Base lunar N.a.t.i.v.i.t.y, 25 de diciembre, año 3014.

Buenos días y feliz navidad.

—¿Cuanto tiempo he estado aquí dentro? —quiso saber Bel, pasando por alto el saludo.

—Unas 27 horas. ¿Recuerdas como has llegado?

—¡Me trajiste en esa maldita cosa voladora, maldito bastardo! Llegué a creer que nos íbamos a matar…

Al decir eso la joven se abrazó el vientre por instinto, un poco aturdida…

—He tratado tus lesiones, que no eran pocas…

Ella pareció quedarse absorta y volvió a estudiar algunas de sus heridas, que presentaban un aspecto cicatrizado y rojizo, siendo apenas perceptibles.

—Ya lo veo… —respondió, escudriñando la tapa de cristal que se erguía sobre su cabeza.

—Me parece sorprendente que en tu estado aguantaras tanto.

Se hizo un silencio incómodo.

—Soy una chica dura.

—Me ha quedado claro, que no te quepa duda. De paso he aprovechado para realizar exploraciones y estudios al bebé.

—¿Has hecho qué?

—Las pruebas han salido sorprendentemente bien, Bel. No las tenía todas conmigo, pero es un varón sano.

Al escucharlo, una sonrisa se dibujó en los labios de la humana, visiblemente emocionada.

—Su sexo era un misterio —alegó mientras se miraba la barriga durante un instante—. Creo que estoy de nueve meses…

—Por cinco días no llegas. Y según la estación médica tu cuerpo ya está preparado para el alumbramiento e indica que lo harás en unas horas. El niño nacerá hoy, 25 de Diciembre.

—¿Este trasto sabe eso?

El androide asintió y entonces Bel captó que una risueña sonrisa se había dibujado en su rostro.

—¿A qué viene esa cara?

—¡Me parece una mágica coincidencia que hoy sea navidad! Por no hablar de tu propio nombre…

—Gilipolleces, nunca la he celebrado —añadió ella, frunciendo el ceño—. La vida no está hecha para festejar mitos. Sobrevivir en un sitio de mierda como Nativity, lleno de máquinas asesinas, sí que me parece un milagro y algo digno de una fiesta.

La chica notaba su cuerpo extraño, demasiado tranquilo. Pero al menos no sufría ningún dolor. De repente sintió la imperiosa necesidad de ponerse en pie y comenzó a buscar otra vez sus pertenencias, comprobando que no aparecían por ningún lado. De forma instintiva miró a su izquierda, descubriendo que sobre una mesita cercana de aspecto lujoso había un precioso vestido blanco.

—No busques, menos esa mochila tan divertida y alguna de tus armas, lo he tirado todo —añadió JAK, captando sus intenciones—. No hace falta ser un sintético para saber que, tener viviendo contigo a diez clases de piojos diferentes, no ha de resultar muy saludable. Me ha costado desparasitarte, ¿lo sabías? Por fortuna vivo en unos antiguos almacenes, aquí encontrarás todo lo que quieras.

Bel suspiró y dedicó a su salvador una mirada inquisidora. ¿Cómo era posible? Había acertado, la mochila era lo único que tenía valor emocional para ella. Definitivamente su nuevo amigo apuntaba muy buenas maneras, aunque tenía que hacerse con un pistola, por si cambiaban las tornas.

Durante un segundo le vinieron imágenes de su pasado, de su familia… Las reprimió con todas sus fuerzas, tenía que ser fuerte…

—Date la vuelta —ordenó al androide, de forma burda. No había pretendido que le saliera un tono tan duro, pero seguía notando su ánimo jodido, pese a los medicamentos que bien seguro le habían administrado.

—Se dice gracias, ¿no? —puntualizó él, obedeciendo a la imposición sin borrar el gesto de los labios—. Creo que la buena educación nunca viene mal.

La mujer lo ignoró y apoyó los pies en el suelo, antes de levantarse con mucho cuidado. Cuando comprobó que no había peligro y podía sostenerse por si sola, dejó de aferrarse a la máquina y caminó lentamente hacia su nuevo atuendo…

—Ya puedes mirar.

