Base lunar N.a.t.i.v.i.t.y, 23 de diciembre, año 3014.

JAK comprobó el resultado de los análisis en la pantalla de la estación médica y miró a Bel a través del cristal, contemplando como ésta flotaba en su interior, ingrávida, sumida en un profundo sueño. Al quitarle la ropa para lavarla había descubierto varias heridas de diversa índole y de aspecto reciente que necesitaron cuidados intensivos, algo que le indicaba varas cosas:

La primera, que ella había superado una seria trifulca poco antes de que sus caminos se cruzaran. Y la segunda, que poseía una increíble fortaleza, tanto física como interior.

“Es un milagro” pensó por enésima vez, sin poder apartar los ojos de ella. Ambos se hallaban sanos y según los cálculos de la EM, el alumbramiento biológico se esperaba en dos días, siempre y cuando su organismo no sufriera otra alteración nerviosa…

“Justo el día de navidad” reflexionó el androide, esbozando una sonrisa. Le parecía una fecha poética, que coincidía con el inicio de la debacle de N.A.T.I.V.I.T.Y, apenas un siglo atrás… Las imágenes de la matanza en el restaurante volvieron a sacudirlo durante un segundo, hasta que las apartó con firmeza. Tenía que investigar algunas cosas y sabía que para conseguir cierta información, debía volver a ponerse en contacto con el MGB, una idea que no le atraía nada…

De repente notó el picor en las ranuras de la espalda y reaccionó al fin. La chica dormiría un buen rato más, le quedaba tiempo de sobras para desinfectarse y averiguar algo que confirmara su sospecha…

—Buenos días JAK —lo saludó GAB cuando él se tumbó desnudo sobre el extremo del inmenso brazo mecánico.

—Hola preciosa, enchufa cuando quieras.

Domar a aquella fierecilla y tunearla a su antojo había constituido todo un reto, que fue dado por concluido después de encontrar el modulador de voz apropiado. Ahora le resultaba gratificante pasar por allí casi diariamente…

—Detecto un alto índice de contaminación —lo alertó la inteligencia artificial—. ¿Ejecuto el protocolo?

El sintético sonrió.

—Adelante.

Entonces el androide notó como una aguja curva de quince centímetros de largo se le clavaba en la espalda, a través de un escondido conector. Una vez concluida la primera fase, el brazo mecánico cobró vida y comenzó a elevarse del suelo, cambiando su inclinación para dejarlo recostado en el aire.

—Iniciando escaneo. Activando sensores…

La máquina emitió pulsaciones de luz azul que proyectaron un holograma sobre JAK. Varias líneas horizontales subían y bajaban deteniéndose cada pocos segundos en algunas partes de su cuerpo sintético, para mostrar pequeños focos de puntos negros que se condensaban hasta formar manchas opacas…

—Ha sido un error conectar dos unidades no procesadas. Hay un veinte por ciento de infección en las ranuras Superhot de la espalda.

Al oírlo el androide cerró los ojos.

—Pues ya sabes lo que has de hacer, GAB. Ha sido cuestión de vida o muerte, fui descuidado y las cosas se pusieron muy feas. Arranca la descontaminación, por favor.

—Apagando Módulo de inteligencia J.A —anunció la máquina, iniciando una cuenta atrás…

Por un momento en los glóbulos oculares del sintético apareció un mensaje que le indicaba la operación. Él conocía los efectos de aquella maniobra y se había acostumbrado a ella, incluso le gustaba, ya que podría decirse que entraba en una fase similar al sueño humano… Se acomodó lo mejor que pudo y le sobrevino el chispazo. Su cabeza se apagó, dejándolo sin consciencia… Luego llegó la primera descarga…

Los pantalones abiertos chocaban constantemente contra las arrugas de la falda arremangada. Ella recibía las envestidas gustosa, clavando las uñas decorosamente pintadas sobre el mármol oscuro del retrete.

—¡No te detengas! —le pidió llena de frenesí, a punto de llegar al orgasmo…

El hombre aceleró dejando de ser delicado, cada vez más rápido. Cerró los dedos con fuerza en torno a sus caderas, sujetándola con mayor firmeza… 

—¡Oh Si, SIIIII! —exclamó él, estallando bien adentro…

Nada más terminar se limpió con un trozo de papel higiénico y se volvió a ajustar el pantalón y el fajín. Después miró la hora en el reloj de oro que siempre llevaba en la muñeca derecha.

