Capítulo 2

La tormenta rugía furiosa sobre dos figuras a las puertas del hospital, rociándolas sin piedad y logrando que sus cabellos y sus ropas se les adhirieran sobre el cuerpo como una segunda piel. Una multitud de gente protegida con paraguas entraba y salía del edificio, esquivándolas de forma automática sin apenas detenerse a contemplarlas, como si no fueran más que sombras cruzadas en su camino. Pero de haber mostrado interés, alguien se habría fijado en aquella mujer joven que abrazaba con fuerza a un niño pequeño, de rodillas en el suelo, siendo capaz de captar el halo de increíble tristeza que los sumergía más que la tempestad…

1970, Barcelona

—¿Es usted la señora Avellán, la esposa de Mario Martín?

—Yo misma —respondió Macarena, sintiendo un helado escalofrío.

Desde que llegaran al hospital su cuerpo no había parado de captar señales extrañas que la alertaban, provocándole un intenso malestar emocional… No sabía explicarlo con palabras pero ya no… ya no lo sentía…

Daniel se abrazaba a las piernas de su madre con fuerza, mirándolo todo mostrando aparente inseguridad.

—¡¿Cómo está mi marido?! —preguntó la mujer, alzando el volumen de forma involuntaria.

El médico desvió la mirada y pareció quedarse absorto en el pequeño, un gesto que para ella no pasó desapercibido. “Dios mío” pensó, cerrando los ojos y dejando que las primeras lágrimas resbalaran por sus mejillas. Aquel silencio momentáneo había hablado a viva voz mucho antes de que fluyeran las palabras, transmitiendo un mensaje que la traspasaba como un cuchillo y le rompía el corazón.

—Lo lamento, su esposo no ha podido superarlo… Hemos hecho cuanto heeeeeeemmmmm…

El mundo desapareció durante unos segundos. Macarena apretó por instinto a su hijo contra sí, incapaz de mirarlo a los ojos. Se cubrió la boca con la mano, en un intento de contener un aullido interior que pugnaba por salir a la superficie, desde una parte recóndita de su ser. Por dentro se sentía hervir de forma agonizante, mientras rememoraba los preciosos ojos de Mario, su sonrisa… Aquella misma mañana habían hecho el amor antes de que él se marchara a trabajar muy temprano. Después ella había vuelto a dormirse, aprovechando que aún le quedan dos horas para levantarse, sin ni siquiera decirle adiós…

—¿Mama, qué dice este señor? Quiero ver a papá, ¿dónde está?

Al oír la voz de su hijo, la mujer volvió a la cruda realidad… ¿Cómo iba a criarlo ella sola? Ya no le quedaba familia…

—Ha de haber un error… No… no puede ser… Mi marido no superaba los cuarenta años, estaba sano…

El hombre había captado la tensión del momento y con resignada paciencia, respiró hondo antes de hablar.

—En ocasiones sucede, no es común pero se dan casos…

—¡No es posible! —lo interrumpió ella—. ¡Los infartos no ocurren con personas tan jóvenes! ¡NO PUEDE HABER MUERTO, HAN DEBIDO DE EQUIVOCARSE!

Al oír a su madre el niño estalló a llorar y salió corriendo, esquivando a la gente que lo miraba extrañada.

—¡Daniel!

—¡Dios santo, que alguien coja a esa criatura! —gritó el doctor.

La mujer logró reaccionar y arrancó a perseguir a su hijo. Le temblaban las piernas, tanto que apenas lograba mantenerse en pie y veía con dificultad, en un llanto incesante que no era capaz de dominar…

—¡CARIÑO! —lo iba llamando, con voz temblorosa— ¡DANI!

De golpe varias personas, conscientes de la situación, intentaron agarrar al pequeño pero éste se escabulló entre sus manos. Pronto llegaron a las puertas principales del hospital, donde ya se oía el estruendo de la tempestad.

Macarena vio horrorizada como Daniel salía al exterior y aceleró todavía más, consiguiendo interceptarlo en la calle, exhausta. Llovía a mares, tanto que en menos de un par de segundos ambos ya se hallaban calados hasta los huesos. Entonces ella cayó de rodillas al suelo, agotada y jadeante, rendida ante la vida. Al verla en aquel estado el pequeño la abrazó con fuerza, y ambos se fusionaron en uno solo, unidos por el dolor de la pérdida. Porque a partir de aquel mismo instante, sus vidas habían cambiado para siempre.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

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