El androide se volvió, descubriendo que había acertado en la elección. Su invitada parecía la princesa de uno de esos libros infantiles que guardaba en la biblioteca del piso de abajo. Muy redonda gracias a la abultada barriga, pero preciosa.

—¿Te gusta? —quiso saber, lleno de curiosidad. Captó que a la chica le brillaban los ojos.

—Es genial. Ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado llevando algo así. Ahora podría decirse que estoy a tu altura, también vas muy elegante. ¿Coleccionas vestidos?

Ambos mantuvieron la mirada durante un instante.

—Colecciono muchas cosas. ¿Te gustaría verlas?

—Por qué no.

JAK notó el cambio en la actitud de la joven y le tendió la mano, para luego ayudarla a caminar hacia una silla cercana de aspecto moderno y robusto.

—¡Ay Dios! —exclamó ella, al ver que el asiento flotaba sobre el suelo desprendiendo una pálida luz—. ¡Todavía me acuerdo de tu maldita motocicleta asesina, no esperes que me siente!

El androide sonrió ante la ocurrencia.

—Las contracciones no tardarán en llegar, así que en tu estado no es conveniente que camines mucho. Y no te preocupes, esta belleza fue diseñada para las personas de clase alta con movilidad reducida. Además, los módulos anti gravitacionales Angelicus son geniales y personalizables. ¿Prefieres que sea de otro color?

La chica le dedicó una mirada suspicaz, antes de hablar.

—Lo que prefiero es no sentarme, joder. Seguramente es nueva y eso será porque nadie se ha fiado de estos malditos trastos…

—En efecto, la vas a estrenar más de cien años después de su fabricación. Las personas con discapacidad fueron las primeras en caer durante el estallido, ¿sabías? Junto a los niños y los enfermos, claro.

JAK logró modular su tono de voz durante la última frase, consiguiendo el efecto deseado.

—No hace falta que me des detalles tan macabros.

Bel cedió a regañadientes y una vez sentada tuvo que admitir lo cómodo y ergonómico que le resultaba el asiento, ya que se adaptaba a su silueta a la perfección. Además, notaba que flotaba a unos centímetros del suelo con un ligero y suave vaivén que le parecía curioso.

—Cómoda, ¿verdad?

—¿Puedes cambiarle el color a las luces?

El robot asintió y le colocó un pequeño artilugio detrás de la oreja.

—Estas sillas funcionan con neurotransmisores, usan el pensamiento, así de simple. Escoge tú misma el tono que quieras…

Entonces la luz cambió, adquiriendo un color verdoso y brillante.

—He de admitir que me parece una pasada… —dijo ella, con un destello de tristeza dibujado en la mirada…

—Bien, ahora que estás preparada vamos a dar una vuelta por mis dominios.

—La verdad es que tengo algo hambre. ¿Tienes comida?

JAK meditó la respuesta. No estaba seguro de si era buena idea darle de comer, pues conocía los riesgos que podían surgir durante el parto.

—Desde luego, pero es mejor que de momento no comas nada. Cuando tengas al niño te prepararé delicias que jamás has imaginado.

Bel asintió, volviendo a acariciarse el vientre de forma risueña. Había asistido a algunos partos a lo largo de su vida y conocía los riesgos que podían surgir aunque… Ninguna de sus conocidas había contado con una estación médica que funcionara en perfectas condiciones…

Distraída, paseó la mirada por la estancia fijándose en la bonita decoración de la sala, que daba a la inmensa terraza por la que habían entrado. Luego observó la máquina, dándose cuenta de que desentonaba allí en medio. Entonces pensó en lo distinta que hubiera sido su vida si Nativity no se hubiera ido a la mierda…

—¿Sabes cocinar? —preguntó de repente, intentando no pensar.

El sintético percibió la melancolía pero se abstuvo de comentar algo al respecto.

—Te sorprenderías. Dispongo de una pequeña cuna del conocimiento perdido en el piso de abajo. Mientras dormías he estudiado la carrera de ingeniería médica, pediátrica y a varios cocineros de prestigio. Soy un sintético listo.

—¿Y todo eso por mi?

En los ojos del androide resplandeció una chispa que ella fue incapaz de descifrar. Él no se parecía a nada que hubiera conocido antes y tenía que admitir que sentía una creciente curiosidad.

