UNA NOCHE INOLVIDABLE. SEGUNDA PARTE

UNA NOCHE INOLVIDABLE. SEGUNDA PARTE

Novelesco se complace en presentar el desenlace de Una noche inolvidable, un relato escrito para Halloween. Espero que os guste ; )

Cuando las puertas del ascensor se cerraron Harry contuvo el aliento. No podía dejar de pensar en Charly y lo importante que era para él. La idea de que le hubiera sucedido algo tan horrible le aguijoneaba la cabeza, como si le clavaran espinas en las neuronas. “Dios, escúchame” rogó mentalmente, mirando al techo por instinto y apretando la lámpara bien fuerte; si su mujer y sus cuñadas existían, tal vez… “Haz que mi hermano aún no se haya liado con esa cosa, por favor, te lo suplico…”

Al llegar a la primera planta sonó una campanita que despertó al hombre de sus ensoñaciones. Las puertas metálicas se abrieron y él abandonó la cabina apresurado, en busca de la habitación número trece. Hasta la cifra le daba grima en aquel momento, un detalle al que en otras circunstancias, no le hubiera prestado la más mínima atención.

En el pasillo no había ni un alma y una de las bombillas del techo destellaba provocando un efecto grotesco, a película de terror añeja. Harry echó a correr desesperado, recordando el comportamiento que las luces habían tenido en su suite durante la trasformación de Érica… Unos minutos después dio con la puerta indicada, resoplando y bañado en un sudor helado. Comenzó a picar como un loco, al borde de la histeria…

—¡Charly! —lo llamó insistente— ¡Charly, si estás ábreme, joder!

Se oyó movimiento en el interior de la estancia y varios pasos que se aproximaban. Unos instantes después su hermanito se asomó al pasillo, a medio vestir, aún con los pantalones del traje puestos y los zapatos abrochados. Manchas de carmín le adornaban el cuello, junto a un contundente chupetón.

Al verlo Harry lo abrazó al borde del llanto y comenzó a besarlo en la frente, algo que no había hecho jamás.

—¡¿Pero tío, que haces aquí?! —quiso saber Charly, sorprendido por la efusividad del momento.

El hombre notó que algo duro se le clavaba en la pierna y se apartó veloz.

—¡Dime por Dios que tienes el teléfono en el bolsillo…!

—Pues va a ser que sí… —contestó el chico, poniéndose colorado mientras lo escrutaba de arriba abajo. Sus ojos se detuvieron en la lámpara, un poco entornados—. Vienes en muy mal momento, mamonazo. Tengo a Zafiro a punto de caramelo, poniéndose algo sexy en el baño… Es puro fuego tío… ¿Pasa algo? Pensé que ya estarías en pelotas, dándole caña a tu súper mujer…

—¡Joder chavalote, no seas bruto! —le soltó Harry, dándole una colleja.

Su hermano olía a alcohol y percibía que iba con el puntillo. “A ver cómo le explico que se le ha acabado la fiesta” pensó. Entendía perfectamente sus pretensiones, eran algo tan natural como respirar. Pero prefería morir antes que dejarlo en manos de su cuñada. “Improvisa, joder…” se regañó mentalmente.

—No puedes liarte con ella —alegó a destajo.

—¡Has de ir muy ciego para pensar que no lo voy a hacer! ¡Voy caliente como una nutria!

“Cabroncete” se dijo el hombre.

—Escúchame bien —añadió, poniéndose lo más serio y tajante que pudo. El corazón le palpitaba tan fuerte que le dolía el pecho. Tenía que aprovechar la ventaja de que su cuñada no se hallara presente…— Érica me ha contado que Zafiro está desequilibrada y es peligrosa.

Charly estalló en una sonora carcajada.

—Sí, estás de coña. Ahora en serio, ¿Os ha pasado algo? ¿Por qué llevas esa lámpara…? Oh mierda, dime que no te han puesto los cuernos… ¡JODER! ¡¿QUIÉN HA SIDO, QUE LE PARTO LAS PIERNAS?!

“Por mucho que me cueste asimilarlo, si hubiera sucedido algo así sería más fácil” reflexionó Harry. Presentía que se quedaba sin tiempo…

—¡No seas bruto, que Érica no me ha engañado con nadie! —contestó, recordando al viejo del pasillo—. Te lo digo de verdad, me ha mandado en tu busca, angustiada. Zafiro es peligrosa…

El chico le dedicó una intensa mirada, como si deseara discernir la autenticidad de sus palabras.

—¿La lámpara es por ella? —inquirió dudoso—. ¿Has tomado drogas en el banquete y no me has invitado, cabrón?

—¿Qué? —preguntó el hombre, empujándolo para entrar en la habitación, en busca de algo que ponerle en la parte superior del cuerpo.

Encontró las piezas faltantes del chaqué tiradas de cualquier manera en una silla y las cogió en un montón con una sola mano, sin darle muchas vueltas. Tenían que salir de allí en cuanto antes… Miró un segundo hacia el baño, acongojado…

—¡Nada de drogas, te lo tengo prohibido y lo sabes! —le reprendió—. ¡Ahora hazme el maldito favor de vestirte, que nos vamos…!

Le tiró el bulto de ropa y la camisa cayó a los pies del muchacho, que seguía quieto, analizando la situación.

—¡Venga!

Harry parecía realmente asustado, tanto, que Charly obedeció rechistando por lo bajo.

—Mira que joderme un polvazo como este —susurraba con el ceño fruncido mientras se agachaba—. Pues menos mal que me has pagado tú la habitación…

Cuando se hubo puesto la camisa y el chaleco sin abrochar, el chaval miró un momento en el bolsillo interior de la levita, para asegurarse de que tenía la cartera… Entonces su hermano se plantó junto a él y lo agarró del brazo con fuerza, dispuesto a estirarlo si era preciso…

En ese momento se abrió la puerta del lavabo y Zafiro salió lentamente. Los dos la miraron con los ojos muy abiertos y el chico soltó un silbido sin poder contenerse.

Ella llevaba el oscuro cabello recogido en una coleta, e iba vestida con un conjunto de cuero negro que se ceñía sobre sus curvas, destilando una increíble sensualidad animal. Sus piernas de modelo quedaban realzadas por unas botas altas, que le llegaban hasta las rodillas. Iba tan arrolladora que hasta Harry alucinó.

—Vaya, vaya, vaya —dijo Zafiro, picándose en la mano con una fusta, un detalle que logró dibujar una sonrisa en el rostro del muchacho—. Pero mira a quien nos ha traído la providencia. Veo que sigues por aquí, cuñado, que grata sorpresa.

—Ni se te ocurra moverte de ahí.

—Para que luego digan que el amor no es un incordio —contestó ella, dando un pasito provocador—. Deja que lo adivine, Érica no ha podido hacerlo sin confesarte su secretito, ¿Verdad?

Charly los estudió a los dos, confuso por la extraña conversación. Ante él tenía al pibón más extraordinario que había visto jamás… Aunque la actitud de Harry…

—¿De que habláis? Nena, estás tremenda…

—Gracias guapo. ¿Por qué no ignoras a tu hermano y vienes conmigo? Creía que te gustaría el cuero…

—El cuero me mola mazo —dijo el chico.

Una sonrisa traviesa se perfiló en los rojos labios de la mujer.

“Oh, grandísima mierda” se dijo Harry, colocándose delante de Charly, sin pensar. Perder aquella batalla contra la tentación del crío era tremendamente fácil, y no podía culparlo.

—Nos vamos ahora mismo… —soltó, modulando la voz para que sonara severa. “¿Érica, donde diablos estás?”

—Me pregunto si mi querida hermanita te ha contado toda la historia —expuso ella socarrona, avanzando otro paso. La fusta volvió a chocar contra su palma, haciendo un ruido contundente que resonó por toda la habitación.

El hombre la miró inseguro, y supuso que tenía parte de razón. Los acontecimientos habían ido tan atropellados que la conversación con su mujer había quedado inconclusa…

—Verás, cuñadito —añadió Zafiro, aprovechando el silencio—. Voy a contarte yo algo. Érica es adorable, pero tremendamente insegura. Hace veinte años Adara la convenció para que fuera a ver a una vidente de la ciudad, que resultó ser auténtica. La mujer en seguida captó la naturaleza de mis hermanas, porque no era distante a la oscuridad del mundo, la conocía…

“Una adivina de la ciudad” repitió Harry en su cabeza. Eso le sonaba. La curiosidad se mezcló con el instinto de supervivencia, que le indicaba una y otra vez que debían echar a correr por un peligro inminente. Pero necesitaba información…

—¿Y sabes lo que dijo? —preguntó ella, avanzando otro paso.