—Ha sido rápido pero interesante —le dijo ella entonces, besándolo en los labios—. ¿Echamos otro?

—Ya es suficiente, cariño. Hoy es navidad, quiero estar con mi esposa y mis hijos…

—No se preocupe, señor Arrows, su mujer no sospechará nada, podemos quedarnos cinco minutos más… —añadió la mujer, acariciándole suavemente el ahora plácido bulto entre las piernas—. Seguro que mi marido la entretiene con alguna de sus batallitas históricas sobre la primera era de N.A.T.I.V.I.T.Y… Puede llegar a ser un cabrón aburrido de narices…

Él la miró un segundo de forma inexpresiva y la apartó de un suave empujón. Luego volvió a colocarse la pajarita, que había quedado torcida tras el escarceo.

—Ya es suficiente. Y no me gusta que insultes a Owen, es mi mentor y mi socio, ¿recuerdas?

—Claro que sí, Jacob. Aunque eso no te impide meterme la verga bien dura, ¿cierto?

Felicity era bella pero liarse con ella había sido un error. Él lo había sabido desde el primer encuentro, pese a ser incapaz de mantener encerrado al pajarito del deseo…

En el hilo musical comenzó a sonar un villancico navideño que lo impulsó a abandonar el cubículo del servicio de caballeros, aparentemente vacío, sin mediar otra palabra con su amante. Quitando la atracción física que sentía por ella no veía nada más. Su querida mujer la superaba en todo, por lo que seguía sin comprenderse a sí mismo cada vez que la engañaba. “Esto ha de acabar” se dijo, pensando en la radiante Hannah que lo esperaba en el comedor principal, acompañada por sus dos chavales.

A pesar del bullicio y de hallarse abarrotada, en la sala reinaba un civilizado orden. La gente permanecía sentada en sus mesas, decoradas con enormes motivos florales, a la espera del postre especial de Navidad. Los lujosos adornos del gigantesco abeto cambiaban de color cada pocos segundos mientras el pianista, contratado para amenizar la velada, tocaba rock neoclásico de forma magistral. 

—¡Papá! —exclamó Shaun nada más verlo acercarse a la mesa, saltando de la silla.

—Tiene que ir al baño, cariño —le dijo su esposa, dedicándole una radiante sonrisa.

—¡Pero si acabo de salir de allí!

—No seas así, anda…

—Está bien, está bien —cedió el hombre—. ¿Dónde se han metido Aaron y Owen?

Hannah lo miró esbozando una resignada sonrisa.

—Tu hijo se ha ido a dar una vuelta con Tricia Holvert. Les he advertido que si no regresaban en una hora se la iban a cargar… Y creo que Owen me ha comentado que iba a saludar a alguien por ahí, no estoy segura.

Tras besar a su mujer Jacob regresó al servicio de caballeros para cumplir la misión retrete, cruzándose con Felicity por el camino. Ella le guiño un ojo y siguió caminando hacia la mesa, contorneando las caderas de esa forma tan especial…

Una vez en el baño el niño insistió en que lo dejara orinar solo y su padre lo esperó en la puerta del cubículo, con la riñonera en la mano. El pequeño solía llevarla siempre consigo, consiguiendo aquella noche un curioso efecto con el esmoquin en miniatura que le habían puesto. Jacob estudió el divertido estampado de la tela, compuesto por un centenar de abejitas, quedándose absorto en sus propias vicisitudes, cuando se escuchó un gran estruendo. Luego, vinieron los gritos… 

—Activando conexión —dijo GAB.

El módulo J.A volvió a encenderse y JAK recuperó la consciencia.

—¿Todo en orden? —quiso saber la inteligencia artificial.

—Como siempre, preciosa —respondió el sintético, abriendo los ojos—. ¿Has freído a todos esos cabrones?

—Iniciando escaneo de refuerzo.

De nuevo, las luces azules proyectaron el holograma sobre su cuerpo y en aquella ocasión, ningún punto oscuro hizo acto de presencia.

—Desinfección completada al cien por cien, JAK. Desconexión en proceso…

El brazo mecánico volvió a su posición inicial y la aguja abandonó la espalda del androide. Éste se levantó y se masajeó los hombros, como si hubiera salido de una intensa sesión de ejercicio. No había nada mejor para empezar el día que una poderosa descarga, tan intensa que se veía obligado a desconectar su módulo de inteligencia para no freírlo.