—Hacía mucho tiempo que no tenía invitados. Vamos, me muero de ganas de enseñarte todo esto.

Al cruzar la puerta de la estancia la chica soltó una exclamación de sorpresa. Ante ellos se abría un enorme y diáfano pasillo, en cuyo centro había un precioso parterre con fuentes, caminitos serpenteantes rodeados de bancos y farolas de aspecto clásico. Las paredes, pintadas de un tono celeste similar al de la fachada exterior, contrastaban con las baldosas blancas y negras del suelo y el color de la vegetación, provocando un efecto espectacular. A ambos lados se abrían tiendas variopintas llenas a rebosar y perfectamente ordenadas, con los cristales de los escaparates igual de impolutos que todo lo demás. No había ni una sombra de polvo o suciedad, como si allí el tiempo se hubiera detenido y el brote civervírico jamás hubiera llegado, provocando en la mujer una sensación de irrealidad.

—Es increíble —dijo Bel, embobada con el techo, decorado con bellos frescos y cristaleras de motivos florales.

—Gracias —contestó JAK, halagado—. Pienso que es la opulencia bien diseñada, por eso lo escogí. He tenido que reconstruirlo un poco, aunque no lo parezca aquí hubo una masacre.

La humana le dedicó una mirada desdeñosa.

—Deja que lo adivine… ¿Te costó mucho quitar el rojo sangre?

El sintético esbozó una sonrisa y guardó silencio, prefiriendo no responder a eso.

—Vayamos al piso de abajo, los ascensores no están lejos.

Ambos avanzaron con extrema lentitud, ya que la chica se detenía constantemente delante de los comercios, mirándolo todo con suma curiosidad.

—No hay prisa, podemos entrar en las tiendas que quieras.

—Ha debido costarte mucho mantenerlo así de bien.

—Ni te lo imaginas, aunque para mí el tiempo no es un problema. Por suerte dispongo de un ejército de robots domésticos…

Al oír eso Bel lo miró espantada.

—No te preocupes, tienen programas sencillos y una IA limitada. Tardé años en desinfectar mi hogar y no está conectado a la red principal de Nativity, uso los propios generadores del edificio para conseguir la energía que necesito, y puedo asegurarte que no es poca.

Pronto llegaron al los ascensores y una vez subidos en uno, la mujer quedó impactada con la lujosa decoración de la cabina y el hilo musical, pues nunca en su vida había escuchado nada igual.

—Es una pieza de Mozart, un antiguo compositor terrestre del siglo dieciocho —puntualizó JAK, al notar la sorpresa.

—¿Tienes mas así?

—Ya te dije que colecciono de todo. Puedes moverte libremente sin problemas, aunque prefiero que lo hagas cuando estés en mejores condiciones, ya que esto es enorme. Y para que te quedes tranquila, añadiré que nada puede entrar a menos que se haga por la terraza, como nosotros.

—Si, todavía me acuerdo…

Las puertas del elevador se abrieron, mostrando otro pasillo similar al del piso de arriba. Aunque en aquella ocasión había una gran diferencia. A un lado seguían sucediéndose una infinidad de tiendas, situadas en fila recta una al lado de la otra, pero los parterres centrales habían sido sustituidos por pilares de piedra ricamente ornamentados y bancos. Y lo que más impactó a la joven, fue descubrir que en la pared que había frente a ellos se abrían enormes cristaleras que mostraban un esplendoroso patio interior.

—Parece un bosque… —soltó ella, sin poderse contener.

—Tiré abajo algunos comercios para lograrlo. Por fortuna la estructura de los almacenes tiene forma cuadrada y está hueca, algo que sin duda lo volvió posible. Yo lo llamo mi edén particular, libre de amenazas.

—¿Edén?

JAK se rio ante la pregunta.

—¿No eres de ninguna religión? Me parece extraño que sepas lo que es la navidad y no otras cosas.

—Mis bisabuelos eran cristianos, pero ya te dije que nunca perdíamos el tiempo con fiestas y mitos inútiles. Yo creo en la vida, simplemente. Aunque en mi grupo había gente de varias creencias, nadie las celebraba. Vivir huyendo constantemente, buscando comida y armas para protegernos no da para mucho, sobre todo cuando la muerte puede venirte de cualquier lado…

—Es práctico, lo comprendo. Vamos al jardín, quiero presentarte a mis amigos.

