AMIGAS

AMIGAS

Novelesco presenta su segundo micro de terror, escrito para la cuarta edición del concurso de EL CÍRCULO DE ESCRITORESMICROCUENTOS DE TERROR. Espero que os guste y comentad, no os cortéis.

Sandra temblaba mientras sus dos amigas le explicaban historias de terror.

—¿No lo habías oído? —le dijo Ana maliciosa; María aguantó una risita— ¿Que ese psicópata disfrazado de payaso sale en Halloween para rajar a jovencitas?

—Noooo.

—Suele esconderse debajo de las camas y en mitad de la noche hace ruido para que su víctima se asome. Luego las arrastra a su escondite y…

Las dos chicas estallaron en una carcajada. Sandra se acurrucó cubriéndose con la manta hasta la nariz…

La joven escuchó un ruido debajo de la cama, recordando la historia de sus amigas. Encendió la luz y metió una mano a un lado de la almohada, cogiendo algo escondido. Después se asomó lentamente… entonces la agarraron y la tiraron al suelo, arrastrándola bajo el somier… éste comenzó a botar, se oyeron gritos al compás de un líquido carmesí que brotaba hacia el exterior, extendiéndose por el piso…

Sandra salió cubierta de sangre, con un gran cuchillo en las manos. ¡Había sido atacada por el payaso asesino! ¡Y menos mal que era precavida!

De golpe Ana surgió del armario con una polaroid y le hizo una foto.

—¡Caíste! —exclamó, antes de ver la sangre y chillar histérica…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

CAPÍTULO 9. BUENAS Y SORPRENDENTES NOTÍCIAS

CAPÍTULO 9. BUENAS Y SORPRENDENTES NOTÍCIAS

CAPÍTULO 9. BUENAS Y SORPRENDENTES NOTÍCIAS

Anselmo miraba las fotografías de su mujer casi a escondidas, metido en la cama con la luz de la pequeña lámpara de sobremesa. “Maldita Mercedes” pensó. Ya habían pasado veinticinco años desde que su amor decidiera dejarlos para fugarse con un músico. Carlos aún no la había perdonado, y él, si era sincero consigo mismo, tampoco, al menos del todo. Pero la ira y la rabia que sentía hacia ella se habían ido reblandeciendo con el paso del tiempo, hasta aquel mismo instante en el que verla no le despertaba ningún tipo de antipatía. “El sexo era lo mejor” se mintió a sí mismo. “Mañana llamo a Carmena y revolcón”. En ocasiones quedaba con una amiga del imserso para mantener relaciones esporádicas. Y se jactaba en silencio, orgulloso, de que aún gozaba de buenas erecciones sin ayuda de pastillitas azules.

“Sigo siendo un toro bravo…” reflexionó sonriente. Solía mentir a su hijo y a su nuera cada vez que quedaba con ella, diciéndoles que se iba con unos amigos. Y de vez en cuando era cierto, pero por fortuna disfrutaba de una intensa vida sexual, algo que no se hallaba dispuesto a compartir con su chaval. “Bueno, chaval, chaval tampoco ya”. Carlos ya tenía casi cuarenta años y estaba hecho un hombre como Dios mandaba, un señor de los pies a la cabeza, por no decir que era todo un padrazo.

Entonces Anselmo pensó en Lucía, en Carlitos y en la nueva nieta que estaba por venir. “Mercedes, tú te los pierdes por inepta…” caviló, lleno de orgullo hacia su hijo y la familia que había creado. Quería con locura a Carlos, los quería a todos. Y Lucía le había gustado muchísimo desde el principio, cuando la conoció durante unas navidades hacía ya mucho tiempo, siendo los dos una tierna parejita.

En el exterior tronaba de manera escandalosa, pero a él le encantaba el sonido de las tempestades. Y siguió en su mundo interior con las fotografías en las manos, hasta que Carlitos irrumpió en la habitación y saltó sobre él sin previo aviso.

—¡Yayo! —exclamó el niño, asustado.

—¡Pero Carlitos, hombre, que ya soy mayor! —le dijo el abuelo, sorprendido. Luego soltó una risita— ¿Es el monstruo otra vez?

El niño negó con un gesto de cabeza, el cielo crujió…

—Me da miedo la tormenta, al monstruo lo tengo controlado con el espray y con los peos.

Anselmo se rio por lo bajo, no deseaba despertar a nadie.

—Vale, vale, pero no vayas a tirarte ninguno ahora…

El crío le sonrió.

—¿Puedo dormir contigo? Me muevo mucho y no quiero golpear a la hermanita dentro de mamá.

“Que pasada de niño” se dijo el abuelo, orgulloso. Nunca dejaba de sorprenderlo.