—Dímelo tú, preciosa —respondió él, fingiendo valentía.

Charly escuchaba la conversación en silencio, sin comprender lo que sucedía.

—Hay un hombre para ti —recitó Zafiro—, un semental inmune a tu don mortal. No lo reconocerás a la primera y fallarás, cegada de amor. Pero vuestros destinos están unidos a fuego desde los albores del tiempo… —estalló en una sonora carcajada.

Harry se quedó paralizado, una parte de su ser vibraba con aquellas palabras. Eran dos coincidencias que desde luego, daban que pensar.

—Es trágico ¿verdad? —siguió hablando la mujer—. Érica juró que nunca erraría, mi ilusa hermana. Cinco bodas y las falló todas, acabando con sus maridetes. Es una viuda negra en potencia, y todo por culpa del amor.

—Joder, ¿que está pasando aquí, Harry? Esto es raro de cojones —explotó Charly.

—Pasa bonboncito, que bastante tiempo después del último chasco acabado en desgracia, apareció tu hermano y la volvió loca, logrando trastocarla lo suficiente como para que pensara que él, era quien predijo la adivina. Un tipo guapo pero rechoncho, tierno y de buen corazón, pureta…

—Solo tengo treinta y cinco años, soy joven todavía y no estoy gordo —matizó el hombre por impulso, un poco mosqueado ya con el mundo.

—No te ofendas, solo estás un poco dejado. Pero eres tentador, mucho. De hecho he ido a por tu hermano porque es una versión más joven de ti… y virgen…

—Ya te he dicho que no soy virgen, nena —puntualizó Charly.

Zafiro lo ignoró, centrada en su cuñado.

—Lo has notado, ¿verdad? —continuó hablando—. El miedo, la inseguridad con la que ha decidido confesarse, supongo… Los varones sois un poco limitaditos, así que por si un caso, yo te lo explico. Ella te quiere tanto, que te ha dado la opción de decidir, nunca se había enamorado así con anterioridad. ¿No lo has visto? ¡Espera, pero si es probable que hasta te cagaras encima del susto!

Harry no podía hablar. Su cerebro daba vueltas…

—Mi pobre hermanita, con sus cuernos rositas y sus bonitas alitas de angelito caído…

—¿Como que cuernos rositas? ¿Y que coño es eso de la viuda negra? —preguntó el chico, mirando a su hermano mayor.

Los músculos de la mujer se tensaron, como lo haría un felino antes de atacar.

—Lo has entendido bien, guapo —dijo, de forma agresiva.

—Charly, corre —le susurró el hombre, reaccionando ante el cambio de actitud.

—¡Me refiero a unos como éstos!

Entonces las luces de la habitación comenzaron a parpadear, al compás de la transformación… Unas enormes astas de tonos granates le surgieron de la frente mientras sus ojos dejaban de ser azules, para volverse rojizos como la sangre. Al mismo tiempo, unas alas de murciélago le asomaron por la espalda, dándole un toque aterrador…

Los hermanos gritaron angustiados y Harry le tiró la lámpara a la cabeza, antes de estirar de Charly y echar a correr por el pasillo, rumbo a la tercera planta.

—¡¿Qué cojones está pasando?! —quiso saber el chico, histérico— ¡Zafiro es un puto demonio!

—¡Ya te lo explicaré, ahora corre…!

“Tenemos que llegar junto a Érica…” pensó acelerado. El suelo de mármol pulido resbalaba cosa mala con sus zapatos de hebilla…

—¡Voy a daros un poco de ventaja, cuñadito! —les dijo la bestia bien alto, desde la habitación—. ¡Contaré hasta tres!

El pasillo se hacía interminable. El hombre pasó de largo el ascensor, en busca de las malditas escaleras, pues no le parecía nada prudente encerrarse en un cubículo…

—Uno…

—¡POR DIOS TÍO, QUE YA VIENE!

—Dos…

Ambos patinaron un segundo y lograron no caerse.

—¡TRES!

Llegaron a una esquina y Harry se volvió antes de cruzarla. Zafiro ya corría tras ellos, con una sonrisa diabólica dibujada en el rostro…

Cuando iban por la mitad del nuevo corredor, Clara apareció por las escaleras, situadas justo al fondo y separadas por una cristalera…

—¡AGACHAOS AHORA! —les ordenó, acercándose a toda velocidad…

Los dos se dejaron caer al suelo de culo, resbalando por el piso y la monja les saltó por encima… Harry la siguió con la mirada, captando todos los detalles… Cuando ella estaba en aire sobre sus cabezas, las luces parpadearon de nuevo mientras se transformaba, para acabar golpeando a Zafiro en la cara, que ya se hallaba tras ellos… El impacto levantó una onda de energía que arrancó los cuadros de las paredes y la tiró varios metros más allá, junto a los objetos decorativos.

—¡TE LO ADVERTIMOS! —le chilló Clara.

Su hermana se levantó de forma antinatural, como si manos invisibles la alzaran por la espalda. Le sangraba un poco el labio inferior y la fusta había desaparecido…

—¡Ha llegado la defensora de Dios! —soltó cómica—. Él se ha sentenciado a muerte al casarse, ¡¿Es que no lo ves?!

—¡¿Y tú qué sabes?!

Charly logró ponerse en pie el primero y ayudó a Harry, que no podía apartar los ojos de sus cuñadas… El contraste entre ambas resultaba espectacular, incluso los colores de los cuernos o las formas de sus alas indicaban la enorme diferencia… De repente recordó a Érica, con las astas rositas… ¿Cómo había podido ser tan necio? Ahora lo veía con absoluta nitidez… Ella no le había mentido, había sido dolorosamente sincera con él desde el principio…

—No quiero hacerte daño, hermanita. Ambas sabemos que mi dieta rica en machotes muertos me hace más fuerte que todas vosotras juntas…

—A menos que él sea el esperado —puntualizó la monja, con la voz tensa. Su hábito había quedado dañado al salirle unas alas plateadas.

—¡Y una mierda! —Zafiro estalló en una rotunda carcajada, que resonó por el pasillo como un eco diabólico—. ¡No sé ni cómo no hemos ardido en esa jodida iglesia, mojigata de las narices! ¡¿No ves lo enamorada que está Érica?! Cuando ese trozo de carne muera yo me encargaré de hacerla mejor, le mostraré el auténtico camino…

—¡Vete a la porra, jodida zorra monstruosa! —le gritó Charly—. ¡No tengo ni puta idea de que va todo esto pero tú eres una perra del infierno! ¡Clara, patéale el culo!

La mencionada se volvió un segundo para mirarlos, con una tenue sonrisa dibujada en el rostro.

—Os daré un poco de ventaja, pero no podré contenerla. Harry, encuentra a Érica. Ella no se acordaba de cuál era la habitación, está buscándoos en la segunda planta… Y llamad a las otras, las vamos a necesitar… ¡Marchaos, venga!

El hombre no podía moverse y permaneció inmóvil, hasta que su hermano lo estiró varias veces para hacerlo reaccionar.

—Gracias —logró decir, antes de emprender la huida de nuevo…

Una vez en las escaleras su cerebro reaccionó y se detuvo en seco. Algo le susurraba que todo había sido una estrategia de Zafiro para atraerlo…

—Vamos a separarnos.

—¡¿ESTÁS LOCO O QUE TE PASA?!

Harry agarró a su hermano de la cara, mirándolo a los ojos. No tenían tiempo… El estruendo de golpes contundentes les llegaba desde el pasillo, la vidriera temblaba…

—Zafiro me ha querido desde el principio, tú eres un cebo. Si franquea esta puerta te dejará en paz, así que corre hacia recepción y abandona el hotel. ¿Tienes el teléfono?

Charly se mordió el labio al borde del llanto y buscó en los bolsillos del pantalón, palpando el móvil…

—Lo tengo tío.

