Novelesco se complace en presentar un breve preludio de la Segunda temporada de Ciudades de Tiniebla. Espero que os guste y vayáis preparando la vista, porque ya está cerca… ; )

Fudo Itawa miraba por la ventana aparentemente embelesado con las vistas de su lujoso despacho, que daban a un esplendoroso jardín privado. Aquel remanso de paz constituía una proeza arquitectónica, diseñado al mínimo detalle sobre la azotea de la torre Fukubashi, el rascacielos más puntero de toda Kioto.

Shitamura estudiaba al viejo en silencio, sentado al otro lado del imponente escritorio de caoba, intentando camuflar una expresión agriada que apenas podía contener. Siempre que acudía a visitarlo acababa de mal humor, su actitud risueña y soñadora se le antojaba totalmente impropia del fundador de una gran compañía tecnológica. “Maldito vejestorio” pensó, esperando a que volviera a prestarle algo de atención.

—¿Cual es el informe de nuestro infiltrado? —quiso saber Itawa, mirándolo de nuevo después de un rato.

—Por lo visto la señorita Stone va a rechazar la propuesta. En breve recibiremos noticias oficiales.

Al oír eso el anciano respiró hondo, antes de contemplar al otro lado del frío cristal, ignorando a su vicepresidente mientras reflexionaba. En el exterior llovía a raudales y las gotas creaban ondas en el estanque cercano. “Justo lo que creía” se dijo. La noticia no lo había sorprendido en absoluto, ya contaba con ella. Además, comprendía que la mujer no deseara vender su imperio así como así. No obstante, Creytoc suponía una seria amenaza, mucho más en Barcelona, por lo que tenía que seguir dándole vueltas a la estrategia de cómo superar el peligroso escollo.

—He de reconocer que hiciste muy bien en insistir, el espía es de auténtica utilidad —añadió sin apartar los ojos del jardín, halagando a su protegido.

—Muchas gracias sensei. Es de sabios reconocer los errores.

Se hizo el silencio momentáneo. Fudo reprimió la risa al escuchar la contestación y lo miró de reojo. A pesar de haber gozado de una buena educación y muchos recursos, Satoru había demostrado dotes para ascender a una edad bastante temprana, hasta llegar a su posición actual gracias a sus méritos. Y cada vez que lo miraba, sentía una pizca de orgullo, pese a discernir que la relación entre ambos empeoraba año tras año, un hecho que lo impelía a vigilarlo de cerca.

Desde niño había percibiendo una oscura tenacidad en Shitamura, que se había ido acrecentando a lo largo del tiempo hasta volverlo imprevisible. Y de no haber formulado la promesa, tal vez… Las imágenes del aciago día acudieron a su mente, dibujando una escena dolorosa. En ésta se veía a sí mismo treinta años más joven, ante el lecho de muerte de un amigo muy querido… “Llovía tanto como hoy” reflexionó, apartando el recuerdo y esbozando una triste sonrisa. “Sólo espero que su hijo no acabe conmigo por cumplir mi palabra…”

Una tos forzada logró sacar al anciano de sus ensoñaciones.

—Si hemos terminado permítame que me marche, sensei. He de atender asuntos urgentes.

—Antes de que lo hagas, me gustaría saber si has averiguado algo sobre el libro que busco.

El vicepresidente entornó los ojos. Nunca había comprendido la compulsiva pasión que el viejo sentía hacia su selecta colección, mucho menos el extraño interés que le suscitaba aquel maldito volumen que buscaba con tanto ahínco. “Cretino”. Que lo usaran de vulgar recadero no le gustaba, su trabajo no consistía en satisfacer los caprichos de nadie.

—Sigue desaparecido, sensei ­—contestó, cuidando que sus palabras no reflejaran el enojo que lo embargaba—. Me gustaría añadir a mi favor que mi cargo suscita obligaciones de mayor importancia. Y buscarle un estúpido libro de ocultismo no forma parte de ellas.

“No, claro que no” se dijo el señor Itawa, sonriendo de nuevo. “En cambio, conspirar contra mi parece que sí”. Por fortuna a su protegido aún le faltaban agallas para dar el salto y él tenía la situación totalmente controlada. El espía de Creytok no era el único que había contratado en el último año.

—Está bien, mi querido Satoru. Si tanto te molesta, deberías habérmelo dicho desde el principio. A partir de ahora me encargaré yo personalmente de ese asunto, retírate.

El hombre apretó los labios y se levantó en silencio. Después de una inclinación de cabeza abandonó el despacho a paso veloz, dejando a Itawa en soledad.