—Está bien, chavalote. Pero no te muevas demasiado, ¿de acuerdo? A ver si me vas a tirar de la cama…

Pero el nene ya no prestaba atención a la conversación y le quitó la fotografía de las manos.

—¿Es la abuela Mercedes?

El hombre asintió con la cabeza.

—Es muy guapa. ¿Dónde está?

—Pues no lo sé, cariño, por ahí… Venga, a dormir. Que si no mañana no rendirás en el cole.

Carlitos le devolvió la foto, le pasó por encima hasta el rincón de la pared y se introdujo entre las sábanas. En realidad estaba muerto de sueño, el pobrecito. Y con el abuelo, la tempestad ya no le daba tanto miedo…

—Ayer el niño volvió a dormir conmigo —le comentó el abuelo a su nuera.

La mujer lo miró con la taza a medio camino de la boca. Los dos almorzaban bajo el cálido sol en la terraza. Noir correteaba de un lado a otro y de vez en cuando se restregaba por las piernas del abuelo para que lo acariciara.

—Lo siento mucho Anselmo —le respondió ella.

—No pasa nada, tranquila. Es mi segundo chavalote, ya lo sabes. Al pobre le daba miedo la tormenta, pero sobre todo sentía pánico por dormir con vosotros y golpear a la hermanita sin querer.

—¡Ohhhhhhh! —soltó Lucía, después de darle un sorbo al café, con una radiante sonrisa en los labios—. Tenemos un crío que vale un imperio, ¿Verdad?

Ambos se rieron al mismo tiempo.

—Por supuesto —respondió el hombre; le apetecía comentar algo pero no estaba convencido. “Qué tontería” se regañó.

Era Lucía, ¡Por Dios!

—Me sorprendió mirando fotografías de Mercedes y me preguntó.

—Vaya —dijo su nuera—. ¿Has tenido noticias?

—¡Que diablos! En todos estos años no ha dado señales de vida. Y que le den, ni siquiera se ha preocupado por informarse sobre Carlos.

—Lo sé, lo sé —respondió ella, dándole la mano—. ¿Y cómo te va con tu novieta?

—¿Perdón?

—Anselmo, que somos adultos. ¿Recuerdas que en muchas ocasiones te limpio la ropa? Encontré preservativos en tu cajón de los calzoncillos. No quería ser indiscreta, es solo que odio dejar la colada encima de las camas… y me alegré muchísimo por ti, sobre todo de que continuaras siendo un galán responsable.

El abuelo se puso colorado.

—Sólo somos amigos, nada más…

—Está genial, de verdad —lo interrumpió ella—. Eres un hombre maravilloso, mi marido heredó eso de ti. Y me siento afortunada de que seas mi suegro.

—Pienso lo mismo de ti, Lucía. Estoy muy feliz de que Carlos te encontrara. Hasta me encanta este bichejo… —con un rápido movimiento el gato saltó sobre su regazo y se sentó, ronroneando como un motor.

—¡Ohhhhhh! Lo siento, estoy muy sensible estos días. Han de ser las hormonas o algo.

Los dos volvieron a reírse.

—¿Y qué dijo el nene sobre mi fugada suegra?

—Pues que va a decir. Que era muy guapa.

—Ya…

Carlos volvió a casa a medio día, algo que no solía hacer. Abrió la puerta contento y sonriente, esperando encontrarse con su familia al completo. Se sentía impaciente por compartir con ellos dos noticias muy importantes que le habían alegrado el día, hasta casi hacerlo flotar en una nube.

—¡Hola familia! —saludó a viva voz.

Lucía salió a recibirlo blandiendo una sonrisa y le dio un prolongado beso en los labios.

—¿Pero que haces en casa? —le preguntó sorprendida.

—Vaya —respondió el hombre, poniendo una mueca triste.

—No seas tono, cariño. Es que no es habitual que vuelvas a esta hora.

Él la abrazó con cuidado y volvió a besarla.

—Pues vete acostumbrando preciosa.

—¿Y eso?

—Me han ascendido —respondió Carlos, impaciente—. Por lo que ahora haré jornada intensiva durante algunos días de la semana y así podré estar pendiente de lo que realmente me importa, vosotros.

Lucía exclamó llena de alegría y lo besó de nuevo.

—¡Pero que pasa! —dijo Anselmo, apareciendo en el pasillo.

—Me han dado un ascenso, papá.

—¡Enhorabuena! —lo felicitó el abuelo, abrazándolos a los dos.

—¿Y el niño? —preguntó el hombre, mientras los tres se sentaban en el sofá.

—Hoy comía con Julito —contestó Lucía—. Te lo comenté ayer, pero no importa cariño. ¿Qué es la otra cosa tan chula que nos querías comentar?