—¿Y el número de alguna de las chicas?

—El de Adara, creo. Pero no voy a dejarte solo… Tú siempre has estado conmigo…

El hombre lo abrazó, acariciándole la cabeza. Necesitaba sacar a su hermano de aquel embrollo, jamás se perdonaría a sí mismo si lo perdía…

—Te quiero mucho, ¿lo sabes verdad?

—Claro que lo sé, no seas idiota… Yo a ti también…

—¡Pues corre y sal de aquí! No pares hasta que hayas cruzado varias calles y llama a Adara cuando estés a salvo… Ella es buena, te lo prometo…

Ambos se apartaron y se dedicaron una última mirada, emocionados. Sabían que podía ser una despedida… Entonces Charly inició el descenso sin añadir nada más y Harry salió corriendo escaleras arriba, abrumado por todo. Cuando hubo llegado al segundo piso escuchó gritos y varios disparos… Después se hizo un silencio estremecedor, hasta que oyó como los cristales reventaban. Luego una voz familiar lo llamó…

—Cuñaditoooo.

No había ni rastro de Érica y el hombre entró en el nuevo pasillo, siguió avanzando lo más rápido que le permitían las piernas. Volvió a oír el estruendo de vidrio hecho añicos pero no miró… Cuando se disponía a girar la esquina unas manos de uñas rojas lo agarraron del cuello y lo lanzaron con fuerza hacia atrás, se sintió flotar durante unos instantes…

El impacto contra el piso fue duro y su cuerpo resbaló por el mármol varios centímetros. Le dolía mucho la cabeza, veía borroso y le pitaban los oídos…  Notó aguijonazos en la espalda y en el cuero cabelludo…

—Buena estrategia la de separaros, guapo —añadió Zafiro, pisándole el pecho. Su tacón de aguja se le clavó en la carne, haciendo que soltara un quejido de dolor—. Pero no te preocupes, Charly será mío tarde o temprano, soy una depredadora paciente…

La visión de Harry fue recuperándose lentamente, al mismo tiempo que la presión sobre su esternón se hacía mayor… La bestia lo miraba triunfal, con varios rasguños por todo el cuerpo y una de sus alas mostraba un evidente agujero de bala…

—Clara me ha dado guerra, pero no he tardado en noquearla. Tranquilo, yo no mato a mis hermanas… Aunque… ¿Sabes una cosa?

—Arrrde en el… infierno…

Su cuñada apartó el pie y le propinó una patada en los genitales, que lo hizo retorcerse…

—Se ha armado un buen jaleo allí abajo cuando os habéis marchado. Ha comenzado a salir gente de sus habitaciones, alarmada, y en cuanto me han visto se han escondido como ratas asustadas. Incluso he tenido que matar a un pobre cretino de seguridad y a un policía. ¿Te lo puedes creer? ¡Hasta me han pegado un tiro!

—Es… Espero que te duela, jodida loca —logró decirle él, con un hilo de voz, cubriéndose los testículos con las manos.

—¡Pues duele, tienes razón! Pero te follaré y me curaré, y tú te convertirás en un rechonchito cadáver. ¿No te parece divertido?

Por instinto Harry miró entre las piernas de Zafiro y vio que Érica se aproximaba lentamente hacia ellos. Mostraba su auténtica forma y sus ojos iridiscentes brillaban con una intensidad cegadora, cargados de ira. Supo que necesitaba distraer a su agresora…

—Antes de saltar al sexo… tendremos que ver si… si me has castrado, gilipollas.

—No tendrás esa suerte, cariño. He controlado al máximo, sólo quería hacerte sufrir un poco. Voy a disfrutar mucho contigo, quiero que sepas que siempre me has gustado, incluso a pesar de los michelines.

Harry se puso de costado. Descubrió que se hallaba rodeado de trozos de cristal y supuso que se había clavado algunos… también había sangre…

—Me debes una explicación —dijo, intentando ponerse en pie… le faltaba el aire…—, sé que no me lo has contado todo…

—Tienes razón. Pero lo haré cuando hayamos vuelto a la habitación de Charly, necesitaremos un poco de intimidad… Por cierto, ¿Te has dado cuenta de que tu querida mujer te ha dejado abandonado? Esperaba más de mi pusilánime hermanita, que decepción…

El hombre sonrió y dedicó a su cuñada una radiante sonrisa.

—No lo ha hecho —matizó…

Ella lo miró intrigada antes de recibir una fuerte patada entre las piernas, que la hizo salir despedida hacia arriba rebotando contra el techo. Una nube de yeso los cubrió como una manta, mientras caía al suelo como un ladrillo y Érica la agarraba de los pies…

—¡Eres-una-tremenda-hija-de-puta-y-esto-no-te-lo-voy-a-perdonar-nunca! —soltó ésta, mientras la estampaba contra las paredes una y otra vez, antes de arrojarla por el pasillo…

Zafiro salió despedida e impactó en el suelo de cara, sonó un crujido estremecedor… Varios segundos después intentó ponerse en pie…

—Serás traidora, ¡Me has roto los cuernos! —exclamó sorprendida, volviéndose para mirarlos.

Érica corrió hacia ella y saltó sobre su espalda con las piernas juntas, aplastándola en el suelo…

—Es… imposible… —susurró su hermana, escupiendo varios dientes—. ¡Yo soy la más poderosa!

—Me parece que ahora ya no…

Harry vio como su mujer pisaba la espalda de Zafiro y le estiraba las alas con determinación, hasta  arrancárselas de cuajo… Ella chilló retorciéndose de dolor, quedando inconsciente varios segundos más tarde… Entonces él comenzó a marearse y todo se volvió oscuro…

—Hay un hombre para ti, un semental inmune a tu don mortal. No lo reconocerás a la primera y fallarás, cegada de amor. Pero vuestros destinos están unidos a fuego desde los albores del tiempo —escuchó una voz que le resultaba familiar.

El hombre descubrió que ya no se hallaba en el hotel, sino en una habitación de paredes oscuras. Se sentía ingrávido, como si flotara… En la estancia había tres mujeres que reconoció sin esfuerzo…

Érica y Adara miraban a la adivina con expresiones de sorpresa, la misma que él había visitado dos años atrás, pese al cambio físico…

—Cuando él acepte tu luz envuelta de tinieblas —prosiguió hablando la vidente— sanarán heridas del pasado y recientes, despertando así un increíble poder que late en vuestro interior, un poder que te convertirá en la reina sobre tus hermanas y las de tu especie. Ambos ya os habéis buscado en otras encarnaciones y existís para encontraros en ésta, de vuestra unión nacerá solamente la vida y la opción de cambiar el mundo. Porque el bien no existe sin el mal, y la oscuridad palidece si del horizonte no surge el sol. Un equilibrio se restablecerá en el cosmos, así lo dictan las estrellas…

De repente la escena se volvió brumosa hasta desaparecer. Harry reapareció frente el altar aquella misma mañana, siendo testigo invisible del sí quiero y del primer beso de su matrimonio. Sintió otra vez ese hormigueo lleno de calor, llamado ilusión. Y supo que amaba y amaría a su esposa por siempre jamás, que gozaría en su compañía hasta la eternidad…

Regresó la oscuridad y el hombre notó unas gotas que le caían sobre la cara. Alguien lo abrazaba y lo mecía lentamente, sollozando… Abrió los ojos despacio, viendo que era su mujer quien lo acunaba.

—Érica —la llamó, sorprendiéndola.

Al ver que seguía con vida ella lo miró y le sonrió, llena de esperanza. Su marido no se fijó en los cuernos, ni en las alitas negras que le asomaban por la espalda, solo podía contemplar aquellos hermosos ojos iridiscentes…

—Pensé que te había perdido, cariño. Lamento que haya pasado todo esto, estaba tan aterrada…

—Shhhh —la interrumpió Harry, haciéndola callar—. Veo tu luz envuelta de tinieblas…

Al oír eso ella abrió la boca llena de asombro y él la besó. Al entrar sus labios en contacto un potente fulgor emanó de sus cuerpos y las plumas negras de Érica cambiaron de color, para volverse de un blanco nacarado. Varios segundos después algunos trozos de cristal salieron despedidos del cuerpo de Harry, sus heridas humearon y sanaron por arte de magia, y un piso más abajo, dos hombres que habían perdido la vida luchando contra un monstruo despertaron de nuevo y se alzaron, totalmente ilesos.