—¿Tienes accesorios nuevos a los que limpiar? —quiso saber GAB entonces.

El sintético se marchó un momento y regresó con la bolsa que había recolectado en las ruinas de su restaurante favorito.

—Claro que sí.

Una compuerta se abrió en la base derecha del mecanismo principal y surgió un pequeño ascensor. JAK introdujo todas las piezas de una en una, antes de que éste volviera a cerrarse.

—Mis sensores detectan que uno de los brazos modelo ACELL1120 es irrecuperable.

—No importa, deshazte de él. Tengo muchos mas…

La inteligencia artificial empitó un sonido similar a una risita. El androide había intentado dotarla de humor en muchas ocasiones, siendo incapaz de ajustar un punto que le resultara satisfactorio. GAB se reía cuando le daba la gana y no necesariamente basándose en el canon estipulado de lo cómico, como si de vez en cuando se activara algún algoritmo aleatorio en la IA.

—Adoras churrascar cosas, ¿verdad preciosa? —soltó JAK, esbozando una sonrisa…

Tras echar otra vez un rápido vistazo a las constantes vitales de Bel, que seguía plácidamente dormida, el androide observó las bellas facciones que relucían después del rápido baño. Su cuerpo desnudo, redondo y magnético, se le antojó digno de una antigua Diosa de la fertilidad terrestre.

Una de las ventajas de haber creado el refugio en unos antiguos almacenes constituía en la enorme colección de índole diversa que guardaba como si fuera un tesoro. En el piso de abajo disponía de muchas tiendas que conservaban los mejores productos, desde ropa, joyerías, muebles y vehículos a una impresionante librería repleta de volúmenes en formato papel, un señor lujo para los más adinerados. Y a pesar de que todo aquello carecía de valor, él cuidaba sus exquisitas pertenencias con mucho mimo, ya que constituía la prueba de que, en otros tiempos no muy lejanos, había existido una civilización en aquella enorme base lunar, perdida de la mano de un Dios poco probable.

“He de buscarle algo limpio que ponerse” pensó el androide, haciendo un repaso mental. Por fortuna disponía de abundante ropa femenina …

Una vez en el piso de abajo JAK decidió comprobar que todo estuviera bien por el jardín central. Había tenido que realizar algunos cambios en la estructura interna del edificio para crear aquel oasis maravilloso, repleto de fuentes con cascadas y árboles que componían un cuidado bosquecito libre de infectados. Hasta tenía un lago con un sistema de depurado autosuficiente, del que bebían unos amigos muy especiales, los renos de nariz roja.

Aquellos animales fueron creados en N.A.T.I.V.I.T.Y gracias al egocentrismo de una gran corporación que deseaba promover su producto estrella, un perfume de tono escarlata cuyo horrible envase tenía forma de Papá Noel. Mediante una serie de mutaciones en el código genético se consiguió cambiarles el color del hocico. Por desgracia los científicos chiflados tocaron algo que no debían y los volvieron más débiles de lo usual, así que tras el holocausto cibervírico, el sintético logró poner a salvo algunos ejemplares, aislándolos de los depredadores.

Un rápido vistazo le bastó para comprobar que todo seguía como siempre. Entró en una de las tiendas de señora y pasó cerca de una hora buscando una prenda que considerara apropiada…

JAK tenía desconectada la RED de su refugio desde hacía muchos años. El MGB controlaba cada engranaje de N.A.T.I.V.I.T.Y con una precisión arrolladora, al menos las partes vitales que eran imprescindibles para la base. Pero a él siempre le había parecido molesto que no mostraran interés en erradicar el cibervirus. Además, podían ser muy entrometidos cuando lo deseaban…

Al conectar los cables del servidor principal se activó el monitor de reconocimiento y el característico icono de Industrias Arrows apareció en medio de la pantalla. Después sonó la melodía de conexión, una buena señal teniendo en cuenta que el aparato había permanecido apagado unos cuantos años.

—Bienvenido J. —lo saludó la voz artificial—. Ahora la RED es tuya. ¿Deseas conectar los grandes almacenes a los RG?

—No —contestó el androide.

En el primer día del brote una IA administrativa infectada trucó los reguladores generales de una serie de edificios para asesinar a sus habitantes. En un hotel de lujo, atestado de gente, llegó a bloquear el servicio de oxígeno y las puertas, dándose un horrible resultado… A sintético le había costado mucho limpiar su casa de mierda y no deseaba volver a dejarla entrar. Mucho menos ahora, que había encontrado a Bel.