Él los miró a ambos con una sonrisa que se hacía cada vez más grande.

—¡Han reseñado mi novela en varios blogs especializados y las críticas han sido bestiales, increíbles!

Su mujer se cubrió la boca con las manos antes de abrazarlo efusiva.

—¡Genial cielo! —exclamó— ¡Hoy estás que lo bordas!

En ese momento sonó el teléfono y la mujer se levantó para cogerlo, por instinto.

—¿Diga? —preguntó nada más descolgar.

—¡Hola mami! —respondió Carlitos, emocionado—. La mamá de Julito me ha dejado llamaros. ¡Poned la tele, poned la tele!

—¿Pero que pasa cariño? —de fondo se escuchaba al amiguito de su hijo, diciéndole cosas.

—¡Es la abuela! ¡Sale por la tele!

Lucía parpadeó perpleja. Era imposible…

—¿Cómo? Seguro que te equivocas, cariño…

—¿Qué pasa? —preguntó Carlos, al escuchar a su mujer. El gato entró en el salón y se rozó contra sus piernas.

—Es tu hijo… —le contestó ella—. Perdona cielo, estaba hablando con papá. Es un error, seguro…

—¡Que no mami! ¡Que ayer vi su foto otra vez! La abuela se llama Mercedes Serrano, ¿Verdad?

“Pues si” reflexionó Lucía.

—Vale, vale, ¿en que canal sale?

—¡En la primera, en la primera!

—Carlos cariño, encended la tele y poned la primera, deprisa…

Anselmo se levantó y cogió el mando. Unos instantes después el televisor de plasma se activó, apareciendo el telediario…

—“¡Es toda una revelación!” —dijo el presentador—. “A sus sesenta años, esta rockera llena de energía pese a la edad ha batido records de ventas con su primer Single, Dominatrix… y ella es Mercedes Serrano…”

La mujer se atragantó con su propia saliva y miró, pegada al teléfono, a su marido y a su suegro. Los dos observaban petrificados la pantalla, con los ojos muy abiertos y casi sin respirar.

—¡Ves como era la yaya! ¡Es cantante!

—Shhh, calla un momento cariño, déjame escuchar la tele…

Entonces las imágenes de un concierto los dejaron a todos obnubilados, bajo el compás de una música tremenda que sonaba endiabladamente bien. Y en el escenario apareció una rubia que pese al tiempo transcurrido seguía conservándose de maravilla…

“Oh, Dios mio” pensó la mujer, hipnotizada. “¡Joder, es ella, es mi suegra!”. Reprimió las imperiosas ganas de soltar una carcajada nerviosa, de lo sorprendida que se hallaba.

La abuela cantaba en un inglés perfecto, con una voz fuerte y portentosa, vestida con un modelito de cuero ajustado que ni a la propia Lucía le quedaría bien. Y ella estaba radiante, irradiaba pura fuerza y devoraba a un público que se iba volviendo eufórico…

—“No se la pierdan” —volvieron a aparecer tanto el plató como el presentador— “Ella es la nueva diva y abuela del rock español…”

—¡La madre que la parió! —soltaron Carlos y Anselmo al mismo tiempo, mirándose mutuamente.

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El niño que no entendía convencionalismos 1. El Teo del pelo verde por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

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EL TIEMPO NO PASA PARA EL ALMA

EL TIEMPO NO PASA PARA EL ALMA

Seres de Luz Blog presenta este relato breve creado en el hilo LOS MIL Y UN RELATOS de la comunidad RELATOS EXTRAORDINARIOS, entre OSCAR RYAN y yo. Para que Google no lo interprete como SPAM, la primera parte está en el blog de Oscar, clicar sobre el sombrero ; )

Ahora sí, aquí tenéis la continuación. Los dos esperamos que os guste ; )

… un pensamiento repentino logró dibujarle una sonrisa en la cara que desencadenó en otras reflexiones. «A la porra» se dijo, mirándose en el espejo. Los cincuenta y seis se notaban en su figura, eso era indiscutible; y de pie ya ni se veía los genitales. Pero que diablos, seguía vivo, gozaba de buena salud y su cuerpo aún funcionaba como Dios mandaba…

«Marta, te quiero pero en ocasiones me pareces gilipollas» pensó. Acto y seguido abandonó el baño con el cristal bajo el brazo.

—¡¿Pero que haces?! —exclamó su mujer nada más verlo. Él la destapó de un estirón y colocó el espejo a los pies de la cama, reflejándola entera.

—¡Devolverte al mundo real! —respondió Agustín—. Los años han pasado para mi, es cierto, pero también lo han echo para ti. ¡Mírate! se te están cayendo las tetas, tu culo ha crecido al igual que lo ha echo mi tripa. ¡Y tienes celulitis, además!