Las plantas naturales del hotel florecieron con intensidad, al compás de las sirenas de algunas ambulancias y los coches de policía que llegaban al recinto por todas partes. La gente se atrevió a salir de sus habitaciones, respirando tranquilos. Una paz idílica se extendió en el ambiente, cuando el sol asomó por el horizonte.

Los amantes supieron que se habían buscado en la perdida Atlantis, en la olvidada Babilonia, en las lejanas pirámides de Egipto y un millar de lugares a lo largo del tiempo. A partir de aquella noche inolvidable, nada ni nadie podría separarlos jamás…

 EPÍLOGO

Charly se miraba en el espejo de reojo, mientras Harry le anudaba la corbata. Ambos se hallaban en la bonita casa que el matrimonio había comprado hacía poco, para dar comienzo a su vida en común.

—¿Por qué tengo que arreglarme tanto? —le preguntó el chico a su hermano mayor.

—Pero si vas guapísimo —alegó Érica, desde la puerta del cuarto de invitados.

El hombre sonrió a su mujer y terminó el nudo, ajustándolo.

—Pues porque espero que esta noche sea inolvidable para ti.

—¡Anda ya! El mes pasado sí tuvimos una noche inolvidable, madre mía, aún me cuesta creerlo. Faltó muy poco para que esa jodida loca nos matara a todos… Y pensar que me lie con ella… —al decir eso Charly miró a su cuñada, disculpándose.

—No pasa nada, tranquilo. Te aseguro que Zafiro no volverá a molestarnos.

La pareja se había visto obligada a explicar al muchacho una parte de la verdad, lo justo para que pudiera comprender la extraña aventura que había vivido. Él era muy importante para todos, merecía saberlo.

—Ahora te toca a ti disfrutar un poco —puntualizó Harry—. Has de dar una buena impresión, te hemos concertado una cita con una señorita en un lujoso restaurante.

—¿Estáis de broma? ¿No me habréis pagado una Score?

El hombre soltó una carcajada.

—¡No! —respondió entre risas.

—¡Mira que eres bestia! —lo regañó Érica, dedicándole una encantadora sonrisa—. Es algo mucho mejor, cariño. ¿Recuerdas a Sandra, la pareja de mi hermana Martina?

El chaval asintió intrigado, arqueando una ceja. Habían cenado juntos la semana pasada.

—Resulta que tiene una hija muy guapa que se llama Sophia y es de tu misma edad. Acaba de volver del extranjero, ha estado estudiando fuera unos años y no conoce a mucha gente, así que hoy vas a cenar con ella.

—¡Madre mía, vaya par! Sandra es humana, ¿verdad? No capté nada extraño en ella…

—Tan humana como tú —respondió Harry, antes de mirar la hora en su reloj—. Os caeréis de maravilla, ya lo verás. Por cierto, tenemos que hablar y nos queda poco tiempo, en cinco minutos llega la limusina…

—¡No fastidies! —exclamó Charly—. ¿Me habéis alquilado una limo y todo? Estáis como una regadera…

—Te lo mereces de verdad, guapo —le dijo Érica, dándole un beso en la mejilla—. Os dejo solos para que tengáis una conversación de machotes.

Al cerrarse la puerta el hombre le pidió la cartera a su hermano. Cuando éste se la tendió intrigado, se sacó unos condones del bolsillo del pantalón y los metió dentro.

—Posiblemente hoy no vayas a usar ninguno, casanova, pero prefiero que los tengas siempre contigo. Es algo que hubiera hecho papá de haber seguido con nosotros.

Ambos cruzaron una intensa mirada.

—Y toma —añadió Harry, sacando un zaco de billetes que también introdujo en el interior—. Hay mil quinientos dólares. Quiero que os lo paséis genial esta noche, con mucho cuidado, eso sí. Después de la cena el conductor os llevará a ver un concierto de Jazz, a ella también le gusta esa música.

—Estás muy loco tío, de verdad.

—Te quiero mucho, campeón —le dijo el hombre, guardándole la billetera en el bolsillo interno de la americana—. Ahora escúchame atentamente. El sexo es genial, pero es el amor el que mueve los verdaderos engranajes del corazón. Eres un chico maravilloso, ya te llegará, no fuerces las cosas. Tú déjate llevar, disfruta de la vida y siendo responsable, por supuesto.

—De acuerdo —soltó Charly, abrazándolo…

La limusina arrancó en busca de la cita y la pareja la observó alejarse, en silencio.

—¿Le has dado los condones? —quiso saber Érica, mirando a su marido de reojo.

—Si —respondió Harry, rodeándola con un brazo—. No creo que los use aún, aunque prefiero que se acuerde de que existen. Y creo que se van a gustar, lo presiento.

—Yo también, señor Getty —afirmó ella, cogiéndole la mano.

Ambos desprendieron un haz de luz cuando se besaron, con el firmamento estrellado como testigo. Según la extraña predicción que los había unido tenían el poder de cambiar el mundo a mejor, pero… ¿Qué mal hacían si daban el primer paso, intentando mejorar el de los seres queridos?

Al entrar en casa y sentarse en el sofá bien juntitos, el hombre encendió el televisor, saliendo un telediario.

—¿Ataque de demonios en el centenario hotel Luxury? —anunció el presentador—. No se pierdan unas nuevas imágenes exclusivas, de ésta noticia dantesca que parece recién sacada de Halloween y nos ha vuelto locos a todos. Fueron captadas por un guardia de seguridad en pleno altercado, acontecido en el conocido edificio el pasado sábado…

Una fotografía de Zafiro surgió en el lado derecho de la pantalla, justo en el momento en el que le pegaban un tiro.

—Tu hermana sale horrible —bromeó Harry.

—La verdad es que sí. Fuiste muy gentil cuando me pediste que le curara las alas, sinceramente no sabía si hacerlo…

—Le diste una señora paliza, cariño. Y aunque no quiero verla a dos palmos ni de Charly ni de nosotros, tal vez pueda redimirse.

—Clara y el padre Karras también lo creen.

—¿Y tú, cielo?

—Mentiría si dijera que no —respondió Érica, besándolo con ternura—. ¿Qué tal si nos vamos a la cama? Me siento muy traviesa…

El hombre dio un respingo y en seguida apagó la tele, esbozando una sonrisa…

Licencia Creative Commons
Una noche inolvidable, segunda parte por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

LEYENDAS 5

LEYENDAS 5

RELATO 9

Al oír el rugido del automóvil, Filomena Hawlery miró por la ventana. Su marido acababa de llegar a casa, cargado con un montón de paquetes que sobresalían de la parte trasera de la máquina infernal.

“Míralo, con su maldito trasto” pensó, estrujando la carta.

El servicio se afanaba en descargar el abundante equipaje, mientras él discutía con el cochero. Había pasado un mes en la capital para atender sus negocios. Se lo veía muy bien.

“Como he podido ser tan ingenua” se reprochó la mujer. Siempre había creído que su esposo la amaba de verdad. Pero la misiva que sus dedos apretaban con furia, escrita por un pajarito de Washington que la advertía de sus numerosas infidelidades, la había retornado al mundo real. “No sé ni cómo puedo pasar las puertas con estos cuernos. ¿Treinta bastardos a mis expensas? Cabrón, me lo vas a pagar con sangre”.

Ahora sabía que el factor fortuna fue determinante en su matrimonio, algo que juzgó cruel.

“Al menos ha vuelto para el aniversario” reflexionó Mrs. Hawlery, sonriente. Le había comprado una bonita caja de puros como regalo. Y dentro guardaba un afilado cuchillo, que pensaba utilizar aquella misma noche…

RELATO 10

Arthur Delhois se regodeaba con el periódico en la mano, mientras miraba por la ventana degustando un exquisito vino francés. Le sabía delicioso, a victoria.

Su enemistad con Jhon Hawlery había franqueado la barrera del odio hacía ya mucho tiempo. Aunque siendo sincero, jamás había soportado a aquel empresario atractivo y cortés, con más suerte que espalda y que siempre le robaba la clientela.