—Quiero conectarme con el MGB —ordenó autoritario.

—Acceso permitido, espere…

Un logotipo amarillo compuesto por tres coronas superpuestas ocupó toda la pantalla. Luego apareció un rostro sintético, bien parecido a pesar de los cables y los remaches de neón verdoso.

—Hola —le dijo G. a modo de saludo, con un rígido tono de voz—. Han pasado cerca de sesenta años desde nuestra última conversación…

—Cierto. Ya sabes que me gusta mucho la soledad.

—¿Sigues perdiendo tu tiempo con esas colecciones humanas y absurdas?

“El mal humor sigue vigente en su módulo de inteligencia” pensó el androide, esbozando una sonrisa.

—No tengo tiempo para ti, quiero hablar con M.

El rostro giró sobre un eje y apareció otro totalmente distinto. En tiempos lejanos los Controladores Principales de la base lunar habían gozado de carcasas humanoides, muy similares a la suya propia. Pero después del incidente eso se había ido perdiendo, hasta hacerlos parecer híbridos extraños entre hombres y máquinas llenas de cables, placas de metal y neones de varias tonalidades.

—¡JAK, que sorpresa!

—Hola M. Sesenta años, si mal no recuerdo.

—¿Y qué necesitas, viejo amigo?

—Cierta información. Hoy me he cruzado con algo sorprendente…

Una mentira no haría daño. El robot prefería guardar el secreto de su nueva amiga solo para él…

La tapa de la estación médica se abrió de forma automática y la mujer abrió los ojos, sobresaltada. Aturdida, se incorporó y miró a su alrededor, descubriendo que se hallaba totalmente desnuda. “¿Mi ropa…?” pensó. Entonces notó que alguien se había ocupado de todas sus heridas, y que éstas presentaban un aspecto impoluto, casi cicatrizado…

—Bienvenida a mi casa, Bel —la saludó JAK, sorprendiéndola.

Ella miró en su dirección y lo descubrió sentado en un gran butacón forrado de cuero oscuro, vestido con una camisa blanca, un pañuelo celeste en el cuello y unos pantalones grises.  Al instante se tapó los senos con los brazos, indignada…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

6 Comentarios

  1. Josep Maria

    Es esta una historia que promete ser larga pero interesante. Seguiremos las vicisitudes de una humana y un sintético, su protector, que presumo que alberga sentimientos hacia ella que van más allá de los de un simple guardián bien entrenado.
    Tu imaginación y el modo de plasmarla en este relato estimula la mía, haciendo que «vea» lo que describes con tanto detalle.
    El género de la ciencia-ficción lo encuentro realmente complicado, pues se me antoja muy difícil no caer en lo banal, ridículo o absurdo. Historia, lenguaje y escenario tienen que ser creíbles o, por lo menos, imaginables, y tu lo logras perfectamente.
    Un abrazo.

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    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por seguir esta odisea, comentar y por los tremendos halagos, Josep Mª! Me alegra que te esté gustado mi primera incursión en la ciencia ficción y que te sea fácil y ameno introducirte en la historia. Quien sabe, puede suceder de todo en esta base lunar, perdida de la mano de Dios… jeje. Un abrazo! ; )

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  2. María

    Continuando la historia, está muy interesante. Has metido nuevos personajes, y todo se me antoja muy intrigant. Me dejas con ganas de saber más.
    Un besillo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por leerme y comentar, María! Me alegra que la historia te guste y te vaya intrigando! Un abrazo!; )

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  3. Julia C.

    Qué interesante prosigue la historia, Ramón. Yo, igual que Josep, encuentro que la ciencia ficción de difícil de escribir. Precisa de un escenario que no existe en la realidad y por eso mismo hay que inventarlo y poner en antecedentes al lector poco a poco, procurando no indigestarlo con la información. Eso tú lo haces muy bien 🙂

    Me alegro de que Bel se haya recuperado y de que pronto vaya a tener a su bebé. Aunque aún recele de él, no podría haber encontrado mejor protector que Jack. ¡Veremos qué pasa a continuación!

    Un abrazo y gracias por una historia tan buena.

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    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por continuar con Nativity, por comentar y por los halagos, Julia! Me alegro de que te esté enganchando esta fantasía cifi. Yo también creo que JAK es el protector ideal para Bel, a ver que pasará con ellos… jeje. Un abrazo! ; )

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