LOS SUSURROS DE LA NOCHE (CUARTA PARTE)

LOS SUSURROS DE LA NOCHE (CUARTA PARTE)

Shirley quedó sumida en la oscuridad. Ya habían dejado de arrastrarla y notaba rozaduras y varios golpes por todo el cuerpo. Podía sentir como los demonios se agolpaban a su alrededor y veía sus orbes escarlata reluciendo en las tinieblas, oyendo como susurraban. Cerró los ojos echa un ovillo, esperando la muerte mientras se preguntaba por qué había un Dios que consintiera aquellas atrocidades. Volvió a recordar como la señora Felding moría abrasada, la oía aullar de nuevo…

Pasaron varios minutos y no sucedía nada. La joven comenzó a encontrarse mal, notaba como le palpitaba la mordida y a percibir una quemazón intensa que le llegaba a la clavícula. Le pitaban los oídos y le ardía la cabeza.

—¡SHIRLEY! —escuchó. ¿Lo había imaginado?

—¡SHIRLEY!

Al reconocer la voz de su progenitor reaccionó, llamándolo con todas sus fuerzas, desesperada. Intentó levantarse pero le sobrevino un mareo que la dejó postrada de rodillas. Pronto dos focos de luz muy intensos aparecieron ante sus ojos y padre llegó junto a ella, cargado con dos antorchas.

El hombre las clavó en el suelo arenoso y levantó a su hija de un estirón. La luz iluminó un pozo cercano y ambos supieron al instante en que punto de Wesboroth se encontraban.

—¡POR DIOS MI NIÑA! —sollozó él, abrazando a la joven con fuerza—. ¡Creía que te había perdido!

Shirley no podía hablar de la emoción, solo lloraba aliviada.

—¿Te han hecho algo pequeña? —quiso saber padre, consternado.

Ella iba a contestar cuando de repente apareció una anciana de la oscuridad y sin mediar palabra, cogió las antorchas. Luego se alejó unos pasos, mientras ellos la miraban sorprendidos.

—¡Tenía razón al usar este precioso señuelo! —les gritó triunfal—. ¡Aquí estás!

La muchacha reconoció las facciones de la mujer que la había arrastrado hasta allí, incluso a pesar de la titilante luz de las llamas. Entonces sintió como los monstruos se condensaban alrededor de los tres, en el límite de las tinieblas, susurrantes.

—¡¿PERO QUE DIABLOS HACE?! —exclamó el hombre—. ¡Démelas ahora!

La anciana retrocedió de nuevo y soltó una carcajada.

—¿Sabes quien soy? —le respondió—. Me llamo Mildred y sé que mi amada Grace te habló de mí.

A Shirley aquella persona no le sonaba de nada, ni su nombre tampoco. Pero notó como su progenitor se tensaba como una cuerda, apretando los puños.

—¿Usted era amiga de la señora Filding? —le preguntó a la anciana, con la voz quebrada por el miedo.

—Oh, preciosa niña —contestó ella—. Era mucho más que una amiga para mí.

La muchacha iba a preguntar lo que significaba aquello cuando padre la interrumpió.

—¡Has sido tú, maldita bruja! —exclamó—. ¡HAS ABIERTO LAS PUERTAS DEL INFIERNO POR VENGANZA!

—¿Las puertas del infierno dices? —la vieja rio de nuevo, helándoles la sangre—. ¡QUE INGENUO, THOMAS COLLINS! ¡¿ES QUE ELLA NO TE CONTÓ DE DÓNDE SACABA SUS BENDITOS SECRETOS!? ¡¿NO TE HABLÓ DE LO QUE HAY EN LOS BOSQUES?!

Padre no respondió y se colocó delante de su hija, con cuidado de no alejarla de la luz.

—¡Di algo maldito mojigato! —Mildred volvió a la carga—. Siempre lo has intuido, lo veo en tus ojos.

Los susurros elevaron el volumen, cargados de ira y resentimiento.

—¿Estos demonios vienen del bosque? —interrumpió la joven otra vez, horrorizada—. ¿Nos atacan por lo que le pasó a la señora Filding?