“Esnob estirado, espero que disfrutaras de tu aniversario de bodas” se dijo Delhois, contemplando gustoso la noticia que ocupaba la cubierta.

—Conocido empresario muere cruelmente asesinado por su esposa —leyó en voz alta.

El carácter desconfiado y celoso de Mrs. Hawlery era bien conocido en la alta sociedad, tanto, que había podido usarlo en su propio beneficio. Una carta anónima con acusaciones falsas y la venganza estaba servida.

“Pobre desgraciada” pensó el hombre, al recordar que ella se había suicidado tras cometer el crimen. Se hallaba tan sumergido en sus tribulaciones que no captó la helada presencia tras él, hasta que fue demasiado tarde.

Después de ser apuñalado repetidas veces por todo el cuerpo, Delhois cruzó una aterrada mirada con el espectro de Filomena, que lo contemplaba con sus ojos blancos y muertos, esbozando una gélida sonrisa. Fue lo último que vio.

Me llamo Ramón Márquez Ruiz y soy escritor, diseñador gráfico e ilustrador. Bienvenidos a Novelesco. Si deseas saber más cosas sobre mi, clica abajo. Muchas gracias por leerme ; )

UNA NOCHE INOLVIDABLE. PRIMERA PARTE

UNA NOCHE INOLVIDABLE. PRIMERA PARTE

Novelesco se complace en presentar la primera parte de Una noche inolvidable, un relato escrito con motivo del inminente Halloween. No soy un hombre que celebre mucho fiestas anglosajonas, aunque sé ver que para temas creativos da mucho juego. Espero que os guste y que sigáis conmigo el 31 de Octubre, cuando se estrenará el desenlace de esta aventura. Para ir directamente a la segunda parte, clicad en el Continuará del final ; )

—¿Cariño?

—Dime amorcito —contestó Harry Getty, mientras orinaba.

Érica no dijo nada, por lo que él siguió a lo suyo, tranquilo, repasando los espléndidos acontecimientos del día. La boda había salido de fábula, perfecta, y por fortuna no iba demasiado bebido, algo que juzgó como todo un acierto…

Al terminar, el hombre se miró en el espejo del baño, esbozando una sonrisa. En la habitación lo esperaba un auténtico pibón, que además, ahora era su mujer…

“Madre mía, me siento como en un sueño” pensó, aflojándose el nudo de la corbata. Acababan de llegar al hotel, aún no había tenido tiempo ni de quitarse el chaqué. Tras entrar en la suite con su esposa en brazos y despojarse de la levita, las necesidades humanas, alimentadas por el alcohol, lo habían forzado a correr al lavabo como alma que llevaba el diablo.

Y en aquel momento de pausa, antes dar el pistoletazo de salida a su matrimonio reciente, contemplar su reflejo regordete en el cristal le hizo pensar. Tenía un poquito de sobrepeso, era innegable. Pero al ser alto y ancho de huesos, tampoco contrastaba demasiado. Una abundante mata de pelo rubio aún bien peinado, y una barba espesa y arreglada enmarcaban sus facciones de ojos marrones, disimulando en su rostro los kilitos que tal vez debiera perder. “A la porra, lo importante no es la barriga cervecera, sino lo que tengo entre las piernas” reflexionó. De repente se sintió nervioso, increíblemente feliz y excitado, pero tenso… “Venga machote, respira. Vais a reventar hasta la cama, eres un semental…”

Esa palabra activó un recuerdo de su pasado, logrando que su mente retrocediera dos años atrás, cuando Lohan, su mejor amiga y madrina, lo llevó a ver a una conocida adivina de la ciudad. “Serás hombre de una sola mujer” le había dicho la vidente aquel día. “El año que viene conocerás a tu amor verdadero, una señorita que no será lo que aparenta; y tras un corto noviazgo y una boda, ella te ayudará a descubrir tu verdadera naturaleza de semental. Gozarás, hasta la muerte y la eternidad…”

Harry se rio de forma silenciosa, más relajado; el recuerdo era cachondo, cuanto menos. “Todavía no sé cómo pude dejarme arrastrar a ese sitio” se regañó divertido. Aunque si lo pensaba con detenimiento, en algunos puntos la insólita predicción no había ido tan desencaminada…

Llevaba con su pareja seis meses justitos. Y tanto su familia como sus amistades se alarmaron al enterarse de que en tan poco tiempo, ya planeaban la boda. Pero Érica fue disipando las dudas de todos, ganándoselos con su increíble forma de ser. Cierto era que aún no habían consumado ningún contacto carnal, pues ella le había rogado que esperaran a la noche de nupcias; una petición extraña que él, mostrándose comprensivo, y un poco temeroso de perderla, había aceptado sin rechistar, al conocer la desventurada y movidita vida sentimental que había padecido…

—¿Estás bien, cariño?

Al escucharla el hombre salió de sus ensoñaciones, activándose como un resorte. Abandonó el baño y al mirar a la cama, notó como se le aceleraba el pulso…

Érica lo observaba desde el colchón, tumbada en una pose que destilaba sensualidad por todos los poros de su cuerpo escultural. Del bonito vestido de novia ya no quedaba ni rastro, había sido sustituido por un conjunto de lencería fina. Hasta llevaba ligueros, un detalle que lo volvió loquísimo.

—Tranquila nena, todo bien —Harry logró responder, mientras sus dedos se afamaban por desabrochar los botones del chaleco. La ropa comenzaba a sobrarle de una manera…

—Venga aquí, señor Getty —le pidió ella, adornando el gesto con un grácil movimiento de brazo, que no logró ocultar un poco de nerviosismo.

Él llegó a la cama y comenzó a besarle el cuello. La erección ya quedaba evidente bajo los pantalones, un detalle que la mujer captó al vuelo.

—Hay una cosa que necesito explicarte y no sé como hacerlo… —soltó Érica, con una chispa de inseguridad en la voz.

—Tranquila preciosa, ya somos marido y mujer. Puedes decirme lo que quieras…

—¿Recuerdas que te conté que había enviudado varias veces?

Al oírla, el hombre se detuvo desconcertado y la miró a los ojos, arqueando una ceja. Había captado algo extraño que no sabía discernir. Desde luego, con lo verraco que se sentía en aquel momento, hablar de esposos difuntos no era algo que le apeteciera en demasía…

—Claro —contestó, fingiendo seguridad—. ¿Qué sucede?

—Túmbate, cielo…

Él obedeció en silencio. Ella se le subió encima y jugueteó con la corbata, pensativa…

—Te quiero mucho… Eres un hombre bueno, maravilloso y estoy loca por ti… Ninguno de mis anteriores parejas era como tú…

—Vaya… Me… Me alegro preciosa, yo también te quiero muchísimo… ¿Y esto viene por…?

Su esposa le dedicó una intensa mirada que lo desconcertó. Percibía un poco de miedo en sus bonitos ojos verdes…

—Yo soy… —intentó explicarse—. Soy medio…

—¿Medio…?

Ella se quedó callada un momento, como si intentara encontrar un modo de expresarse.

—Creo que… mejor te lo muestro, ¿vale? No te asustes demasiado…

—¿Mostrarme el…?

De repente el cuerpo de Érica desprendió mucho calor; al mismo tiempo, las luces de la habitación se volvieron locas, parpadeando de forma incesante… Un par de cuernos arqueados y rosáceos empezaron a brotarle de la frente, incluso sus ojos cambiaron de color hasta volverse de un violeta iridiscente…

Harry observó la metamorfosis, petrificado de la impresión, apenas podía respirar… Unas encantadoras alitas de plumas negras asomaron tras la espalda de su amorcito…

—Soy medio súcubo, cielo —se explicó ella con una vocecita insegura, cuando hubo parado la transformación y la suite dejó de parecer una discoteca.

—¡JOOODER! —exclamó él, apartándola para salir escopeteado de la cama. “Mis amigos me han metido un psicotrópico en el vino, voy ciego” se dijo. No obstante, le bastó otro rápido vistazo para percatarse de que no alucinaba.

—Vas… Vas un poco borracho pero no te lo estás imaginando, soy así —alegó ella, hablando de forma pausada.

Él se masajeó los ojos con las manos y respiró hondo varias veces. Quería gritar… “¡Estoy dormido! Nunca me he casado, todo es un sueño” pensó, dándose un tortazo que le dolió horrores.