Marta frunció el ceño de forma peligrosa. Quiso arremeter contra él pero su hombre la cortó en seco.

—¡Y joder! ¿Sabes una cosa? Sigues siendo esa mujer que durante treinta años me ha vuelto loco, sigues siendo la mejor ilusión de mi vida y la mejor persona que he conocido nunca. Y seguirás excitándome como nadie, porque a día de hoy sigo jodidamente enamorado de ti. ¡¿LO VES?!

Entonces apartó el cristal y lo tiró a un lado de la habitación, mostrándole su increíble erección. Los dos se miraron a los ojos, emocionados, ignorando el chasquido a roto que resonó por toda la estancia.

Porque nada más entrar en el baño una chispa de consciencia dormida había despertado. Tal vez la belleza y la juventud fueran pasajeras; pero la vida era un suspiro, demasiado corta como para no decirle a su amor como se sentía en realidad. Y sabía que ella lo quería, sólo tenia que despertar la pasión acomodada de un largo matrimonio plagado de monotonía.

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HAY ALGO QUE NO SABES

HAY ALGO QUE NO SABES

Novelesco presenta este relato breve, escrito para la cuarta edición del concurso de EL CÍRCULO DE ESCRITORESMICROCUENTOS DE TERROR. Se ha escogido el tema en honor a Halloween, que ya está cerquita ; ) Espero que os guste y comentad, no os cortéis.

Anthony la miró a los ojos antes de llamar a la puerta. Aquella noche ambos cenaban con la familia de su novia, a la que no conocía.

Y la relación funcionaba muy bien, tanto, que el muchacho llevaba guardada, en un bolsillo, una cajita con un anillo en su interior. Aunque antes de la pedida debía contarle un pequeño secreto…

—Les encantarás —le dijo Estela—. Y recuerda no mencionar a mi padre…

Anthony la besó; por lo visto su suegro había sido un asesino en serie que se suicidó cuando su chica era muy pequeña, al ser descubierto por la policía.

La velada transcurrió de forma maravillosa y llegó el momento; los dos se hallaban en la terraza y el joven se disponía a hablar cuando vio algo que lo llenó de terror.

—Tienes mala cara… ¿Qué querías contarme?

—Es por tu padre… murió en esta casa, ¿verdad?

—¿Qué?

—Puedo ver fantasmas.

—¡Pero que diablos dices!

—¡No te gires por Dios!… Lo tienes justo detrás…

Estela lo conocía demasiado bien, era extraño, sabía que no mentía… entonces notó una presencia fría y maligna a sus espaldas, sintió un profundo escalofrío…

—Él también ha querido conocerme…

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BREAKING VAMP

BREAKING VAMP

Novelesco se complace en presentar BREAKING VAMP, la tercera edición de ESCRIBAMOS UNA NOVELA JUNTOS, otra fantástica iniciativa de la comunidad RELATOS EXTRAORDINARIOS. Esta historia acaba de dar el pistoletazo de salida y tengo en enorme honor de colaborar con el primer capítulo.

MUY BIEN PERO… ¿DE QUÉ TRATA BREAKING VAMP?

Empecemos con la sinopsis oficial del proyecto, para entrar en contexto:

Los vampiros están presentes entre los humanos como ha pasado desde tiempos inmemoriales, pero en nuestra época, y debido a los avances en las técnicas de investigación criminológica, no pueden actuar como antaño, cazando libremente y dejando cadáveres humanos en los oscuros callejones. Necesitan permanecer en el anonimato, por lo que los métodos de alimentación han cambiado. Ahora consumen sucedáneos de diseño creados en laboratorio, los transgénicos, cuya base principal continua siendo la sangre humana.

Donald Black es un vampiro de cuatrocientos años de edad que ha contraído una misteriosa infección mortal para su raza, que afecta de distinta manera tanto a humanos como a vampiros. Trabajando en su laboratorio, ha descubierto una droga sintética que representaría la cura a esa enfermedad, pero clanes vampíricos lucharan por controlar la producción.

Donald Black y su joven ayudante Jimmy Redman, intentaran producir en secreto esa droga, y distribuirla al margen de los clanes.

MILES DE VAMPIROS Y ALGUNOS HUMANOS QUE CONOCERAN EL CASO, SE CONVERTIRÁN EN SUS ENEMIGOS MORTALES!!!

Al igual que ocurría con LA ISLA Y YO —ya disponible de forma gratuita en BUBOK— Y LA MANSIÓN CROW MIRROR —esta última aún en curso, no os la perdáis— BREAKING VAMP es una obra escrita por múltiples autores entre los que me incluyo, cuyo guión va girando libremente gracias a cada escritor, eso sí, siguiendo un hilo narrativo. Debido a que su trama da mucho juego, puede salir una historia divertida, oscura, desenfadada y gamberra, muy MUY gamberra.