La silla se detuvo de repente.

—¿Amigos?

El androide notó la desconfianza en el tono de voz y se volvió para mirarla a los ojos.

—¿Confías en mi?

Bel frunció el ceño.

—¿También tienes un arsenal?

—¡Claro que si! ¡Ya te he dicho varias veces que colecciono de todo!

—Pues dame una pistola y confiaré en ti lo que quieras…

El sintético decidió cumplir el deseo de su invitada. Sabía de sobras que con él no iba a necesitarla, pero creyó conveniente que se sintiera segura.

—Tengo una encima, así que toma —le dijo, metiendo una mano en el bolsillo del pantalón y sacando un arma de aspecto estilizado—. Que no te confunda su tamaño, es de las buenas.

—Gracias.

La mujer aceptó el presente y lo dejó en un lado del asiento.

—¿Realmente sigues desconfiando de mi?

—Quizás. Aunque me caes bien, y eso ya es mucho.

Otra sonrisa se perfiló en los labios del androide.

—Salgamos al jardín, allí están mis amigos.

La chica contempló a los dos renos desde una distancia prudencial, completamente embobada. Le parecieron unos animales majestuosos, con su cuerpo estilizado y la nariz roja y brillante.

—¡Son preciosos! —exclamó—. Nunca los he visto en Nativity.

—Uno de los motivos por los que construí este jardín fueron ellos, ya que deseaba protegerlos del exterior. Por desgracia son de una especie creada genéticamente por mano del hombre y algo hicieron mal, volviéndolos realmente delicados.

El macho se apartó, mostrándoles a una cría que no paraba de pasear entre las largas piernas de la hembra, como si se enredara con ellas.

—¡Que bonito!

—Nació hace unos días. Y me alivió bastante pues…

—¿Pues?

—Solo quedan ellos tres, Bel.

—¡No me jodas!

—Aunque no lo creas hay mas especies a punto de la extinción en esa jaula espacial…

La humana notó algo en el tono de voz y miró a JAK de reojo, pero en aquel momento no quiso indagar. Aquel robot no dejaba de sorprenderla, pues le había quedado claro que tenía sentimientos, o cuanto menos algo parecido…

—¿Y por qué tienen la nariz así? ¿Fue por eso que los crearon?

—Chica lista. ¿Has oído hablar de Papá Noel?

—Deja que lo adivine… ¿Otro ser mitológico de esos, de tradiciones antiguas?

—En efecto, sí.

—¿No será un tipo gordo con un traje rojo y barba postiza?

El sintético se rio.

—Hace unos años mi familia encontró unos almacenes llenos de esqueletos con ropas grandes de ese color y barbas falsas. También había carteles roídos y catálogos donde salía ese personaje. ¿Tiene algo que ver?

—Mas o menos, como base. Aunque la principal culpable fue una campaña de márquetin navideño. Vámonos, te lo mostraré.

Bel asintió con la cabeza. Desconocía el significado de  márquetin, pero estuvo segura de que pronto obtendría una respuesta.

Las puertas del comercio se abrieron solas y una voz femenina los saludó nada más entrar, dejando a Bel paralizada.

—Bienvenidos a Sidneys, estimados clientes. Hoy tenemos herramientas de jardinería con descuento, ¡No se lo pierdan!

—¡Joder, casi me cago encima! —exclamó la mujer, soltando una sonora carcajada.

—Decidí conservar muchas cosas originales del edificio, incluyendo las IA de sonido y la publicidad de la época. Es como un asentamiento arqueológico moderno.

La chica se encogió de hombros. Lo de arqueoloquesea no se sonaba de nada, pero ya estaba acostumbrada a las palabrejas extrañas de su nuevo amigo.

—Lo que tu digas. Esto es impresionante, me da una sensación extraña, como si los robots jamás hubieran perdido la cabeza.

—Pues aún no has visto nada, prosigamos. Sidneys era la caña en su época, vendía desde tostadoras a zapatos.