—¡No hagas eso! No estás soñando, lamento decirte que seguimos en el mundo real… Hay muchas cosas que desconoces, cariño…

Harry no sabía como afrontar aquella situación tan surrealista… Por instinto corrió hacia el baño y se encerró con pestillo. Después de veinte minutos horribles, el silencio se volvió abrumador, tanto, que fue consciente de que se había refugiado en un cuarto sin ventanas, ni cualquier vía de escape. Entonces, decidido a huir de la habitación, entreabrió la puerta y asomó la cabeza. Ella se había ovillado en la cama, llorando en voz baja, con las alitas caídas y cubriéndose el rosto con las rodillas. Rezumaba una tristeza tan infinita que lo dejó fuera de combate, mitigando el miedo que lo invadía.

“Maldita sea. Así no parece demasiado peligrosa…” meditó. “¡Aprovecha ahora que está distraída y sal por patas!”. Y pese a ser un sabio razonamiento, permaneció allí, incapaz de discernir por qué no lo obedecía…

—¿Vas a hacerme daño? —se decidió a preguntar desde su escondite, con la voz queda.

Al oírlo Érica alzó la cabeza para mirarlo, mordiéndose el labio inferior. El maquillaje corrido le daba un aspecto ligeramente gótico.

—No cariño, eso jamás. Deja que te lo explique, ¿Vale?

La puerta del lavabo se abrió lentamente y el hombre caminó despacio hacia la silla donde había dejado la levita. Por el camino agarró una de las lámparas del tocador y se sentó alerta, preparado para huir o atacar si era preciso.

—¿Eso es un poco innecesario, no te parece? —alegó ella, estudiando la pomposa arma improvisada. La bombilla seguía encendida y el cable había quedado tan tenso como la cuerda de un arpa.

—Agradece que no me haya ido corriendo del hotel. Y como intentes algo raro te juro que te arreo.

—Vale, de acuerdo… Lo… Lo importante es que me escuches, sólo deseo eso, de verdad…

Harry se rio histérico. ¡Y él sólo quería una vida normal, una mujer que lo quisiera y lo deseara, como cualquier hijo de vecino! Aún no podía creerse que su pareja, de repente, pareciera una versión oscura y un poco más intimidante que un angelito de aquella marca de lencería que no lograba recordar…

—Hay otra cosa que has de saber… —añadió Érica, nerviosa.

—Deja que lo adivine… ¿Escupes fuego por el coño?

Al escuchar eso su esposa rompió a llorar otra vez.

—Vale, vale, ¡Lo siento! —se disculpó Harry—. Es que no sé cómo asimilarlo… Contigo he tenido la mejor relación de mi vida, incluso faltando el sexo… En seis meses he sentido que conectábamos de una manera increíble, ¡Tanto que míranos, aún llevo gran parte de mi traje de novio! Pero desde luego NO eres lo que pareces…

“El año que viene conocerás a tu amor verdadero, una señorita que no será lo que aparenta…” las palabras de la vidente acudieron a su cabeza de nuevo. “La virgen, me avisó de esto…”

Su mujer intentó hablar varias veces. Cuando recuperó el control sobre sus emociones, respiró hondo…

—Te entiendo, de verdad —dijo con la voz temblorosa—. Pero tenía mucho miedo de que me dejaras o de que…

—¿De que me sacaras un ojo con esos cuernos mientras follábamos?

Ambos mantuvieron una intensa mirada.

—O de algo peor, cariño —contestó ella, decidida a pasar por alto el comentario—. Maté a todos mis maridos en la noche de bodas, porque los seres como yo nos alimentamos de la energía de los hombres durante el acto sexual.

Harry se quedó paralizado.

—¡La madre que nos parió a los dos! —estalló, fuera de si— ¡Eres una maldita viuda negra, y encima paranormal! ¡Te has equivocado de tipo, preciosa, porque sabes que mi cuenta corriente no está llena de ceros a la derecha!

—¡Yo no soy eso, yo soy buena, te lo juro! —exclamó Érica, desconsolada, llorando de nuevo—. No quiero matar, no disfruto con ello… En todas las ocasiones sucedió sin querer… Y no deseo hacerte lo mismo, a ti no…

El hombre se tapó los ojos durante un segundo, con las mejillas mojadas. Ella se mecía adelante y atrás, ocultando la cara otra vez. Quiso decirle algo pero ni siquiera podía pensar con claridad. Y la última revelación no había hecho más que empeorar la situación…

—Está bien —consiguió decir, al cabo de unos instantes, tras serenarse. Le temblaban tanto las manos que la tulipa de la lámpara se agitaba constantemente—. Voy a dejar que te expliques, después decidiré que hacer.

Su esposa volvió a mirarlo y respiró hondo, intentando dejar de sollozar. Cuando pudo calmarse lo suficiente, empezó a hablar.

—Mi… Mi padre era un diablillo menor, muy cachondo y adicto al sexo…

—¿Con diablillo te refieres a… a… salido del infff… infierno?

—Sí, se les llama íncubos. Aunque… nunca he ido a su casa de vacaciones, por lo que no me preguntes como es.

—Joder.

—Al menos, no creo que sea como lo pinta la biblia, por ejemplo.

Los dos necesitaron romper el contacto visual, mirando cada uno hacia un lado.

—El caso es que en el sesenta y tres el bribón se puso las botas en una comuna hippie, dejando a algunas de sus amantes embarazadas. Y de ahí surgimos tanto mis cinco hermanas como yo…

—¡Pero si una es monja! —exclamó Harry, sin pensar.

Una alarma interior se agitó en su embotada cabeza, que aún era incapaz de asimilar aquel giro de su vida. Ni siquiera podía explicarse el motivo de haber decidido quedarse para escucharla. Aunque en aquel momento, otro dato le llamó poderosamente la atención, apartando las otras incógnitas a un lado. Si había entendido bien, Érica había nacido en los sesenta…

—Espera, espera… Dame unos segundos, todo esto es muy fuerte. ¿Me estás diciendo que tienes cincuenta y tres años, y que tu hermana Clara, la dulce monjita, es como tú?

Su mujer asintió con la cabeza.

—Si a las dos cosas. Y no envejezco al mismo ritmo que tú, Harry. Pero déjame que te cuente la historia en orden, por favor.

—De acuerdo, ya estoy alucinando lo suficiente como para encima, no enterarme de nada…

El silencio volvió a la habitación durante unos instantes.

—Nuestras madres —dijo ella, rompiendo la pausa— tenían una sensibilidad especial y tardaron poco tiempo en captar que sus bebés no eran como los demás, por lo que decidieron irse a vivir juntas a otro lugar, para criarnos como una familia. De pequeñas ya podíamos transformarnos, algo que heredamos de nuestro progenitor fugado. Y jugábamos entre nosotras durante horas, inconscientes de la otra parte mortal de nuestra herencia. Clara fue la primera, precisamente, en descubrir lo que sucedía durante el sexo. De adolescente se enamoró de un chico de su misma edad, que falleció, como supondrás. Y ella decidió que jamás volvería a amar a nadie. Varios años después conoció a un cura joven, con el que entabló una estrecha relación de amistad. Y al año se hizo monja, a los veinte, creo recordar…

—Sinceramente, no lo entiendo. ¿Es que los íncubos no matan a sus amantes? Y si sois medio diablo, ¿Cómo es posible lo de Clara?

—¡Porque somos buenas, te lo he dicho! —exclamó Érica—. Creo que Dios no es un barbudo severo y cano. Yo lo veo como una energía buena, el amor en su estado universal, con muchas caras que trascienden a todas las culturas… Y sé que ve la auténtica naturaleza de las cosas, la que hay en el corazón… ¿Por qué te crees que tu cuñada es monja? ¿Y hemos podido casarnos en una iglesia, no?

En esos puntos Harry debía darle la razón. Era verdad, no había caído en aquel dato. No obstante, cualquier psicópata podía hacerse cura o desposarse en una catedral y seguir asesinando a su antojo…

—En cuanto a lo de los íncubos, no matan siempre, solo cuando lo desean. Es una ventaja que dejan a sus hijas, las súcubos, pese a que hay diferencias, dependiendo del linaje. Al ser medio humanas, por algún extraño motivo nosotras nos quedamos sin poder decidir, matamos aunque algunas… no queramos hacerlo.