—Os atacan porque alguien vendió a mi amor, mi compañera de vida,  a los desvaríos de un jodido loco que supuestamente actúa al son de la virtud —respondió la mujer con desprecio.

La joven se quedó congelada.

—¿Qué dice esta señora? —le preguntó a su progenitor, con voz temblorosa.

Una parte de su cerebro analizó la primera mitad de la oración. ¿Dos mujeres enamoradas? ¡Según el reverendo Mathew aquello era pecado!  Pero el reverendo no era buena persona, estaba segura. Lo había sorprendido mirándola de formas indecentes durante misa, o acechándola en silencio cuando se cruzaban por la calle. Además, la comadrona del pueblo había sido el alma más pura y brillante que había conocido nunca… Entonces si aquello era cierto… ¿Quién había cometido semejante maldad? ¿Quién había denunciado a Grace Filding?

Recordó como la mayor parte del pueblo se había congregado ante su ejecución, llamándola bruja y cosas terribles. Ella solo gritaba mientras el fuego la devoraba sin piedad… Nadie había levantado un dedo para ayudarla, ni siquiera en el juicio…

El hombre apretó los labios con fuerza. Parecía que fuera a explotar.

—¿Thomas, se te ha comido la lengua el gato? —soltó la vieja, retrocediendo otra vez. Ya se encontraba junto al pozo—. Pese a ser deplorable lo que hiciste comprendo tus motivos…

—¡¿Qué?! —exclamó la muchacha, entre lágrimas—. ¡PADRE! ¿¡LO HICISTE TÚ?!

Su progenitor estalló a llorar, soportando en silencio como su hija lo golpeaba en el pecho.

—¡Nos quería a Will y a mí como si fuera nuestra madre! —gritaba Shirley—. ¡¿POR QUÉ HAS SIDO TAN MALVADO?!

—Lo hizo por ti, niña —añadió la anciana, logrando que la joven se quedara callada—. El reverendo te quería, te deseaba. Grace siempre lo había notado. Acosó a tu padre para que le permitiera desposarte pero lo rechazó. Entonces comenzó a chantajearle con soltar rumores sobre una bruja en el pueblo…Hasta que finalmente lo hizo…

—¡SOY CULPABLE! —exclamó el hombre, sin poder contenerse— ¡Ella me lo pidió para salvarte! ¡Me pidió que la pusiera en el punto de mira para desviar la atención de ti!

La muchacha se sintió desfallecer. No podía ser cierto…

—Una persona como mi Grace nace cada mil años —dijo Mildred con solemnidad—. Pero al morir de una forma tan horrible los seres del bosque se han hartado de las locuras de los hombres. Quieren tu vida, Thomas Collins. Las de tus vecinos ya han sido reclamadas.

Los susurros dejaron de serlo, para transformarse en gritos.

—Acepto mi castigo —respondió padre, abrazando a su niña—. Os quiero mucho a los dos —añadió, besándola en la frente—. Creo que ellos no te harán nada, ve junto a tu hermano, está en la iglesia. No queda lejos, sabrás llegar. Pero lávate la herida con el agua bendita, eres una buena niña. Dios ha de curarte, incluso del mal surgido de estos seres…

—¡No! —chilló la joven, aferrándose a él, desconsolada—. ¡No voy a dejarte morir! ¡PESE A LO QUE HAS HECHO NUNCA PODRÉ ODIARTE!

Entonces la anciana alzó los brazos al cielo.

—¡QUE WESBOROTH SEA DEVORADO POR LAS TINIEBLAS DE SUS ACTOS! —vociferó, arrojando las antorchas a las profundidades del pozo.

Se hizo la oscuridad…

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

LOS SUSURROS DE LA NOCHE (TERCERA PARTE)

LOS SUSURROS DE LA NOCHE (TERCERA PARTE)

Padre terminaba de atar un pequeño grupo de cirios con cordel. Después de haber roto la mesa había fabricado antorchas con las patas y la ropa negra de los domingos, para asegurarse de que no les faltara luz mientras llegaban a la iglesia. Sacar al niño de la casa no le convencía pero necesitaba salvar a Shirley. Y dejarlo solo no era una opción.