Éste observó como la puerta se cerraba, pensativo. En ocasiones sentía que había fallado educando al chico, un pensamiento que en ese momento acudió de nuevo a golpearlo… “No seas ingenuo” se regañó al instante. “Siempre ha sido así, no puedes cambiar la naturaleza de las personas…”

La atención del anciano regresó a la ventana y continuó en absoluto silencio un rato más, embelesado por la furia de la tempestad, hasta que una vibración en el bolsillo interno de la americana lo hizo reaccionar. Tras sacar su teléfono personal y mirar la pantalla, lo descolgó al instante.

—Hola Takeshi. ¿Hay alguna novedad?

—Tengo noticias desde Barcelona…

Aquel tono de voz tan conocido no escondía secretos para Itawa. En esa ocasión percibió algo sutil, nuevo, un ligero temblor que lo alertó. Takeshi llevaba de incógnito varios años en la ciudad catalana, cumpliendo una misión trascendental para la orden.

—Creo que lo he encontrado, sensei.

“Oh Dios mío” pensó Fudo, mesándose la canosa barba.

—¿Estás seguro?

—Totalmente. Mañana debería recibir un paquete especial. Yo seguiré por aquí controlando la situación, tal y como me ordenó…

En la mesa había una multitud de fotografías, sacadas de un sobre acolchado. Itawa se masajeó las sienes, harto de mirarlas.

Por mucho que hubiera intentado encontrar algo distinto en todas y cada una de las imágenes, había sido incapaz de hacerlo. Absolutamente nada le parecía extraño, ni tan siquiera oscuro. Y después de varias horas de pesquisa, incluso con una lupa de aumento, el cansancio acumulado, junto a las tensiones de la empresa, habían caído sobre él como una pesada losa invisible.

“Maldita sea” pensó. Si Takeshi se hallaba en lo cierto, tenía que reunir al consejo de la orden para llegar a un consenso aceptable…

Asqueado de permanecer sentado, el anciano se levantó y se dirigió hacia una enorme escultura femenina, colocada en un lateral de la sala y resguardada por una vitrina de grueso cristal. Todos los visitantes de su despacho le dedicaban alguna mirada furtiva, embelesados por la belleza y la fuerza que la figura reflejaba. Hasta Satoru, en una ocasión, se atrevió a preguntarle de su antigüedad.

Fudo solía decir que se trataba de una pieza de colección, procedente de la Europa del siglo quince. Una mentira que cualquier entendido en arte clásico hubiera descubierto de mirarla con ojo experto, incluso a pesar de que su estilo no coincidía con los cánones estipulados por la historia, y constituyendo la prueba irrefutable de que el pasado no tenía por qué concordar exactamente con lo que imaginaba el hombre actual.

—Oh, bella Cassandra —la llamó cuando se detuvo justo delante, leyendo una desgastada inscripción que había en la base, apenas perceptible.

La escultura le sobresalía una cabeza, midiendo casi el metro noventa de altura.

—Tú vaticinaste su caída, viste la perdición de Ilión cuando se convirtió en una Ciudad de Tiniebla, la primera documentada —reflexionó en voz alta, con una triste sonrisa dibujada en su arrugado semblante—. Ahora una nueva metrópolis te ha robado el título, después de muchas otras. Pero para nuestra desgracia, mi amada Délfica, es muy posible que sea la última de todas…

Licencia Creative Commons
Preludio Segunda temporada. Una reflexión Intranquila por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

6 Comentarios

  1. María

    ¡Qué interesante! ¡Quiero más! Me encanta esta historia. Deseando leer la segunda temporada.
    Un besillo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias María! Me alegra que te haya gustado, a ver que nuevas sorpresas nos depara esta temporada!; )

      Responder
  2. Irene F. Garza

    WOW! Menuda historia Ramón, te felicito!
    Incluir la búsqueda de un libro perdido, magia oculta y poder. Es una combinación que sin duda dará juego y mucho.
    ¡Queremos más! 🙂

    Un fuerte abrazo.

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias por comentar y por el halago, Irene! Me alegra que te haya gustado. Espero que esta segunda temporada te depare muchas sorpresas! Un abrazo compi! ; )

      Responder
  3. Josep Maria

    Muchas incógnitas se agolpan ya desde un comienzo. Atrapado ya en esta historia, espero impaciente que vayan aclarándose poco a poco pues promete ser muy intrigante.
    Un abrazo desde Barcelona, 🙂

    Responder
    • Ramón Márquez Ruiz

      Muchas gracias Josep María! Me alegro que te haya gustad y espero que esta segunda temporada de Ciudades de Tiniebla te depare sorpresas! Un abrazo! ; )

      Responder

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