—Me cago en todo… —dijo el hombre—. Vayamos por partes, ya abordaremos lo del sexo. ¿Quieres decir que de haber sido malvada, habrías ardido en el altar o algo así? Me parece una tontería, sino mira a la inquisición española y a Torquemada, su inquisidor general… O los escándalos de pederastia, hablando de una época reciente… Ellos no han ardido en un lugar sagrado…

—¡¿Es que mis cuernos y mis alitas no te han dado la pista de que soy un poquito diferente?!

Harry la miró mosqueado y Érica se suavizó.

—Tal vez habría ardido, no lo sé, es la primera vez que me caso con una ceremonia religiosa. Desde luego, Clara no se habría hecho monja de no haber conocido al padre Karras, el que nos ha casado hoy. Él es de las pocas personas que sospecha algo de nosotras. Y fue quien convenció a mi hermana de que en la oscuridad también podía haber una luz reluciente, brillante y pura. Es bastante alternativo, ya lo conoces. Y desde luego, ser creyente no te hace buena persona, creo que eso lo sabes bien y prefiero ponerte otro ejemplo, Torquemada me da escalofríos hasta a mí, que ya es decir. ¡Ahora mírate a ti! No eres religioso para nada, aunque tu mente es bastante abierta y te has casado allí por mí, porque a Clara le hacía mucha ilusión. Y eres una persona maravillosa, la mejor que he conocido en mi vida…

El hombre desvió la mirada de los ojos iridiscentes de su mujer. Ella estaba claramente nerviosa y la última parte de su discurso no le había parecido elocuente, pese a que el mensaje lo conmovía.

—Necesito un güisqui —soltó, levantándose de la silla para caminar hacia el mueble bar, aún con la lámpara en las manos. El cable se desenchufó con el estirón, apagando la bombilla.

Érica lo estudió, captando el cambio en la actitud de su marido. Él no era consciente, pero ya se había relajado un poco. Hasta le daba la espalda mientras se preparaba la bebida… Entonces escuchó como se reía solo, junto al tintineo de los hielos en el vaso.

—Ahora entiendo como Carla, Adara y Martina son lesbianas —pensó Harry en voz alta—. Con lo buenas que están…

—¡Oye!

—¡Lo siento, digo lo que pienso! —añadió él, dándose la vuelta, con el alcohol en la mano—.  A varios de mis amigos los han vuelto loquísimos, y lo has notado…

—Sí, lo he visto. Tus colegas lo tenían imposible, las chicas están bien así. Creo que Adara siempre lo fue, y las otras son bisexuales. Aunque admito que las mujeres son inmunes a nuestra energía mortal, no les afecta… Además, recuerda que casi todas no queremos matar…

La alarma regresó de nuevo. “¿Ha dicho casi todas?” pensó el hombre, dando un sorbo al güisqui. En ese momento recordó varias escenas de la boda… Charly, su hermano pequeño había seguido a una de sus cuñadas como un perro faldero durante todo el día… una que era soltera… “Oh, mierda”.

—¡¿Y Zafiro?! —preguntó alarmado.

Su esposa se mordió el labio.

—Ella es… Es la que… Quiero a mi hermana, aunque no nos llevemos bien porque no nos gusta que sea…

—¡Hazme el favor de soltarlo ya!

—Es la ovejita negra, podría decirse, la única que sigue matando en activo. Aunque no te preocupes, le prohibí que se liara con nadie… Bueno, más bien la amenazamos todas muy seriamente. ¿Por qué te crees que la hemos invitado?

El pánico invadió a Harry, intensificando el nudo que sentía en la boca del estómago… Hacia el final de la velada había sorprendido a Charly besándola en los jardines del restaurante…

—¡LA VIRGEN, POR DIOS! —exclamó, zaraceando el brazo con tata fuerza que casi tiró líquido al suelo—. ¡LLAMA A TU HERMANA AHORA MISMO! ¡LA MUY CABRONA QUIERE COMERSE A CHARLY! ¡ME LOS ENCONTRÉ DÁNDOSE EL LOTE!

Érica se sobresaltó.

—¡Pero si es un crío! —gritó, saliendo apresurada de la cama, para buscar su bolso en el armario.

—¡¿No fastidies, quieres?!

Harry dejó el güisqui y el arma improvisada sobre el mueble y corrió hacia la levita, en busca del móvil, que no aparecía en ninguno de los bolsillos. Al final logró encontrarlo y al encenderse, la pantalla se apagó por falta de batería.

“Piensa, hostia, piensa” se regañó. Charly pasaba la noche en el mismo hotel… Ahora sólo tenía dos opciones. O su cuñada Zafiro se lo había llevado a algún lado o estaban allí, dos pisos más abajo…

—¡Me voy a ver si los encuentro en su habitación! —soltó el hombre.

Con diecinueve años su hermanito era más espigado que él a su edad. Y sabía que seguía siendo virgen… “Éste quiere darse el estreno” reflexionó, al salir al pasillo. En circunstancias normales, se sentiría hasta orgulloso. Zafiro era mayor y muy atractiva…

—¡Espera cariño! —le rogó Érica, cuando abandonó la suite.

Por el camino al ascensor el hombre agarró una lámpara inalámbrica de aspecto robusto del pasillo, de forma impulsiva, sin pensar en lo ridícula que era su arma. Y antes de llegar al moderno elevador, se cruzó con una pareja de ancianos que le dedicaron miradas suspicaces.

—Ese… —susurró el viejo, cuando lo pasaron de largo—. Ese se acaba de casar, y se ha enterado de que su mujer se ha estado trajinando a un invitado de la boda, que te juegas. Míralo como va, armado y todo.

—Calla, Fernando, que nos va a oír —le reprochó su señora, apretándolo del brazo.

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Una noche inolvidable, primera parte por Ramón Márquez Ruiz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

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RESEÑA: FAHRENHEIT 451

RESEÑA: FAHRENHEIT 451

Ha sido un verano intenso para mí, con mucho trabajo. El nuevo diseño del blog me ha tenido loco durante el día a día, largas jornadas en las que exprimía toda mi energía hasta quedarme seco y en las que al terminar, no me apetecía hacer absolutamente nada, ni siquiera coger un libro. Por fortuna también he disfrutado de innumerables e íntimas cenas con primos y en ocasiones con tíos también, al aire libre, en una bonita terraza particular, pasando agradables momentos en excelente compañía.

Y fue durante una de esas veladas estivales cuando el libro sobre el que voy a hablar a continuación, Fharenheit 451, llegó a mis manos. Ya había leído una obra de su autor, Ray Bradbury, que catalogaría como lectura imprescindible, por lo que embarcarme en las andaduras de Peter Montag, su protagonista, logró romper el hielo que había cubierto una parte de mis neuronas, arrebatándoles, al fin, el maldito y nefasto bloqueo lector.

El mismo día en que me lo prestaron llegué a casa de madrugada. Y tras lavarme los dientes y meterme en la cama, quedé absorbido por sus páginas casi sin darme cuenta. Queda decir que su lectura me duró tres noches. No es ningún tocho, ni pesado. Pero… Algo debía dormir…

Ahora sí, después de ésta breve introducción hablemos de Fharenheit 451, un libro que me ha encantado.

Nota: Puede contener algún Spoiler

La novela transcurre en un futuro distópico en el que las casas ya no arden, debido a sus materiales de construcción. Y casi toda la acción sucede en «la ciudad”, sin especificar demasiado más. Sus habitantes viven un halo de conformismo extremo, sin cuestionase absolutamente nada. Las paredes de las salas de estar o comedores de todos sus hogares han sido suplantadas por enormes pantallas de televisión que no dejan de emitir constantemente programas basura, sacando a personas desconocidas que la gente apadrina como si fueran miembros de su propia familia. Y la guerra se avecina como una sombra sutil, bajo la forma de bombarderos que sobrevuelan la urbe cada noche.

Pese a que todos esos datos suenen extraños ya de por sí, hay algo todavía peor. Los libros han sido prohibidos por el gobierno y los bomberos se dedican, exclusivamente, a quemarlos para erradicar sus ideas y enseñanzas. Porque para tener a una población feliz a la fuerza, hay que volverla ignorante y conformista. Y pensar, provoca que los individuos vean los fallos y las suturas del sistema, algo que no interesa a los gobernantes.