Tal y como sucedía con la fabulosa LA MANSIÓN CROW MIRROR, cada autor escoge tanto una B.S.O como a varios actores para representar a sus personajes.

Y este es el elenco escogido para la ocasión:

Y la banda sonora, que consta de dos canciones, que compartiré a continuación. El primer video, se corresponde a la parte de BRADY. Y el segundo, para el resto del capítulo.

 

 

Espero que disfrutéis leyendo este primer episodio tanto como yo lo he desfrutado al escribirlo. Avisados quedáis, por eso, de que es fuertecito.

Ahora sí, por fin os dejo con…

CAPÍITULO 1. AMOR ESCARLATA O LAS ALIMAÑAS DE UNA SOCIEDAD INFECTA

La música electrónica tronaba al compás de los flashes de colores que bañaban la pista, tiñendo de tonalidades imposibles a los incautos bailarines que danzaban como posesos.

Breidy llevaba rato estudiando al camello de la noche, que hacía su trabajo y convertía a la gente en esperpénticos seres de alma narcotizada y brumosa. Asqueado, de vez en cuando fingía que le daba un trago a su cerveza vaciada estratégicamente a la mitad, fumándose un cigarrillo mientras lo miraba todo con la espalda apoyada en una pared; llevaba un buen rato buscando ansioso a la víctima perfecta… Hacía ya cuatro días que no mojaba el pizarrín, algo que no se hallaba dispuesto a consentir más tiempo; y le bastaba con cualquier zorrita humana que cometiera la osadía de abrirse de piernas. Pero por el momento no había ninguna que lograra despertarle el interés, y quedaba muy poco de noche…

De golpe sus ojos captaron a una chica que se contorneaba de forma escandalosa y frenética sobre un podio situado en el centro de la sala, una islita caliente en un mar de carne drogada. Le bastaron dos segundos para ver que iba tan puesta como el resto, aunque se movía con estilo. Y su vestidito rojo…

“Interesante…” pensó Braidy, esbozando una sonrisa. Acudir a lugares públicos en los que el personal solía ir desfasado le otorgaba el privilegio de permitirle usar algunos dones vampíricos sin miedo a ser descubierto; en el fondo, le encantaba el bendito mundo de las drogas, incluso se atrevía a esnifar alguna raya de TQM, la nueva coca pensada para vampiros que causaba sensación. Desde luego, estar muerto tenía sus ventajas… ¿Sobredosis? Imposible. Como mucho, un colocón extremo…

Hubo un cambio de canción repentino y el vampiro sonrió, reconociendo los primeros compases de la melodía. Le encantaba la B.S.O de Blade, era una de sus películas favoritas. Y durante muchos años había soñado con comerse a Wesley Snipes… “Es la música perfecta” pensó, tirando la colilla en el cubata de un chaval despistado y lanzándose a la carrera hacia el premio de la noche; durante un segundo una corriente de aire fría y extraña rozó a los bailarines que lo daban todo en la pista, hasta detenerse delante del podio. Volvió a aparecer con pose de seductor macarra, pasándose las manos por el cabello engominado.

La joven se detuvo un momento para estudiarlo con total interés. Ambos cruzaron una mirada mientras ella le hacía un gesto sensual, invitándolo… “Esta va muy ciega” pensó él, al ver el exagerado tamaño de sus pupilas. “Tiene suerte de que solo quiera meterme entre sus piernas” se dijo, subiendo de un salto. Hacía tiempo que se alimentaba a base de transgénico…

“Va caliente, caliente…” La chica se dejó abrazar desde atrás y le pegó el trasero, ambos comenzaron a contornearse bajo los flashes intermitentes, convirtiéndose en los reyes de la fiesta…

—¿No te estarás pasando con esas mierdas? —preguntó Braidy desde la cama, observando como su ligue sacaba del bolso una bolsita transparente con varias pastillas de color rojo.

—Ya soy mayorcita, guapo —respondió ella; seguidamente cogió dos y se las introdujo en la boca, haciendo un gesto obsceno con la lengua—. Esta mierda es Amor Escarlata, una nueva droga que me ha costado mucho dinero. Y estás muy bueno, quiero que me hagas volar…

Él se encogió de hombros, estudiando deseoso cada palmo de su cuerpo. Vista con más luz quedaba patente que abusaba de sustancias ilegales y que no le sentaban nada bien; seguía estando buenísima, pero parecía una gótica enferma. “Solo será un rato de diversión” pensó. Desde luego, si le daba algo no era su problema. Se la picaría durante toda la noche, luego la dejaría dormir hasta que se le pasara el colocón y la echaría de patitas en la calle, como hacía con todas. Y por el momento no había tenido que dejar a ninguna en el hospital, por no decir que las cachondas siempre se drogaban por sí solas, no necesitaba recurrir a métodos tan mezquinos para ligar.