Continuaron avanzando por el pasillo principal, rodeados de expositores llenos a rebosar y objetos diversos, hasta detenerse en un sector en el que la decoración cambiaba drásticamente, con una pomposa alfombra roja en el suelo. A su alrededor colgaban inmensos carteles del mismo color, en los que salían simpáticos Papás Noel acompañados de renos de nariz roja, que parecían guiar a los clientes de otros tiempos hasta un elaborada consola de madera oscura, con varios frascos de cristal sobre ella.

—Ahí tienes el motivo por el que alguien decidió, una buena mañana, cargarse a una especie animal. Para vender perfumes.

—Joder, ¿hicieron eso por una colonia? —Bel miró los frascos de cristal, en cuyo interior había un líquido escarlata. Le parecieron realmente bonitos—. ¿Todavía se pueden oler?

—Oh sí, ya lo creo.

La humana necesitó levantarse y estirar las piernas. Se había valido por sí sola hasta la fecha y aunque la silla ahora le resultaba alucinante, no le apetecía permanecer sentada.

El sintético la dejó hacer y contempló como ella caminaba lentamente sobre la alfombra. Con aquel vestido y la opulencia que la rodeaba, parecía una princesa.

—Necesito andar un poco, espero que no te moleste ­—le dijo ella sin volverse para mirarlo.

—En absoluto, lo entiendo. Pero no hagas mucho esfuerzo, ¿De acuerdo?

Bel no respondió. Se detuvo frente al expositor y dejándose llevar por la curiosidad que sentía, cogió uno de los frascos, al que destapó con mucho cuidado. Luego se lo acercó a la nariz, expectante…

—¡Hostia puta! —exclamó, reprimiendo una arcada— ¡Huele a pura mierda!

Ambos estallaron en una sonora carcajada y la chica se volvió hacia él, intentando parar de reír.

—Ahora sabrás por qué no vendieron ni uno en su momento. Yo los uso para…

En ese instante se apagaron todas las luces, dejándolos a oscuras. Bel chilló asustada y se oyó ruido de cristales rotos…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

6 Comentarios

  1. Julia C.

    ¡Qué malhablada es Bel! jajajajaa. Me cae bien, es una superviviente nata, una chica espontánea a la que le ha tocado una vida difícil.

    Estoy deseando que llegue el momento del parto para saber que todo va bien, pero no sé yo con ese apagón repentino… ¡Nos dejas con la miel en los labios, Ramón! Habrá que esperar para conocer la continuación :))

    Un relato estupendo, me está gustando mucho y eso que la ciencia ficción no es mi género favorito.

    ¡Un abrazo!

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar Julia! Me alegro de que las aventuras de JAK y BEL te hayan atrapado ; ) Me he reído mucho con tu comentario, jajaja, llevo dos días preguntándome si debería revisar el lenguaje de Bel, pero me cuesta imaginármela diciendo «Pardiez» o «Jopé» con una situación como la suya, jeje. Igualmente creo que has calado al personaje a la perfección. Espero no defraudar en próximos capítulos, no tengo previsto que sea una serie larga, voy a intentar cerrarla en 8 o 9 entregas. Un abrazo! ; )

      Responder
  2. Josep Mª

    Me gusta mucho cómo se desarrolla la historia. Me cae especialmente bien el androide, creo que se merece un trato mucho más considerado por parte de esa chica a la que trata con tanto esmero y delicadeza. Espero que entre ambos surja una amistad dentro de los límites hombre-máquina.
    Además, lo bueno de tu narración es que nos haces visualizar el entorno. Yo es como si me encontrara dentro de unos inmensos almacenes comerciales en donde uno puede hallar de todo, jeje
    Un abrazo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar Josep Mª! JAK es lo que diríamos un «tipo» cojonudo, sin duda. Aunque creo que Bel, pese a ser una mujer dura –tal como dice Julia–, tiene puesta una máscara. Me alegro mucho de que sigas la historia y más aún de que logre meterte dentro de los escenarios. Un abrazo! ; )

      Responder
  3. María

    Muy buena continuación. ¿Cristales rotos? Me da a mí que va a ser un parto movidito. Esperaremos a la continuación.
    Un besillo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar, María! Tienes buen olfato para los problemas, jejeje. ¿O tal vez no? Un abrazo! ; )

      Responder

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