—Tu llevarás esta antorcha e irás delante —le indicó a su hija—. Nosotros te seguiremos. Yo iré con estas dos y Will cogerá este pequeño invento que acabo de improvisar.

—¿Y si hay viento? —preguntó la muchacha con la voz temblorosa.

—No lo habrá, mira el calor que hace. La casa de Dios no queda muy lejos, llegaremos en seguida —indicó el hombre, intentando que su tono sonara convincente.

—Estoy aterrada…

—Yo también mi niña, yo también —le respondió él, abrazándola. No había garantías para ninguno de ellos y ni siquiera sabía si lavar la lesión de su pequeña la curaría. Pero no conocía ningún otro remedio y el agua bendita debía tener, por fuerza mayor, algún poder benigno sobre los diablos que los atacaban.

De repente se oyó un estruendo en el piso de arriba y los tres supieron que habían entrado. Una de aquellas criaturas asomó en los peldaños superiores. Sus ojos rojos refulgieron inyectados en sangre cuando se posaron sobre padre, ignorando a los jóvenes que gritaban aterrados. Bajó unos pasos hasta quedarse en la frontera iluminada por las velas. Y aulló de forma aterradora.

El hombre sintió un profundo escalofrío. Aquella criatura era de mayor envergadura que la agresora de su hija. Y en aquellos orbes escarlata brillaba la inteligencia. Era como si supiera que él había sido quien… Su culpabilidad por la atrocidad que había cometido lo golpeó contundente y lo llenó de rabia. Le lanzó uno de los cirios cercanos, logrando que la bestia se refugiara en el piso de arriba. Se oyeron mas ventanas hechas añicos y como aquellas cosas iban concentrándose sobre sus cabezas.

—¡Tenemos que irnos! —exclamó padre.

Después esparció los girones de ropa por el suelo y se agachó a la altura del pequeño, que no paraba de llorar. Lo besó en la frente.

—Escucha, es de vital importancia que aguantes las velas bien fuerte y procures que no se apaguen. Te ataré a mi pecho con una cuerda y tu iluminarás mi espalda. Intenta no quemarme el pelo, ¿De acuerdo?

A continuación padre sacó del bolsillo de su jubón la bolsita de cuero y extrajo un pequeño pellizco de polvos, midiendo la cantidad con sumo cuidado. Ordenó a su hijo que abriera la boca y se los tiró en la lengua. Aquello lo atontaría un poco, lo justo como para relajarlo y en caso de que salieran mal las cosas, haría que la muerte fuera más benigna con él. Tras cogerlo en brazos le indicó que se agarrara bien fuerte con los brazos y las piernas. Luego pidió a Shirley que los atara con una cuerda, para que tuviera mayor agarre.

Cuando la joven hubo terminado besó las manos de Will y le acarició la cara, antes de darle las velas. Entonces padre la abrazó y la besó en la frente. Encendió las antorchas en la chimenea y le tendió la primera.

Ambos se miraron a los ojos.

—Le quiero mucho padre —dijo Shirley, conteniendo el llanto.

—Yo también os quiero hijos míos, más que a mi propia vida.

Los monstruos rugían ya desde la escalera cuando el hombre roció la estancia con todo el aguardiente que les quedaba. Dedicó una última mirada al que había sido su hogar y tiró algunas velas antes de salir al exterior. El fuego brilló con su furia destructora…

La joven caminaba la primera, conteniendo el aliento. La luna no brillaba en el cielo y tampoco se veían las estrellas, por lo que paso a paso iba descubriendo lo que tenía delante. Cada poco se encontraba con el cadáver descuartizado de alguno de sus vecinos y a pesar de los sustos apenas podía respirar debido al terror que la embargaba, por lo que tampoco era capaz de gritar. Padre la seguía de muy cerca con una antorcha a cada mano, indicando el camino a seguir. Y Will aguantaba el grupito de velas con las manitas adormiladas.

No llevaban ni un minuto en la calle cuando sintieron que los susurros se concentraban a su alrededor, incluso podían intuir como aquellas cosas se desplazaban en los límites de la luz. Oían sus gritos de furia y alguna se aventuraba a acercarse con malas ideas hasta que la luz la repelía.