—Vivir en una antigua fábrica tiene su punto —añadió la joven—. Es oscuro y decadente, aunque no está sucio.

—Gracias, llevo muchos años decorándolo, me gusta la mierda que no es mierda, tú ya me entiendes…

La chica bajó una cremallera escondida del vestido y dejó que cayera al suelo, quedando desnuda. Braidy la devoró con la mirada al comprobar que no llevaba bragas ni sujetador, y observó sus pechitos turgentes y deliciosos como si fuera un niño sarnoso metiendo una mano mugrienta en el bote de la mermelada.

—Sí, ya te entiendo —dijo ella, subiéndose sobre el colchón lentamente. Comenzó a gatear hasta él como una gatita y lo besó de forma apasionada, casi hambrienta, hasta dejarlo tumbado. Entonces notó la gran erección… —¡Vaya! —exclamó—. Estás muy cachondo…

El vampiro le acarició su sexo y dejó que se subiera encima. Notó una corriente electrizante en el pene al penetrarla, se dejó llevar agarrándole con suavidad los pechos mientras la joven empezaba a moverse de forma rítmica. Cerró los ojos, saboreando el momento… Oh, sí, la gatita le clavaba las uñas… “tiene fuerza, la gamberra” se dijo sonriente, desde su mundo interior.

—Aprieta más, nena —susurró jadeante. Notó una delicada caricia… “Así, preciosa…” De golpe percibió algo extraño, su temperatura corporal había subido hasta el extremo, sentía su calor… abrió los ojos para ver que algo le sucedía, tenía intensos espasmos y sus cabeza botaba con los ojos en blanco… “Grandísima mierda, le está dando una sobredosis”— ¡OYE, OYE! ¡ESTÁS…!

Entonces ella le arañó la piel del pecho, logrando dejarle marcas… le dolió… “¡IMPOSIBLE!” pensó sorprendido, los humanos convencionales no tenían tanta fuerza… Su rostro adquirió una expresión de locura, dejando de ser una muñequita para convertirse en algo perturbador… Braidy comprobó que su iris había cambiado de color, para volverse de un rojo turbio…

—¡JOOOODEEEERRRRR! —exclamó. La chica lo miró un segundo, esbozó una sonrisa horripilante y le mordió en un lado de la cara, quedándose enganchada en su oreja… —¡HIIIIIJA DE PUTA!

El vampiro la empujó con todas sus fuerzas y ella salió disparada por la ventana, reventó el cristal y aterrizó en un conteiner lleno de basuras y cartón, situado en el callejón de al lado. La muy cabrona le había arrancado el lóbulo inferior con el estirón, ¡a él! “¡HOSTIA!” se dijo, cubriéndose la lesión, aún en shock por lo que acababa de pasar. Acto y seguido se asomó para ver si seguía viva.

—¡MALDITA ZORRA, SI NO TE HAS MUERTO TODAVÍA TE VOY A REVENTAR! —le gritó.

La joven salió entre la basura con bastante agilidad y lo miró desde la calle, dedicándole un gruñido. Varios cristales se le habían clavado por todo el cuerpo, aunque parecía no dolerle. Después echó a correr medio coja hasta perderse de su vista, como un animal herido.

“¿La persigo y la mato?” se replanteó Braidy. Unos segundos más tarde escuchó un frenazo, un fuerte impacto y a varias personas gritando; algo le dijo que le habían robado la oportunidad. “Te lo merecías, por cerda”. Entonces corrió hacia el baño y se miró en el espejo, gritó histérico…

—¡MIERDA, MIERDA, GRANDÍSIMA MIERDA! ¡MI OREJA! ¡MI PRECIOSA OREJITA!

Varios minutos de quejas y chillidos después, el vampiro se limpió la sangre y caminó hacia la cocina sin estrenar, donde guardaba la comida, bien fresquita en una nevera especial. “Cabrona…” La muy puta se había atrevido a marcarlo, a desfigurar sus perfectas facciones de niño malo, de macarra ochentero; necesitaba beber sangre de inmediato para reponerse y minimizar la cicatriz. Pero el transgénico… Abrió el refrigerador, sacó un tetrabrik de un litro y lo miró unos segundos. “Esto no me curará la piel” reflexionó, mientras quitaba la pajita pegada en un reverso y la clavaba por arriba. Ese era uno de los inconvenientes de alimentarse de algo artificial; suplía con creces las necesidades alimentarias, pero carecía del poder de la sangre…

“¿Cómo ha podido hacerme esto una humana de mierda?” pensó, dándole el primer sorbo. “Es jodidamente extraño, tengo hasta escalofríos…” sin darse cuenta se rascó en los testículos, algo que no hacía desde hacía dos siglos; detuvo la mano en seco y miró abajo, le picaba la piel… “Qué me pasa ahora…” Apresurado dejó el tetrabrik en el mármol y se tocó los genitales.