Peter Montag es el protagonista principal, un joven bombero de treinta años y casado con Mildred, una mujer que vive casi únicamente para los “familiares” que hay en las pantallas de su casa.

Pero su vida da un giro mientras una noche regresa a su hogar después del trabajo y conoce a su nueva vecina, Calrisse McClellan, una extraña joven que disfruta paseando a la luz de la luna. Los encuentros fortuitos y las conversaciones con ésta chica observadora y distinta a todos cuanto conoce, comienzan a despertar algo dormido en él, que casi sin darse cuenta empieza a replantearse su propia realidad. ¿Es feliz en su matrimonio? ¿Son necesarios los bomberos? ¿Los libros son tan malos y dañinos como quieren hacerles creer? Peligrosas cuestiones sacuden todos y cada uno los cimientos del señor Montag, cambiando su vida para siempre… Porque dicen que la guerra está muy cerca, los bombarderos que sobrevuelan la ciudad le provocan escalofríos… Y la gente vive ignorante del mundo que la rodea, pegada a las pantallas de sus casas…

Fharenheit 451 es un clásico de la literatura, simplemente genial y con un merecidísimo título.

Tanto su ambientación distópica como la evolución del protagonista son espléndidas. Y el personaje secundario de Clarisse me enamoró desde el primer segundo, con su actitud extraña —algo tan simple y mundano para nosotros, como pasear tranquilamente observando como caen las hojas­­­—­ ­­y sus conversaciones perspicaces e inteligentes que pese a su juventud, no dejan de sorprender a un Peter mayor que ella, logrando despertar en él una consciencia dormida.

En cuanto al futuro que narra la obra, es simplemente aterrador. Los libros se han convertido en el enemigo público número uno del gobierno, y todo aquel que posea uno, en un criminal. Si la sola idea de que los bomberos se dediquen a quemarlos ya me parece escalofriante, el conformismo de la sociedad que narra es abrumador y aterrador de por sí. Un claro ejemplo de ello es Mildred, la esposa de Montag, que por momentos, parece estar más enamorada de los desconocidos que salen en las pantallas de su salón —a los que llama “tíos y tías”— que de su propio marido. Y el hecho de que haya un rumor de guerra, durante la noche los bombarderos sobrevuelen “La ciudad” y nadie se alarme ni se haga preguntas, ya es para alucinar.

Mientras lo leía no podía dejar de pensar en que varias de las cosas que narra Ray Bradbury me recuerdan a nuestra sociedad actual. No pretendo ser paranoico ni mucho menos, pero algunas similitudes se pueden sacar:

La gente consume televisión a cualquier hora del día, el marujeo campa a sus anchas y hace bastante tiempo que no confío demasiado en los telediarios, por decir alguna chorrada. No voy a criticar ni a programas, ni a ningún medio en general, pues queda claro que para gustos, los colores. Que a mí no me agrade un show en especial, no lo convierte en negativo ni en malo, simplemente no me atrae y punto. Pero soy consciente de que puede haber un amplio sector de la población que opine de forma distinta.

No obstante me da la sensación de que nos estamos volviendo cada vez más conformistas. Muchos políticos —no diré todos, me niego a pensar así— dicen medias verdades, medias mentiras o simplemente, mienten más que hablan, sin más dilación. Vivimos en un auge tecnológico que nos engancha, en una sociedad complicada que en muchas ocasiones, poco tiempo nos da para pensar en otra cosa que no sea el día a día. Y tengo la sensación de que, últimamente, es raro encontrar a un joven que sienta pasión por cualquier tipo de lectura que no salga en el WhatsApp o variantes.

En fin, no voy a explayarme más. Para finalizar tan sólo mencionaré una última curiosidad sobre esta obra maravillosa, sacada de la Wikipedia. Y es que el título hace referencia a la temperatura —escala Fharenheit (ºF)— en que las páginas de un libro se inflaman y arden, equivalente a 232,8 ºC.

Espero que mi reseña os haya gustado y que el libro sobre el que habla consiga despertar vuestro interés. Desde luego, opino que es una lectura que merece mucho la pena. ¡Hasta la próxima!   

Significado de Distopía, según la Rae (Real Academia Española)

Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.

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LOS DELAWARE

LOS DELAWARE

Novelesco se complace en presentar Los Delaware, un relato escrito para el concurso «MIL MANERAS DE MORIR», de «Círculo de escritores«. Espero que os guste y comentad ; )

La fortuna de los Delaware fue harto conocida por todo el condado, antes de ser olvidada. El patriarca, Arthur, había sido un importante banquero, muy respetado en los círculos aristocráticos de la sociedad.

En sus buenas épocas, aquel caballero gozó de una esplendorosa vida social. Viudo maduro, gallardo y cortés, de fama severa para con sus tres hijos, solía ganarse los deseos de las mujeres y la admiración de sus esposos.

Y pese a que sobre su mansión reinara una burbuja invisible, que protegiera a sus moradores de filtraciones dañinas, algunos rumores empezaron a circular a la sombra de aquel maravilloso monumento.

Pues la desgracia es un ser oscuro, esquivo. Y funestos acontecimientos no tardaron en caer sobre la conocida familia, levantando oleadas de murmuros pronunciados a medianoche.

La primera aconteció cuando Thomas, el primogénito, feneció en un accidente de caza. Y la segunda, cuando su señor padre contrajo una repentina enfermedad que lo mató pocas semanas después.

Al funeral del banquero acudieron la flor y nata de la sociedad, acompañando en su dolor a los dos hijos restantes, George y Bianca.

Durante el entierro nadie reparó en la joven y hermosa criada, que toda enlutada esperó durante la ceremonia junto al ataúd de su señor. Y de haber sido inteligentes, los asistentes le habrían prestado la atención que merecía, ya que solamente ella se convertiría en la única testigo de los últimos días de los Delaware, antes de que fueran engullidos por el tiempo.

Clea se llamaba la honesta doncella. Y mientras el féretro se hundía, no dejaba de recordar su última conversación con el difunto.

Pues veréis: Un año atrás, la muchacha, que nunca había yacido con varón alguno, empezó a sentir una increíble atracción hacia el banquero. Por lo que cuando éste la sedujo una noche en su despacho, ella se dejó desflorar, ansiosa por sentir el placer de la carne, y dando así el comienzo de un romance secreto.

Los encuentros se sucedieron cada madrugada desde entonces. Fue durante esos instantes de intimidad cuando el señor Delaware comenzó a relatarle las sospechas que recaían sobre sus hijos, y que terminarían por convertirse en la certeza de que habían asesinado a su hermano.

Luego aconteció la enfermedad y el día antes de morir, Clea logró escabullirse en su cuarto amparada bajo las sombras, para despedirse.

“Nunca he podido con ellos” le dijo su amado. “Mis propios vástagos son los causantes de mi muerte. Hay un testamento secreto que te nombra como legítima heredera. Son hienas, se matarán entre sí cuando yo perezca. Tú los dejarás hacer y luego huirás con mi fortuna. Pero te advierto, una maldición azotará a mi estirpe cuando mis asesinos caigan. Un horrible temporal la desvanecerá, junto a la casa…”

Proféticas palabras que se cumplieron a rajatabla unos meses más tarde. Un disparo y vino emponzoñado bastaron. Entonces sopló un viento frío, que acabó convirtiéndose en aterradores tornados que devastaron el condado.

La hermosa y leal Clea se tumbó en el antiguo lecho de su amor, sabedora de que no tendría escapatoria, pues había descubierto que se hallaba encinta. Cerró los ojos mientras las tejas crujían y salían despedidos los postigos de las ventanas, los cristales reventaban…

“Ya vamos, Arthur” susurró, abrazándose el vientre…

Al amanecer, la mansión, sus riquezas y sus inquilinos se habían desvanecido. Luego, el tiempo haría mella en los supervivientes del cataclismo, borrando la huella de la familia por siempre jamás.

Ahora os preguntaréis… ¿Quién soy, que rememoro su tragedia?

Yo soy la muerte. Y nunca olvidaré ni a los Delaware, ni a la enamorada doncella.

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