Pronto el edificio de la iglesia refulgió en la oscuridad. Habían colocado multitud de velas en la puerta y la luz resplandecía desde el interior a través de las ventanas.

—¡Ya casi hemos llegado! —gritó el hombre.

Shirley se volvió para mirarlo un segundo y algo la agarró de la pierna haciéndola caer al suelo. La antorcha se le escapó de la mano, quedando un poco alejada e iluminó de forma tenue a una mujer mayor.

—¡Ayudadme! —suplicó ésta, aferrándose al tobillo de la muchacha que gritaba aterrada. Entonces una de aquellas cosas agarró a la anciana aprovechando la distancia de la llama y la estiró hacia la oscuridad, llevándose a la joven consigo. 

El hombre gritó y corrió persiguiendo a su hija. La había perdido.

—¡SHIRLEY! —gritó entre lágrimas—. ¡DIOS MÍO SHIRLEY!

Tenía que ir a buscarla, no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Pero el niño… Miró hacia la casa de Dios y corrió hacia allí. Will estaría a salvo entre aquellas cuatro paredes, lo dejaría y volvería a por su hija. Prefería morir de una manera atroz antes que perder a cualquiera de los dos. 

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

LOS SUSURROS DE LA NOCHE (SEGUNDA PARTE)

LOS SUSURROS DE LA NOCHE (SEGUNDA PARTE)

—¡Dios mío! —soltó la muchacha, apretándose la mano lastimada. Con la huida había perdido la toca y el cabello dorado le caía sobre los hombros.

Padre corrió veloz hacia una cómoda y sacó un paño limpio y una botella de aguardiente.

—Will, aguanta esto —le pidió al niño, que parecía haberse quedado de piedra.

Afuera seguían golpeando la casa y los gritos de los vecinos se colaban a través de las paredes, ahogando los susurros de la noche. El techo crujía.

El hombre continuó buscando en el mueble hasta que encontró lo que deseaba. Una vez recuperó el alcohol se plantó delante de su hija y miró la herida. En algunos lados la carne había adquirido un tono oscuro que se extendía en hilillos hacia las zonas sanas.

—Hay que desinfectarlo —sentenció con un hilo de voz—. Voy a ponerte algo que te va a escocer mucho, pero en seguida notarás alivio —añadió, enseñándole una bolsita de cuero—. Le prometí que jamás volvería a usarlos para evitar sospechas, pero ya da igual.

Shilrey no dijo nada y contempló como su progenitor abría el pequeño macuto, sacaba un pellizco de polvos azulados y luego se los esparcía sobre la mordida. Sintió una intensa quemazón que duró poco. El dolor desapareció, incluso cuando le rociaban la herida con el aguardiente.

—Eres muy fuerte —le dijo padre entonces, sentándola en una silla—. E igual de preciosa que tu madre.

El hombre terminó el vendaje con mano experta y ambos se miraron a los ojos.

—Esos polvos —soltó la muchacha—. ¿Es lo mismo que utilizaba la señora Felding, verdad? ¿Se lo prometiste a ella, que no los usarías nunca?

Los golpes a la casa continuaron sin cesar. Se hoyó una explosión y más chillidos desgarradores, lamentos… El niño no pudo soportarlo y corrió hacia su hermana para abrazarse a sus piernas. Tenía tanto miedo que no había hablado en todo el rato y temblaba, pálido como la luna. Lo miraba todo con los ojos muy abiertos y Shirley sintió compasión. Lo sentó sobre su regazo y lo abrazó bien fuerte, antes de volver a la carga con sus pesquisas. Necesitaba obtener respuestas.

—¿Esto es lo que hacía que ella le quitara el dolor a las parturientas? —insistió—. ¿Por eso la quemaron por bruja?

Su progenitor se esmeraba en diseminar velas encendidas por toda la estancia para que no quedara ningún rincón oscuro e ignoraba las preguntas de su hija.