—¡HOOOOSTIIAAAAA!

Una infestación de bichitos había preparado una fiesta en su vello púbico. Parecían ladillas mutantes que no paraban de saltar y de morder… hacía mucho tiempo que Braidy no tenía ese problema, desde que se lo pegaran las prostitutas de Montmartre, junto a la sífilis. Pero luego lo habían convertido en vampiro, algo que le aseguraba inmunidad… o eso pensaba él…

Por fortuna conocía un método infalible que no podía hacerle daño; corrió en busca de una botella de Whisky que guardaba para las visitas, se roció el sexo y le prendió fuego con una cerilla… el ambiente se llenó de olor a pelo churrascado…

—¡MORID TODAS, HIIIIJAS DE PUTAAAAAA! —gritó, aún sorprendido por la noche más extraña de su vida de no muerto.

Y de haber sido un tipo listo, Braidy habría notado que algo iba realmente mal. Porque tanto su status quo como el de su especie acababa de cambiar para siempre, volviendo posibles cosas que no debían de serlo. Y un enemigo silencioso ya circulaba en su organismo, devorándolo desde dentro…

Jimmy se agachó al lado de la montaña de cadáveres, soportando estoico el hedor a podedumbre que invadía cada milímetro de aquella fábrica abandonada. Uno de los cuerpos era más reciente que el resto, por lo que lo examinó con mayor interés. “Este caballero llevará aquí menos de seis días” reflexionó, sospechando que sabía de quien se trataba, pese a que tuviera la cara desfigurada por horribles heridas.

Desde hacía unas semanas había ido siguiendo la pista de varias desapariciones y ataques a mendigos en la ciudad, especialmente en aquella zona. Y las miguitas de pan, dejadas a la vista como cañonazos, le habían indicado que se hallaba ante otro caso clínico. “Esta sociedad es una mierda” se dijo, recordando la lista de desaparecidos; al tratarse de drogadictos y prostitutas, los primeros no habían levantado revuelo ni importado a nadie. Pero cuando se esfumaba un empresario cuarentón bien posicionado tanto social como económicamente, saltaban todas las alarmas. Y debía admitir que gracias a aquel tipo había sido capaz de juntar las piezas del puzle, hasta llegar a ese apestoso lugar. “Bien amigo, veamos si eres la pieza clave, aunque yo creo que sí”. Tanto el traje oscuro y sucio, como la camisa ensangrentada, la corbata y los zapatos del cadáver se veían de calidad. Así que con un rápido gesto sacó unos guantes de látex de un bolsillo exterior de la americana y se los puso, para apartar la chaqueta en busca de la cartera. Los hombres de aquel estilo siempre solían guardarla en el bolsillo interior, un dato que volvía a repetirse en aquella ocasión; aunque al mover la tela pudo ver las iniciales bordadas en la camisa reventada, corroborando las sospechas.

—P. P… —leyó en voz alta— lo sabía…

Sacó la billetera y la abrió para mirar el documento de identidad. En efecto, se trataba de Patrick Parkingson, de cuarenta y tres años de edad, el empresario esfumado. En un lateral del plástico había varias fotografías de su mujer y sus hijos, que aparentaban ser menores de diez años. Al verlos, Jimmy sintió un poco de tristeza por ellos. La vida podía ser una verdadera cabronada. Entonces su atención se desvió al resto de los cuerpos, pensando que pese a no pertenecer al mismo estatus social, todos tenían algo en común, haber sido cazados, indiscriminadamente, por un ser homicida sin control, otro vampiro infectado por la extraña enfermedad que investigaban tanto él como su mentor. Soltó un prolongado suspiro, sacó su flamante Iphone 6 y marcó un número al vuelo, sin mirar ni el teclado táctil. Casi al momento obtuvo respuesta.

—¿Dónde diablos te has metido, Jimmy? Ya hace más de una semana que no apareces por casa…

—Tranquilo, mr. Black. Todo bien, estoy en Tucson.

—¿Y qué haces allí?

—Me dijiste que te cazara a otro infectado —respondió Jimmy—. Y eso es lo que estoy haciendo; de echo, ahora mismo me encuentro en su guarida. He tardado varios días en dar con él, pero… —un ruido cortó la conversación y una sonrisa se perfiló en sus labios.

