuena, un abrazo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por pasarte por aquí, comentar y por los halagos Ziortza! Me alegra de que te haya intrigado y gustado el relato, y de que el final te pillara por sorpresa! Un abrazo! ; )

      Responder
  6. Conxita

    Me ha gustado mucho Ramón aunque tengo que reconocerte que me has despistado con esa tentación de hacerlo acabar mal, y mira me ha salido la vena romántica y quería que acabara bien y lo ha hecho.
    Tal y como comenta Ziortza pensaba que ella estaba rememorando una historia pasada y resulta que estaba adivinando su propio futuro, ese elemento diferente me ha encantado.

    Y también que esta falsa pitonisa tuviera conciencia con la pobre mujer con problemas económicos. Hace ya unos días hice un relato precisamente hablando sobre las pitonisas y las que echan las cartas, mientras lo escribía me enteré que el negocio de la adivinación es el que más crece en épocas de crisis y me indignó pensar que se aprovechan de la desesperación de las personas, al menos tu protagonista intenta arreglarlo. Muy logrado ese guionista impertinente.

    Un saludo

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar Conxita! Me alegro de que te haya gustado el relato y como se va componiendo el hilo narrativo. Al crearlo, imaginé desde el principio que Sonia tenía dones de verdad, y ese es precisamente el punto de inflexión, que posee uno que en muchas ocasiones es errático pero que cuando despierta, lo hace bien, jeje.

      Me parece muy fuerte el dato que comentas, y triste al mismo tiempo. No obstante a lo largo de nuestra historia, y por desgracia, esas coas siempre suceden y acaban saliendo personas que se aprovechan de situaciones oscuras para los demás. A pesar de eso me considero un hombre con la mente bastante abierta al respecto y opino que pueden existir videntes de verdad, quien sabe. Un abrazo! ; )

      Responder

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