—¡Padre! —exclamó Shirley. Ya no podía soportarlo más— ¿¡QUE SON ESAS COSAS, POR QUÉ NOS QUIEREN HACER DAÑO!? ¿¡LA SEÑORA FILDING ERA UNA BRUJA?!

Se hizo un tenso silencio.

—¡CLARO QUE NO! —reaccionó él entonces, dándose la vuelta para mirarla con los ojos humedecidos—. Ella era una bellísima persona, conocía el bosque y sus tesoros como la palma de su mano, nada más. Ayudó a infinidad de personas en este pueblo, a tu madre cuando moría en una agonía atroz, para que se reuniera con el Señor teniendo un dulce marchar…

—Lo recuerdo —dijo la muchacha, entre lágrimas— ¿Entonces por qué murió así? ¿Por qué nos sucede esto?

—¡Porque el odio siempre ha sido uno de los peores pecados que han carcomido al hombre! —contestó padre—. ¡Y el reverendo Mathews ha pecado más que ninguno en Wesboroth y nos ha condenado a todos con su falsa virtud y arrogancia! ¡¿Quieres saber si hay brujas?!

La joven se encogió en la silla.

—¡Las hay, mi niña! —continuó diciendo él, fuera de sí— ¡La señora Filding era un ángel pero en Wesboroth también hay gente horrible! ¡Y ahora lo veo claro, por eso está haciendo este calor antinatural! ¡SE HAN ABIERTO LAS PUERTAS DEL INFIERNO, PARA CASTIGARNOS POR HABER CONDENADO A UN ALMA PURA!

Todos los cirios de los que disponían se diseminaban por la estancia, creando un efecto hipnótico.

—Esto nos mantendrá a salvo hasta que amanezca —dijo el hombre, sentado en una silla junto a sus hijos—. El ataque ha comenzado en la casa de los Mallory, ¿sabes? Ellos han sido los primeros en caer por vivir junto al bosque.

—¿Han muerto? —quiso saber Shirley, con los ojos cerrados. No se encontraba demasiado bien.

—No ha habido piedad para ellos —respondió padre—. Todavía no sé como he podido llegar hasta vosotros. Al menos allí he descubierto que esos diablos tienen miedo a la luz.

Habían pasado unas horas y ya apenas se oían gritos. Aunque los susurros seguían ahí, como una sutil melodía de fondo. Will había podido dormirse y se agitaba sobre el regazo de la muchacha, temblando pese al calor. La joven lo contemplaba de vez en cuando, metida en sus propios pensamientos. Quizá iban a morir. Volvió a recordar como la señora Filding se retorcía mientras las llamas la consumían y percibió de nuevo el olor a carne quemada. Ya no podía callarlo más.

—Le desobedecí —soltó de repente, mirando a su progenitor a los ojos.

—¿En qué hija?

—Hanna Vaughn y yo vimos la ejecución a escondidas.

—¡¿Qué?! —contestó el hombre, furioso— ¡Te prohibí que fueras, Shirley!

—¡Quería despedirme! —exclamó la muchacha, olvidándose del crío dormido— ¡Quería ser valiente y ver por mí misma lo que provoca el silencio! ¡Nadie en todo Wesboroth la ayudó, ni siquiera nosotros!

El hombre se calmó y la abrazó con fuerza. Ella aceptó el gesto rompiendo a llorar.

—Lo intenté hija mía, lo intenté —respondió padre entre lágrimas—. Y de haber estado solo no me habría rendido. Pero temí que nos acusaran a nosotros también…

Entonces él miró la mano de su hija y contuvo el aliento. La manga del vestido se le había subido un poco y la piel había adquirido una tonalidad oscura en las venas.

—¡SANTO CIELO! —exclamó, apartándose. Después retiró el vendaje. La infección se estaba extendiendo y ya llegaba hasta el codo.

Shirley abrió mucho los cojos y el niño despertó, quedándose hipnotizado por su lesión.

—Padre…

—No hay alternativa, hija mía. Tenemos que llegar a la iglesia y lavarte con el agua bendita. Creo que solo Dios puede salvarte y me temo que nos quedamos sin tiempo… 

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Entre sus funciones están la de analizar el tráfico web e implementar las redes sociales. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
error: Content is protected !!