RELATO 9. SOLO

Enterarse de aquello no hizo más que alimentar la determinación del chico. Hacía tiempo que sentía que no encajaba con su círculo social, una sensación que se había ido intensificando con el transcurrir de los años y que al principio había intentado silenciar con una máscara de conformidad, engañándose y diciéndose que lo que vivía era normal.

Pero nada duraba eternamente, ni siquiera el autoengaño…

“Todo el mundo piensa que estás ido sin retorno y que cualquier día te encuentran con una bolsa de plástico en la cabeza o con una soga alrededor del cuello…” volvió a leer el mensaje de texto que le habían envidado, tan tóxico que por un segundo hasta le habían escocido los ojos.

“Que bien” pensó el chico, esbozando una tensa sonrisa. “Si sigo juntándome con ellos después de esto SÍ que estaría ido sin retorno. Como siempre, mandándome la mejor energía positiva del planeta”.

Se tumbó boca arriba y recordó los buenos momentos. No todo había sido tan malo… “Oh, venga ya, siempre se han esforzado por reventar la balanza”. Siempre había estado solo en realidad. Y ahora, sólo debía mirar hacia delante…

Una presencia que lo había visto todo volvió a saltar.

RELATO 10. LABIO ROJO

El carmín rojo lograba que sus labios contrastaran y el vestido estilizaba sus curvas, algo que le gustaba. “Voy perfecta” pensó con una sonrisa…

—Ahí está —susurró a la nada.

El coche se detuvo y el conductor bajó la ventanilla. Se trataba de un cincuentón corpulento y muy bien vestido. La joven confirmó sus sospechas.

—Hola preciosa.

—Hola machote. ¿Te gustaría dar una vuelta conmigo?

—¿Cuánto por un completo?

—Para ti serán ochenta.

—Ven bonita. Me da tiempo antes de una reunión.

La chica se subió al Mercedes y le acarició la entrepierna.

—Así que vas de reunión, ya decía yo que ibas muy guapo…

—Gra… gracias.

Tras unos minutos se detuvieron en un descampado rodeado de cañaverales. “Es perfecto” pensó la chica.

—Tenemos media hora, muñeca —puntualizó el hombre, desabrochándose los pantalones.

Ella sonrió y buscó en su bolso lo que necesitaba…

—Lo siento caballero, terminaremos en mucho menos…

Entonces sacó una pistola con silenciador y le pegó un tiro en el entrecejo. Después, abandonó el coche y caminó hacia la carretera.

—Objetivo cumplido —susurró a la nada—. Ya no habrá riesgo de fusión. Venidme a buscar.

Una presencia que lo había visto todo volvió a saltar.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

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