—Joder chaval, ten cuidado y tráemelo, no me importa que esté muerto. Aunque no lo trocees demasiado, ¿quieres? Vuelve a Phoenix en cuanto lo tengas. O mejor aún, llámame cuando termines con él.

—Está bien, papá —soltó. Sabía que Black no soportaba que lo llamara de esa manera.

«Que comience la fiesta, amiguito» se dijo el vampiro, levantándose. Caló sus auriculares Monster a las orejas y accionó la lista de reproducción, dejando que una de sus canciones predilectas para momentos como aquél introdujeran en la situación una flamante banda sonora. La canción Om Asatoma Sadgamaya, de Matrix, inundó sus tímpanos, excitándolo…

Las bestias como la que buscaba eran de todo menos sutiles, sólo tenía que esperar… “Será mejor que prepare el juguete” pensó, ejecutando improvisados pasos de baile. Percibía que algo lo miraba fijamente, estaba convencido. Hizo un gesto con el brazo derecho y bajo la manga se le escurrió un palo de metal, que agarró con fuerza. Volvió a zarandearlo y éste se extendió, formando una vara de metro y medio de largura. “Venga” se dijo, apretando un botón con el dedo gordo, activándola; pequeñas chispas eléctricas saltaron del arma… “Llegó el momento de la fiesta…” De repente sintió que una presencia se abalanzaba a sus espaldas y lo esquivó, ejecutando un paso de baile hacia abajo; una figura decrépita voló sobre él y aterrizó en suelo a cuatro patas, a unos metros.

El ser giró la cabeza y lo miró con unos ojos rojos y brillantes, hundidos en un rostro cadavérico. Iba vestido con unos pantalones de chándal raídos y una camiseta de tirantes, que en otros tiempos, debió de ser blanca.

—Hola coleguita —le dijo Jimmy, con una sonrisa. Advirtió que le faltaba un trozo de oreja.

La cosa rugió de forma gutural y volvió a lanzarse para atacarlo. El vampiro blandió la vara eléctrica y lo golpeó en la boca, una multitud de chispas danzaron a su alrededor rompiendo la oscuridad mientras el infectado profería un alarido y salía volando hacia un costado. Luego corrió tras él y lo golpeó varias veces más, sin dejar que se repusiera de los golpes. Con aquellas cosas no se podía jugar ni permitir un combate justo, ya no eran inteligentes, ni razonaban. Pero no dejaban de ser rápidas y letales, y un mordisco suponía un serio aprieto, como sucedía con los zombis de las películas y los libros…

—Lo siento, esto se termina ahora. No puedo llevarte a Phoenix con vida —dijo, clavándole la vara en la cabeza para freírle el cerebro. Un aluvión de chispazos le brotó por los oídos, la boca y los ojos, como una fuente pirotécnica de las raras.

El engendro se quedó quieto y dejó de moverse para siempre. Entonces Jimmy distinguió una cadenita metálica en su cuello, con una placa inscrita. Se agachó desconfiado y la cogió para examinarla.

—Así que te llamabas Braidy —añadió en voz alta, ante el silencio de la oscuridad. “Odio esta parte del trabajo” pensó triste.

—¿Ya has terminado? —preguntó Black a través de la red.

El ejemplar se hallaba en una bolsa hermética y dentro del vehículo, junto a un bidón de gasolina de gran tamaño.

—Ahora mismo salgo de Tucson. Avisa a tus contactos de la policía, no queremos que me paren a plena luz del día con esa cosa en el coche…

—Está bien, no te preocupes. Llevas el Mercedes de los cristales tintados, ¿cierto?

—Si, si, tranquilo. El moreno churrasco no está hecho para mí.

—¿Y nuestro amigo? —quiso saber su mentor.

—Le he freído el cerebro, por lo demás sigue teniendo todas las partes del cuerpo —respondió Billy—. Por cierto, se metió un buen festín de carne. Hay bastantes cadáveres en la madriguera. ¿Avisamos a la policía o le calo fuego?

Black meditó una respuesta.

—Préndelo todo, es mejor que no descubran esa masacre. Ya me lo contarás los detalles a tu vuelta…

Mientras la fábrica ardía con su tétrico cargamento de carne humana, el Mercedes inició la vuelta a casa. Faltaba una hora para que saliera el sol, acabando con la vida de aquella noche oscura.

Y una emisión de radio clandestina emitía un mensaje en los hogares de los oyentes nocturnos, alegando un extraño mensaje.

—Los piojos de esta sociedad infecta pagarán por sus pecados —retransmitía una voz masculina y rasgada—. Y las alimañas devorarán lo que antes pertenecía a la parca, en un miasma de infección y destrucción.

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AMOR ESCARLATA O LAS ALIMAÑAS DE UNA SOCIEDAD INFECTA por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

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